Video Llamadas

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Durante las tres semanas que estuve en Nueva York, me enfocé en mi carrera y en el proyecto que había pospuesto. Fue un período intenso de trabajo, lleno de sesiones de fotos, actuación y ensayos. Me esforcé al máximo para dar lo mejor de mí y lograr mis objetivos.

A pesar de la distancia, Enzo y yo nos manteníamos en contacto a través de video llamadas. Hablábamos todos los días, compartiendo nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias. Me sentía afortunada de tener a alguien que me apoyara y me motivara desde tan lejos.

Sin embargo, no podía evitar extrañar a Enzo. Lo extrañaba cada día, cada hora, cada minuto. Me sentía vacía sin él, sin su sonrisa, sin su abrazo, sin su amor. Me preguntaba cómo estaría, qué estaría haciendo, si pensaba en mí.

Enzo me enviaba mensajes de texto y fotos para hacerme sonreír. Me decía que me amaba, que me extrañaba, que no podía esperar para verme de nuevo. Yo le respondía con el mismo amor y anhelo.

A medida que pasaban los días, mi anhelo por Enzo crecía. Me sentía como si estuviera viviendo en un sueño, como si mi vida en Nueva York fuera solo una ilusión. Lo único real era mi amor por Enzo, mi deseo de estar con él.

Pero sabía que tenía que ser fuerte, que tenía que enfocarme en mi carrera y en mi proyecto. Sabía que Enzo me estaba esperando, que me estaba apoyando desde tan lejos. Y eso me daba la fuerza para seguir adelante, para luchar por mis sueños.

Así que seguí trabajando, seguí luchando, seguí soñando. Y siempre, siempre, Enzo estaba en mi corazón, en mi mente, en mi alma.

Las sesiones de fotos para mi proyecto estaban programadas para realizarse en exteriores, en diferentes locaciones de la ciudad de Nueva York. Sin embargo, justo cuando íbamos a empezar, un temporal de lluvias azotó la ciudad, convirtiendo las calles en ríos y haciendo imposible trabajar al aire libre.

El equipo de producción y yo nos vimos obligados a posponer las sesiones de fotos por una semana, y luego por otra más, debido a la persistencia del mal tiempo. Me sentí frustrada y desanimada, ya que esto significaba que tendría que pasar más tiempo lejos de Enzo.

La espera se me hizo eterna. Me sentía como si estuviera en un limbo, sin poder avanzar con mi proyecto ni regresar con Enzo. Las video llamadas con Enzo se volvieron más frecuentes, pero incluso eso no era suficiente para calmar mi anhelo.

Enzo me decía que no me preocupara, que todo saldría bien, que valía la pena esperar. Pero yo no podía evitar sentirme desanimada. Dos semanas más sin Enzo parecían un infierno.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el temporal de lluvias comenzó a disminuir y pudimos reprogramar las sesiones de fotos. Me sentí aliviada y emocionada de poder volver al trabajo, pero sabía que todavía tendría que esperar un poco más para regresar con Enzo.

Las otras dos semanas fueron un poco más llevaderas gracias a las constantes video llamadas con Enzo. Me contaba sobre su día a día, sobre los niños y sobre los planes que tenía para nuestra futura vida juntos.

Me emocionaba especialmente cuando me hablaba sobre la nueva casa que había encontrado. Me decía que era más grande, con más espacio para vivir y para que pudiéramos llevar a cabo una convivencia más ordenada y tranquila.

Me describía cada detalle con entusiasmo. Me contaba que el baño era más grande, lo que significaba que sería más ordenado cuando yo llevara allí todas mis cosas. Me decía que el closet era enorme, que tendría espacio de sobra para mi ropa y mis zapatos.

Me hablaba sobre la cocina, más amplia y luminosa, perfecta para que pudiéramos cocinar juntos. Me contaba sobre el jardín, donde los niños podrían jugar y correr libremente.

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora