Te amo.

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Me desperté sintiendo una sensación de calma y paz. Me giré y vi a Enzo sonriendo a mi lado. -Buen día-, me dijo, su voz suave y cálida.

-Buen día-, le respondí, sonriendo también.

Permanecimos así durante un rato, mirándonos y sonriendo, disfrutando del momento. Luego, me levanté para ir al baño, y cuando salí, Enzo estaba sentado en la cama, mirándome con deseo en sus ojos.

Me abrazó por la cintura y me dijo -Maia, por favor, quedémonos acostados un rato más-. Me empujó suavemente hacia la cama y caímos juntos, con Enzo encima de mí.

Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado, lleno de deseo y amor. Me sentí envuelta en sus brazos, sintiendo su calor y su pasión. El beso se profundizó y me perdí en la sensación de estar con él.

En ese momento, todo lo demás desapareció y solo existimos Enzo y yo, perdidos en nuestro amor..

Nuestros labios se movían al unísono, el beso se volvía más intenso y apasionado. Enzo me abrazaba con fuerza, su cuerpo pegado al mío, podía sentir su calor y su deseo. Me sentía envuelta en sus brazos, sin escapatoria, y no quería escapar.

Sus manos recorrían mi cuerpo, acariciándome, explorándome. Me sentía viva, electrizada, cada toque era como un rayo que me recorría el cuerpo.mi cuerpo se arqueaba hacia él, pidiendo más.

Enzo me miraba con ojos ardientes, su mirada me quemaba, me hacía sentir deseada, amada. Me besaba con pasión, con fuerza, como si no pudiera parar. Y yo no quería que parara, quería más, siempre más.

Me sentía como si estuviera flotando, como si nada más importara excepto ese momento, ese beso. Enzo me hacía sentir viva, me hacía sentir amada.

Sus manos recorrían mi cuerpo, acariciándome, explorándome. Me sentía como si estuviera en el cielo, como si nada más existiera excepto nosotros dos.

De repente, Enzo se detuvo, me miró a los ojos y me dijo -Quiero estar con vos siempre-. Me sonreí, me sentía feliz, me sentía amada.

-Yo también quiero estar con vos-, le respondí, mi voz llena de emoción.

Y nos besamos de nuevo, como si no hubiera un mañana, como si solo existiera ese momento.

Enzo comenzó a bajar sus labios hasta mi cuello, besándome suavemente. Me sentía en el cielo, su contacto me hacía sentir viva. Pero de repente, recordé que Enzo tenía un vuelo en unas horas.

-Enzo, tenes que irte-, le dije, tratando de separarme de él.

Enzo me miró confundido, -¿Qué pasa?-, me preguntó.

-Tenes que irte, podes llegar tarde-, le dije, recordándole su vuelo.

Enzo me miró con una sonrisa pícara, -Déjame seguir-, me dijo. -No va a pasar nada-.

Me empujó suavemente contra la cama y me volvió a besar, su boca cubriendo la mía. Me sentía débil, no podía resistirme a su contacto. Me rendí a su beso, olvidándome de todo lo demás.

Pero sabía que no podía quedarse, tenía que irse. Me separé de él, -Enzo, de verdad, tenes que irte-, le dije.

Pero Enzo no quería soltarme, me abrazó fuerte, -Un minuto más-, me suplicó.

Pero sabía que no podía quedarse, tenía que irse. Me separé de él, -Enzo, de verdad, vas a llegar tarde y escaloni te va a matar-, le dije, tratando de ser firme.

Enzo me abrazó con fuerza, me besó con pasión y me susurró al oído -Te amo, Maia. No te olvides de mí-.

Me sentía débil en sus brazos, no podía resistirme a su contacto. -como si pudiera olvidarte- le dije mientras le devolvía el abrazo, le besé con la misma pasión y le susurré -Te amo, Enzo-.

Huellas de un amor || Enzo Fernández Donde viven las historias. Descúbrelo ahora