Acepto.

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Después de cinco meses de preparativos, finalmente llegó el día de mi boda con Enzo. Me encontraba en el camerino, rodeada de mis amigas, incluida Camila, quien me ayudaba a ponerme mi hermoso vestido de novia estilo sirena. El vestido era de color blanco puro, con un corset ajustado que resaltaba mi figura y una falda que se abría en forma de cola de sirena, cubriendo mis pies. Me sentía como una princesa.

Camila me ayudó a ajustar el velo y me dio un toque final en el peinado. -Estás hermosa, Maia-, me dijo con una sonrisa.

Justo entonces, escuché una voz familiar detrás de mí. -¿Puedo entrar?-, preguntó mi papá.

Camila me dio un abrazo rápido y salió del camerino, dejándonos solos. Mi papá se acercó a mí, con lágrimas en los ojos. -Mi pequeña hija-, dijo, abrazándome fuerte. -No puedo creer lo hermosa que estás-.

Me sentí emocionada al ver a mi papá tan conmovido. Nos abrazamos durante un momento, disfrutando del momento.

Finalmente, llegó el momento de salir. Mi papá me tomó del brazo y me llevó al jardín hermoso donde se celebraría la ceremonia. Enzo estaba esperándome al altar, con una expresión nerviosa en su rostro. Me vio y se limpió las lágrimas de sus ojos llorosos.

El momento en que mi papá me dejó con Enzo fue muy emotivo. Me abrazó fuerte y me susurró al oído -Te amo, hija. Sé feliz-. Luego, me tomó la mano y la puso en la mano de Enzo. Me miró a los ojos y asintió, como si me estuviera diciendo "Esto es lo correcto".

Enzo me sonrió y me apretó la mano. Camila y Julián, nuestros padrinos de boda, estaban a nuestro lado, sonriendo.

Llegó el momento de decir nuestros votos. Enzo comenzó, con una voz temblorosa y llena de emoción:

-Maia, mi amor, mi corazón late solo por vos. Desde el momento en que te conocí, supe que eras la persona con quien quería pasar el resto de mi vida. Sos mi mejor amiga, mi compañera, mi confidente, mi todo. Prometo amarte con todo mi corazón, con cada fibra de mi ser. Prometo cuidarte, protegerte y apoyarte en cada momento de nuestra vida juntos. Prometo reír con vos en los buenos momentos y llorar a tu lado  en los malos. Prometo  respetarte, amarte sin condiciones, sin reservas, sin miedo. Te amo, Maia, ahora y siempre-.

Me tocaba a mí, y comencé, con lágrimas en los ojos:

-Enzo, mi amor, mi alma gemela. Sos el sol que ilumina mi día, la luna que guía mi noche. Sos mi refugio, mi seguridad, mi hogar. Prometo amarte con todo mi corazón, con cada parte de mi ser. Prometo apoyarte en tus sueños, estar en los buenos y en los malos momentos. Prometo cuidarte, protegerte y amarte, te prometo mi fidelidad, amarte sin miedo, sin barreras y hacerte muy feliz tanto como vos me haces a mi. Prometo ser tu compañera, tu amiga, tu confidente. Te amo, Enzo, desde ahora y para siempre te voy a amar-.

Enzo se limpió las lágrimas de sus ojos y me sonrió, yo también sonreí y continuamos con la ceremonia.. El sacerdote comenzó a hablar, su voz era cálida y emotiva.

-Maia y Enzo, han llegado a este momento, dispuestos a unir sus vidas en el sacramento del matrimonio. Han prometido amarse y respetarse mutuamente, y ahora se comprometen a vivir juntos, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en el dolor, hasta que la muerte los separe-.

Luego, se dirigió a Enzo -Enzo, ¿aceptas a Maia como tu esposa, para amarla y respetarla, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en el dolor, hasta que la muerte los separe?-

Enzo respondió con firmeza -si, acepto-.

Luego, el sacerdote se dirigió a mí
-Maia, ¿aceptas a Enzo como tu esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la alegría y en el dolor, hasta que la muerte los separe?-

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora