Capítulo 51: una vida comienza en un mundo cruel

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Advertencias el siguiente capítulo no apto para menores de 21; puede contener violencia, escenas sensibles ect
Leer bajo su propio riesgo, todo lo presentado aquí es ficción.
Tomen awita, las amo.

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Ismael sonreia malherido, no se como podía estar feliz con aquel balazo en su hombro.
Sus ojos azules brillaban de la emoción, mientras sonreia feliz. ¡Renato! ¿Conqué así se llama? Espero poder verlo otra vez.
—¿Qué te pasa Ismael? Quizo matarte, ese maldito te disparo..
—Renato, mi pequeño está vivo. Mi bebé.
—¿Qué dices? Ese no es tu hijo. —aunque era identico a Ismael, y la edad coincidía con este, no no podia ser su hijo ¿o si?.
—Claro que lo es, es mi bebé. Lo sé, se que es él. Es él, está vivo. —Ismael estába volando en fiebre debido al balazo, mientras Lisandro iba por un médico particular. Ahora más que nunca estábamos en peligro.
Mientras el médico "operaba" a Ismael. Lisandro contaba orgulloso a los mellizos como había encontrado a su Omega, y que cuando fuese grande lo buscaría y armarian una gran familia.
—Era hermoso, tenía el cabello largo y rubio, unos ojos azules. Nuestros hijos heredarán su belleza. Tendremos 7 hijos, 4 los tendrá él y yo tendré a los 3 mas chicos.

—¡Lisandrooo! Eres un Alfa..
—Tú también Santiago, y estás en espera..
—Si y por eso estamos en esta situación límite, no repitas mis errores.
—Amargado, no te invitaré al baustimo del más chico.

Lisandro seguía especulando un futuro junto aquel muchacho al que solo vio una vez. Mientras el médico retiraba la bala del hombro de Ismael. —Va estar delicado, deben cuidarlo mucho podría terminar en una decaída grave debido a la excesiva sangre que perdió, debe tener control hospitalario. Yo haré lo que pueda, pero no puedo hacer mucho, en el estado que está.
—¡Gracias Doctor!.
Este se retiro, mientras yo acariciaba a Ismael quien estaba sedado para aguantar el dolor, jamás lo había visto tan feliz en años ¿y si era verdad?
Si aquel jovencito era su hijo, que destino más cruel. Acariciaba mi vientre rogaba porque eso no me pasará con mi pequeño León, no podría soportarlo. —¡Tú terminarás con todo esto, lo sé, tu serás grande! Confío que tu acabarás con todo este infierno, pero sino no importa. Yo te protegeré siempre, siempre veré por ti.

—¡Santi... crees que yo le haya gustado también!  —Lisandro estaba llorando ya que su padre le explicó que el amor debe ser recicopre y no sólo de un lado.

—No lo sé, Lisandro, pero si no es así él se lo pierde. Muy difícilmente encuentre alguien como tú, alguien tan dulce.

—¿Me ayudaras a buscarlo?

—Cuándo todo se solucione te ayudaré. Te lo prometo, te ayúdare a encontrar a tu Omega. Ya no llores si, el bebé se pone triste. -Sacándole sus lágrimas para abrazarlo ante lo que seria su primer amor, debia encontrar al tal Renato y verificar si es o no el hijo de Ismael.
Con Ismael herido y acorralado por la IMOOM estos últimos 4 meses de embarazo serían complicados y si que lo fueron.

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Debido al balazo Ismael no podía moverse, ni salir del departamento. Por lo que con el avance del embarazo las cosas iban empeorando, es que con el pasar de los meses si o si debía salir con el hayib ya que a diferencia de los primeros meses mi rostro sin dudas era la de un Alfa, es que casi todas las hormonas que había consumido durante dos años ya no quedaba casi nada por lo que era peligroso para mi y para el bebé, ya que se darían cuenta que era un impuro

Lo bueno que Agustín, me ayudaba con los mandados.

—¡No es molestia Santiago! Eres como un hijo para mi, no bromeó. —Yo ya estaba cursando el 8.º mes, mi vientre ya era bastante grande, por lo que mi movilidad estaba reducida. Me agitaba ante el menor movimiento y por alguna razón todo me causaba risa. Se caia un vaso y procedia a reírme a carcajadas y con eso mi vientre se movía ante los espasmos ocasionado por las risa , por lo que por esa razón fue Agustín y no Lisandro quien me ayudaría porque Lisandro en vez de ayudar se ponía reírse junto a mi y terminaba adolorido después de reírme por más de 20 minutos.
Mientras que la cara seria de Agustín mermaba la situación apenas comenzaba.

A veces me preguntaba que pensaría el bebé, mientras yo me reía, solo se que cada que tenía un ataque de risa, este me pataeaba o deformaba mi vientre como tratando de salir aún me dolía la que me dio en la costillas
quizás era su forma de decirme "Calmate mi loco, la estoy pasando bien raro aquí adentro"

Cada que pateaba y podía ver su piecito por segundos, lo acariciaba, es como si inconscientemente atesoraba recuerdos por miedo a perderlo o olvidarlo, irónico que ambos sucedieron.

—¿Tienes antojo de algo Santiago?

—No, porque preguntas.

—Digo porque estas viendo fijo al hueco del techo, con tus garras listas y tu lengua bífida listo para atacar.

—No puede quedarse allí por siempre, en algún momento saldrá —Estaba esperando que aquel roedor saliera de allí para comérmelo y entonces aquella rata salió y mi garra lo atrapa para comérmelo. Aquel animal si que dio pelea, pero ya no pudo contra mis colmillos así que ni bien lo mastique seccione su larga cola gris como si un fideo se tratase. Sin dudas era un deleite para mí paladar.

Agustín me miraba asqueado —¿Qué? Yo vi a tu esposo comerse un sapo y al otro un ardilla. ¿Qué mal te puede hacer un sapo? Un sapo. Al menos lo de la ardilla lo entiendo, pero un sapo con los tiernos que son.

—Santiago dime que te cocino. —viendo como de un solo movimiento aplastó una cucaracha para comérselo como si fuera un snack.

—No se, algo liviano para mi el bebé. Asado con papas.

—Eso no es liviano, es pesado tiene grasas. Esta bien veré como me arreglo.

—Gracias mamá, digo Agustín —El me abrazo como si fuese un niño pequeño. —Ya te dije que no me molesta que me digas mamá, ya no.

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Sin duda ver cocinar Agustín era un deleite, lo hacía a una velocidad casi inseguible, cortaba las papas como si fuese una máquina todas iguales y parejas, mientras la carne se doraba en la olla largando aquel olor característico junto al ajo, para luego ir colocando un poco de caldo de verduras y las papas para terminar la cocción de estas y la carne.
Mientras a la par preparaba una ensalada para acompañarlos.

La carne estaba tierna y deliciosa, las papas estaban en su punto justo, era un boom de sabor, junto a la frescura de la ensalada era sin duda algo estupendo, pero había algo que no me tranquilizaba y era mi suegro
¿Dónde estaba? Se la pasaba todo el día afuera, pero ¿donde?
¿Qué hacia? Esas acciones tan extrañas me asustaban, más con Ismael casi todo el día acostado debido a su delicado estado de salud.
Por lo que ni bien tuviera debería investigar ese asunto, pero ahora debia repetir un segundo plato, en lo que paraba de reírme mientras ayudaba a levantarse a Ismael que se había caído del sofá al darse vuelta.

Continuara...

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