Capítulo 33: Una vida que comienza en un mundo cruel

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Advertencias capítulo no apto para menores de 21 años puede contener escenas sensibles

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Al despertar fui a darme una ducha, y esta vez si dedicarme a la búsqueda de mi esposo y, su padre, me dolía las piernas de tanto caminar ayer, pero el agua tibia relajaba mis músculos, tome un cepillo para aprovechar la ducha ser más fácil desenredar mi cabello.
Tome un poco de cera para poder peinarlo mejor, era un poco complicado debido al largo de este, pero estaba acostumbrado; al terminar de peinarlo lo seque con un toallon para luega dar formas a la ondas. Me envolví un toallon para ir a la habitación y vestirme. Esta ves me coloque la ropa un poco más holgada para no pasar la situación del día anterior y para acostumbrarme me coloque aquel falso hiyab dejando solo mis ojos descubiertos para luego abrigarme bien ya que las temperaturas eran muy bajas estos últimos días, prendi la radio para oír que el otro hombre que había sido linchado en la heladería no sobrevivio, era un problema menos al menos se sentía un poco más seguro.
Por lo que se dispuso a preparar el desayuno, para todos principalmente para los niños que seguro despertarian asustados sin saber el porqué estaban allí. Tomó una sarten y la precalento, rogaba que Ismael estuviera bien y a salvo, mientras en un bowl coloca dos tazas de preparado para hotcakes, allí sin más fue colocando leche a medida que mezclaba, la mezcla se iba volviendo homogénea hasta llegar a su punto, listo esta.
Bajo la hornilla a mínimo y fue preparando los hotcakes, solo con un cucharón, no necesitaba de cortantes ni moldes, estos salían perfectos.
Sin hubiese un premio a estos los ganaría. Ya que eran únicos, ninguno parejo, ninguno igual, uno quemado otros no, uno mas cocido, uno mas crudo, uno entero, uno a la mitad, sin dudas eran exclusivos.
Había amanecido de tan buen humor que los veía bellisimos, hasta el que se quedó pegado en la sarten y solo salieron trozos.
Los sirvió en platos y coloco mantequilla y un poco de miel.
Luego calentó agua, y preparo la leche principalmente por los pequeños y porque a él le encantaba, abrió la lata de la leche y fue preparando la mezcla para luego colocar el agua junto con una cucharita de chocolate para los más chicos, puso las tazas.
Y fue a despertarlos —Lisandro, despierta ya esta la leche, ven a tomar, dale Lisandro. —Al levantarse su pelo estaba todo enredado mientras desayunabamos yo lo peinaba para que al ducharse no se le enrede más.
Los mellizos al parecer estaban enamorados de Agustín, no lo soltaban, no lo dejaban en paz. Lo seguían a todos lados, podía ver el corazóncito en sus tiernos, e inocentes ojos.
—Tú eres amigo de mami.
—Sí
—Entonces te canarias conmigo.
—No, eres muy chico.
—Cállate, yo lo vi primero. —Su mellizo abrazado del otro lado de Agustín, le reclamaba. Eran chiquitos, pero estaban encantados y como no aquel aroma a madre era tan reconfortante.
—Okey —Soltandose de Agustín, para ir a lado de Lisandro —Me casaré con Lisandro.
—¿Conmigo?. No no no.
Yo no me casaré, yo tendré muchos novios  —En eso sentí como Lisandro solto sus feromonas, pero porque solo yo podía olerlas, a menos que. —Me acerque a él.  —Lisandro estas bien.
—Yo, sí. —sonriendo de firma extraña para luego sus mejillas sonrojarse.

—Agustín, tu hijo está teniendo su celo. —siento su feromona por todo el lugar.

—¡Lisandro! Estas bien.
—Sí, solo quiero dormir una siesta tengo mucho sueño, ven Santiago dame mimitos vamos a abrazarnos y dormir juntitos.
—Lisandro, eres un niño
—Pero solo quiero un abrazo, ¿Qué tiene de malo?  ¿Por qué hace tanto calor? — abanicandose de forma acalorada. Yo comenze a descomponerme ante su feromonas me daban nauseas, ganas de vomitar, con el embarazo eso se triplicaba.
—Tú hijo... —Vomitando todo. —Lisandro me estaba intoxicando con sus feromonas, no era normal. Eran más pesadas que de costumbre. —Basta, Lisandro vas a matarme.  -Su madre lo coloco en una ducha para que bajara aquel calor y trató de contenerlo con sus féremonas.
Ahora todo mi cuerpo olia a sus feromonas, olia a Omega a kilómetros, salía afuera a despejar mi mente tomar aire, fueron 5 minutos para ver aquel tipo frente a mi, junto con un ramo de jazmines, la flor que mas odio. —Pero mira que casualidad, justo te agarro de salida. Quizás ayer empezamos con el pie izquierdo, son para ti. —Estaba asustado ¿Cómo supo donde vivia? ¿Cómo? Pero no tanto como asqueados ante tales flores que su aroma no me agradaban —Son jazmines, justo para un Omega tan bello como tú. Me gustaria que aceptaras una cita y remendar mi error de ayer, dejame llevarte a pasear por la ciudad, invitarte a tomar un helado.
—¡No, Gracias! Aparte odio los jazmines —Trataba de que se fuera, pero no se iba, estaba plantado en la puerta.
—¡Vamos, solo es un paseo nada más! Por ahora… —Me di media vuelta, y me metí dentro, pero la situación no era alentadora, aquel tipo se metió por la fuerza.
—Porque huele Alfa, tu hueles a Alfa.  —Estaba asustado, me descubrio.  —Yo yo.
—Estas inundado de aroma de Alfa, huele a caramelo pero por momentos. Es fuerte. -¡Qué acaso hablaba del aroma de Lisandro! Pero lisandro era un Omega, en eso Agustín bajo la mirada, con razón era insoportable aquel aroma no era un celo común era lo que muchos conocian como el RUT  o celo de Alfas, este era muy fuerte. Agustín solo habló despacio —Mi hijo esta teniendo su RUT, el es un niño.

—A pensé que tu tenias un Alfa.
—Puede retirarse de mi apartamento.
—Sí aceptas salir conmigo, el rut dura horas y las primeras dos son  bravas si te lleno de feromonas es porque te quiere para él, así que te protejo.

Mentiroso eso era una      blasfemia, lo más probable es que Lisandro no supiera lo que hacía, su mente es la de un niño cruzando la adolescencia criado todo una vida como un Omega, pero no podia alegar se suponía que yo era un Omega y el experto.
Tome mi billetera y acepte salir con él. —Mamá volveré en 3 horas. —Ya que para el intruso eramos familia.
El aceptar esa cita fue la peor decisión de mi vida.

Continuara...

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