Imposible.

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Me desperté sintiendo una emoción contenida, pensando en el partido de ese día y en Enzo. Pero mi felicidad fue interrumpida por el sonido de mi teléfono. Me estiré para alcanzarlo y vi que era mi hermana Antonela quien me llamaba.

-¡Hola, hermana!-, contesté, tratando de sonar más despierta de lo que realmente estaba.

-Maia, tengo algo que contarte-, dijo Antonela con voz triste. -paso algo, y no puedo ocultartelo maia-.

Mi corazón comenzó a latir más rápido, presentiendo que algo malo había sucedido. -¿Qué pasó?-, pregunté, tratando de mantener la calma.

-Maia la Abuela... La Abuela fallecio-, dijo Antonela, rompiendo en llanto.

Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. Mi abuela, mi querida abuela, había fallecido. Me parecía imposible, como si fuera un mal sueño del que iba a despertar en cualquier momento.

-¿Cómo?-, pregunté, tratando de procesar la información.

-Un accidente de auto-, dijo Antonela. -Estaba con mamá, ella iba conduciendo y... y no sobrevivió, pero mamá afortunadamente está bien-.

Me sentí como si el mundo se me cayera encima. Mi abuela era todo para mí, mi guía, mi apoyo, mi mejor amiga. No podía imaginar mi vida sin ella.

Comencé a llorar, desconsolada, mientras Antonela me hablaba al otro lado del teléfono. Me sentía perdida, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar.

Antonela trató de tranquilizarme, hablando con una voz suave y calmada. -Maia, lo siento mucho. Sé que esto es un golpe muy duro para ti. Pero necesito que sepas que mamá me pidió que no te dijera nada hasta que terminaran todos los partido-.

Me sentí un poco enojada al escuchar eso. -¿Por qué no me dijiste nada?-, le pregunté, tratando de contener mis lágrimas. -¿Por qué me lo ocultaron?-

-Maia, mamá sabía que te ibas a preocupar demasiado y que seguramente ibas  a querer venir para acá, pero Lean te necesita ahi- , explicó Antonela. -Pero yo sabía que no podía ocultártelo. Sé cómo sos, Maia. Sé que te enojarías si te lo ocultaba".

Me sentí un poco más tranquila al escuchar eso. Antonela siempre había sido mi confidente, mi hermana mayor que siempre sabía qué hacer. -Gracias por decírmelo, Anto-, le dije, llorando. -Gracias por ser honesta conmigo-.

-Siempre voy a ser honesta con vos, Maia-, me respondió. -sos mi hermana y te quiero. Estoy para vos, siempre-.

Después de la llamada de Antonela, mi día se convirtió en un borroso y triste recuerdo. Me sentía como si estuviera caminando en un sueño, sin poder despertar. La noticia de la muerte de mi abuela me había golpeado con fuerza, y no podía sacudirme la sensación de tristeza y pérdida.

Intenté hacer algunas cosas, como desayunar y prepararme para el partido, pero todo me parecía inútil. No tenía ánimos para nada.

Me senté en el sofá, con mi cabeza entre las manos, y comencé a llorar de nuevo. No podía creer que mi abuela se hubiera ido. Me sentía sola y abandonada, sin saber cómo seguir adelante sin ella.

Después de un rato, me di cuenta de que no podía ir al partido. No tenía la energía ni la motivación para ir. Me sentía vacía y sin ganas de hacer nada.

Así que llamé a mi entrenadora y le dije que no podía ir al partido. Ella me preguntó qué pasaba, y le conté sobre la muerte de mi abuela. Me dijo que lo entendía y que no me preocupara por el partido, que lo importante era mi bienestar.

Me sentí un poco aliviada al decidir no ir, pero al mismo tiempo me sentía culpable por no poder estar ahí para mí amigo y para Enzo.Me sentía como si estuviera fallando a mi equipo y a mí misma.

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora