Señas de amor.

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Después de que Enzo y yo tuvimos esa charla, yo quería asegurarme de que no nos apresuráramos. Quería disfrutar del momento y no presionar nada. Así que le propuse a Enzo que nos sentáramos en la arena y miráramos la luna juntos.

Enzo aceptó y nos encontramos un lugar tranquilo en la playa, lejos del bullicio del bar. La luna estaba llena y brillaba con una luz suave y cálida. Nos sentamos juntos, pero no demasiado cerca, y empezamos a mirar la luna en silencio.

El silencio entre nosotros era cómodo, no incómodo. Era como si ambos estuviéramos disfrutando del momento y no necesitáramos hablar para llenar el vacío. De vez en cuando, Enzo me miraba y sonreía, y yo le devolvía la sonrisa.

Mientras mirábamos la luna, empecé a sentir una conexión con Enzo que no había sentido antes. Era como si estghuviéramos conectados por algo más que solo nuestros sentimientos. Era como si estuviéramos conectados por algo más profundo.

Después de un rato, Enzo se levantó y me ofreció su mano. -Vamos al bar-, dijo. "Qu

Yo acepté su mano y nos levantamos juntos. Caminamos de vuelta al bar, sin hablar, pero disfrutando del momento. Era como si estuviéramos en nuestro propio mundo, un mundo donde solo importábamos nosotros dos.

Cuando llegamos al bar, nos sentamos en una mesa tranquila y pedimos un par de bebidas. Seguimos hablando y riendo, disfrutando del momento. Y aunque no sabíamos qué pasaría después, sabíamos que estábamos disfrutando del presente..

Después de un rato, Enzo se acercó a mí y me dijo -Maia, ¿queres que te lleve a tu hotel?-. Yo asentí, sabiendo que era hora de irme.

Enzo pagó las bebidas y nos fuimos del bar. La noche estaba fresca y el aire era suave. Caminamos hasta el coche de Enzo, que estaba estacionado cerca, y nos subimos.

El viaje al hotel fue corto, pero intenso. No hablamos mucho, pero la tensión entre nosotros era palpable. Era como si ambos estuviéramos esperando algo, pero no sabíamos qué.

Finalmente, llegamos al hotel y Enzo se detuvo frente a la entrada. Se volvió hacia mí y me miró a los ojos. -Gracias por la noche, Maia;, me dijo. -nos vemos mañana-
Yo sonreí y asentí.

Enzo se bajó del coche y me abrió la puerta. Me bajé y nos paramos frente a frente. Por un momento, pensé que iba a besarme de nuevo, pero no lo hizo. Solo me sonrió y me dijo -Buenas noches, Maia-

Yo sonreí de vuelta y entré al hotel, sintiendo que algo había cambiado entre nosotros.

Hoy me levanté muy tarde, casi mediodía. Me sentí un poco culpable por dormir tanto, pero después de la noche anterior con Enzo, necesitaba descansar. Pedí el desayuno en la habitación y mientras esperaba, me di una ducha relajante. El agua caliente me ayudó a despertarme completamente.

Después de la ducha, me puse un conjunto cómodo y me senté en el sillón de la habitación para comer. Revisé mi teléfono y respondí algunos mensajes de mis amigos y familiares. Me sentí relajada y disfruté del momento.

Decidí pasar la tarde leyendo un libro en la terraza del hotel. Me senté en una silla cómoda y me perdí en la historia del libro. El sol y la brisa fresca me hicieron sentir aún más relajada. Me olvidé de todo lo demás, incluyendo mis pensamientos sobre Enzo.

Pero a medida que la tarde avanzaba, recordé que tenía que ir al partido de fútbol a las 7 de la tarde. Me levanté de la terraza y fui a mi habitación para cambiarme de ropa. Me puse un jean con roturas y me puse la camiseta de Argentina, claramente con el nombre de mi mejor amigo Leandro.

Después de cambiarme me aseguré de llevar mi entrada y mi teléfono cargado.
Los guarde en la riñonera, tome las llaves y me dirigí al estadio, ya que estaba muy cerca fui caminando y mientras iba me paraba cada dos minutos para festejar con los inchas que estaban en las calles..

Al llegar al estadio, me sentí emocionada y nerviosa al mismo tiempo. Me encanta el fútbol y estar en un estadio lleno de gente apasionada es una sensación increíble. Pero lo que me emocionó aún más fue ver a Cami, Tini, Eva y Valentina, y a las pequeñas, todas juntas y sonriendo.

Estábamos todas emocionadas de vernos y de estar juntas en este evento. Las pequeñas estaban particularmente emocionadas, con sus globos de argentina y sus banderas, listas para animar a la selección.

Cuando vi a Antonella acercarse con los hijos de Messi, me puse muy nerviosa. No podía creer que la esposa de uno de los mejores jugadores de fútbol del mundo estuviera viniendo hacia nosotras. Y que trajera a los hijos de Messi con ella, era aún más emocionante.

Me sentí un poco abrumada, no sabía cómo reaccionar. Camila, por otro lado, parecía muy tranquila, como si estuviera acostumbrada a este tipo de situaciones. Antonella se acercó y la abrazó, y luego se dirigió a nosotras.

-Hola, chicas-, dijo con una sonrisa. -¿Cómo están?-

Me sentí un poco tímida, pero logré saludarla y sonreír. Los hijos de Messi, Thiago, Mateo y Ciro, parecían muy amables y sonrientes. Antonella nos presentó y nos habló un poco sobre el partido.

Me sentí un poco más relajada después de un rato, pero aún estaba un poco nerviosa. No podía creer que estuviera hablando con la esposa de Messi y sus hijos. Fue un momento muy especial y emotivo para mí.
Después de un rato, Antonella se despidió y se fue con los niños..

Mientras miraba al campo del estadio, mi vista se desvió hacia la zona donde estaban sentados Julián y Enzo. Me sorprendió verlos juntos, pero lo que realmente me llamó la atención fue ver a Enzo tirar besos a su hija. Me pareció muy tierno y me hizo sonreír.

Pero entonces, Enzo levantó la vista y nuestros ojos se encontraron. Me sentí un poco nerviosa, pero él simplemente me guiñó el ojo y me hizo señas de un anillo en su mano. Me quedé sin aliento.

Me sentí un poco confundida y emocionada al mismo tiempo. No sabía qué pensar o cómo reaccionar. Solo pude devolverle la mirada y sonreír, tratando de disimular mi nerviosismo.

Camila, que estaba a mi lado, me dio un codazo y me preguntó -¿Qué pasa?-. Me limité a suspirar a sonreír, sin saber cómo explicar lo que acababa de pasar.
Enzo seguía haciendo señas y reía mientras me tiraba besos y me hacía señas de que lo llamara. Me sentía como una adolescente de nuevo, con el corazón latiendo fuerte y una sonrisa tonta en la cara.

No podía creer que Enzo estuviera siendo tan abierto y juguetón en un lugar público, especialmente con tantas personas al rededor y estando Valentina ahi. Pero al mismo tiempo, me encantaba verlo así, tan relajado y feliz.

Camila y las demás chicas estaban riendo y empujándome, diciéndome que lo llamara ya. Me sentía un poco nerviosa, pero finalmente saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto.

-¿Qué estás haciendo?-, le pregunté, tratando de parecer calmada.
Enzo respondió de inmediato. -Te estoy haciendo señas de amor-, dijo. -Llámame después del partido-.

Me reí y puse el teléfono en mi bolsillo, pero no podía dejar de mirar a Enzo, que seguía sonriendo y haciendo señas en mi dirección.

Justo antes de que comenzara el partido, Enzo se levantó de su asiento y se dirigió hacia el vestuario. Me miró una última vez y me tiró un beso. Me sentí un poco sorprendida, pero sonreí y le devolví el beso.

Después de tirarme el beso, Enzo se dio la vuelta y desapareció en el vestuario. Me quedé sentada allí, sonriendo como una tonta y sintiendo mariposas en el estómago.

Camila me dio un codazo y me preguntó -¿Estás bien?-. Me limité a asentir y a sonreír, sin saber qué decir.

El partido estaba a punto de comenzar, pero yo no podía concentrarme. Estaba pensando en Enzo y en el beso que me había tirado. Me sentía emocionada y nerviosa, y no sabía qué pasaría después..

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora