Me da miedo.

103 6 0
                                    

Después de un desayuno ligero, decidimos ir a pasear en moto de agua. El viento en el cabello y el sol en la piel nos hizo sentir vivos y emocionados.

Después de un rato de diversión en el agua, regresamos al yate y nos relajamos en la cubierta. Enzo me tomó la mano y me miró con sus ojos profundos y amorosos. Me sentí como la mujer más afortunada del mundo.

Más tarde, Enzo me sorprendió con una cena romántica en el yate. La mesa estaba llena de velas y flores, y el ambiente era mágico. Comimos y bebimos vino, mientras el sol se ponía en el horizonte.

En un momento, Enzo se levantó y me tomó la mano. Me llevó a la cubierta y me abrazó. -Te amo-, me susurró al oído. Me sentí derretir en sus brazos.

La noche continuó con momentos aún más románticos. Bailamos bajo las estrellas, con la música suave y el mar como fondo. Fue una noche que nunca olvidaré.

Al final, nos sentamos en la cubierta, mirando el mar y disfrutando del silencio. Enzo me tomó la mano y me dijo -Estoy tan agradecido de tenerte en mi vida, Maia.
Sos todo lo que necesitaba-.

Me sentí conmovida y le respondí  -te amo, Enzo. Sos el hombre de mis sueños-.

Y así, rodeados de la belleza del mar y la luna, nos quedamos en silencio, disfrutando del momento y del amor que compartimos.

Los dos últimos días en la isla fueron absolutamente increíbles. Después de la cena romántica en el yate, Enzo y yo decidimos pasar el resto de nuestro viaje relajándonos y disfrutando del paraíso tropical que nos rodeaba.

El penúltimo día, nos despertamos temprano y fuimos a la playa para ver el amanecer. El cielo estaba pintado de colores rosados y naranjas, y el mar estaba en calma. Nos sentamos en la arena y disfrutamos del momento, tomados de la mano.

Después, decidimos hacer un pícnic en una playa solitaria. Enzo preparó una deliciosa comida y nos la llevamos en una canasta. Pasamos el día relajándonos en la playa, nadando y disfrutando del sol.

Por la noche, nos fuimos a un restaurante en la isla para cenar. La comida era deliciosa y la música en vivo nos hizo bailar. Fue una noche muy divertida y romántica.

El último día, decidimos hacer un tour en barco por las islas cercanas. Vimos arrecifes de coral y peces de colores. También nos detuvimos en una playa desierta para nadar y relajarnos.

Por la noche, regresamos al yate y nos preparamos para la cena de despedida. Enzo me sorprendió con un delicioso menú y una botella de vino especial. Nos sentamos en la cubierta y disfrutamos de la cena, mirando el mar y recordando los momentos increíbles que habíamos pasado en la isla.

Fue un viaje perfecto, lleno de amor, relajación y diversión. Me sentí muy afortunada de haber podido compartirlo con Enzo.

El viaje de vuelta a Londres fue agotador. Enzo y yo estábamos exhaustos después de nuestra aventura en la isla. Pasamos la mayor parte del vuelo durmiendo y descansando.

Cuando llegamos a Londres, nos sentimos aliviados de estar de vuelta en casa. Pero también estábamos muy cansados y solo queríamos descansar.

Al abrir la puerta de nuestra casa, fuimos recibidos con una linda bienvenida por nuestro perro Chocolate. Saltó sobre nosotros, ladrando y moviendo su cola con emoción. Nos abrazó con sus patas delanteras y nos lamió la cara. Fue un momento muy dulce y nos hizo sonreír.

Después de la bienvenida de Chocolate, nos fuimos directo a la cama. Estábamos demasiado cansados para hacer cualquier cosa más. Pasamos el resto del día descansando y durmiendo.

Por la noche, nos despertamos un poco y nos preparamos una cena ligera. Comimos en la cama, mientras mirábamos una película. Fue una noche tranquila y relajante, perfecta para recuperarnos del viaje.

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora