Quiero intentarlo.

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La noche con Enzo fue mágica. Después cenar nos relajamos juntos en el sillon, hablando y riendo. Me sentía como si estuviera en un sueño, como si todo fuera perfecto.

Enzo me abrazó y me besó, y me sentí como si estuviera flotando. Me llevó a la cama y me acostó a su lado, abrazándome fuerte.

Me sentía tan segura y protegida en sus brazos, como si nada malo pudiera pasarme. Me sentía como si estuviera en casa, como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo.

Ir a dormir con Enzo después de tantos días sin verlo fue como un regreso a la normalidad. Me sentía como si hubiera vuelto a mi hogar, como si hubiera encontrado mi refugio.

Me acurruqué en sus brazos y me sentí segura, sabiendo que él estaba allí para mí. Me dormí con una sonrisa en el rostro, sabiendo que Enzo me amaba y que yo lo amaba.

Durante la noche, Enzo me abrazó y me besó, y me sentí como si estuviera en un sueño. Me sentía tan feliz y tan segura, sabiendo que él estaba allí para mí.

Fue una noche perfecta, una noche que siempre recordaré. Y cuando me desperté a la mañana siguiente, Enzo estaba allí, sonriendo y listo para empezar un nuevo día juntos. Mientras yo me duchaba, Enzo se levantó y se puso a preparar el desayuno. Me encantaba saber que él estaba en la cocina, preparando algo delicioso para nosotros dos.

Cuando salí de la ducha, el aroma del café y los panqueques llenaba el aire. Me sentí emocionada y hambrienta al mismo tiempo.

Enzo me sonrió cuando entré en la cocina y me dijo -Buenos días, hermosa- me dijo mientras me besaba la mejilla.

Me senté a la mesa y Enzo me sirvió un plato de panqueques con frutas y miel, acompañado de un café caliente. Me sentí como en un hotel de lujo, con Enzo como mi propio chef personal.

Desayunamos juntos, hablando y riendo. Me sentía tan feliz y contenta, disfrutando de la compañía de Enzo.

Pero sabía que nuestro tiempo juntos estaba llegando a su fin, al menos por ahora. Enzo me recordó que tenía que ir a su entrenamiento y que debía irse pronto.

Me sentí un poco triste, pero sabía que era importante para él. Así que nos despedimos con un beso y una sonrisa, prometiéndonos que nos veríamos pronto.

Enzo me abrazó fuerte y me susurró al oído -Te amo, Maia. Nos vemos después-.

Después de que Enzo se fue, me quedé sola en la casa, sin saber qué hacer conmigo misma. Me sentía un poco perdida y aburrida, ya que había estado tan ocupada disfrutando del tiempo con Enzo que no había planeado nada para hacer durante el día.

Así que me pasé el día dando vueltas por la casa, intentando encontrar algo que me mantuviera ocupada. Miré televisión, leí un libro, pero nada parecía mantener mi atención.

Me encontré pensando en Enzo y en lo mucho que lo extrañaba, aunque apenas había pasado un par de horas desde que se había ido. Me sentía como si estuviera contando los minutos hasta que regresara a las dos de la tarde.

Intenté hacer algunas tareas domésticas, pero ni siquiera eso podía, ya que la casa estaba muy ordenada, Me sentía como si estuviera en un estado de limbo, esperando a que él regresara.

Cuando Enzo llegó a casa a las dos de la tarde, me encontró dormida en el sofá. Me había rendido al aburrimiento y la falta de sueño de la noche anterior, y me había quedado dormida sin darme cuenta.

Enzo se acercó a mí con una sonrisa en el rostro y me comenzó a despertar con besos suaves en la mejilla y en el cuello. Me sentí envuelta en una sensación de calma y felicidad, y mi cuerpo comenzó a responder a su tacto.

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora