𝐄𝐍𝐃 𝐆𝐀𝐌𝐄 || 𝐑𝐨𝐛𝐢𝐧 𝐋𝐞 𝐍𝐨𝐫𝐦𝐚𝐧𝐝

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No me esperaba para nada que Robin estuviese en el piso cuando me despertara. Lo peor fue que parecía que ya llevaba un rato ahí, y yo en cambio durmiendo. Más vergüenza no podía estar pasando. Eso me pasaba por haber estado dándole vueltas toda la noche, habría manifestado o algo como decía la gente por redes sociales, no creía en eso, pero ahora tal vez empezaría a creérmelo.

Después de que Sara me diera el zumo que le había pedido las dos nos sentamos en el sofá donde estaba Robin.

—Bueno Robin. ¿Tenéis algún partido pronto los de la real? — Preguntó Sara con toda la confianza de que se conocieran de toda la vida. Siempre había querido tener esa facilidad que tenia Sara con todo.

—El sábado que viene, en una semana — Fue lo que contestó Robin mientras continuaba mirándome.

Joer se estaba haciendo muy difícil mirarle ahora que había pasado lo de anoche. No sabia que decirle. Quería continuar con eso que decidí, de simplemente no decir nada, pero era como si tuviera la necesidad de decir algo, entonces contenerme se me estaba haciendo complicado.

—¿Dónde es? Tal vez si nos pilla cerca vamos — Continuaba hablando Sara.

—En San Sebastián.

—Pues no nos pilla muy cerca — Dijo Sara riéndose — Ya otra vez será.

Robin vio el reloj que llevaba en la muñeca y hizo una mueca de desagrado — Ya es tarde. Creo que debería irme ya, tengo que volver a San Sebastián.

Los tres nos levantamos para dirigirnos a la puerta. No quería levantarme, no me quería despedir de Robin. Quería que se quedara, todo el tiempo que quisiese.

Sara se despidió primero con un abrazo como el otro día. Después, como hace semanas, me tocó a mi abrazarlo.

Pero no fue como la otra vez, era diferente, no sabría muy bien explicarlo, pero se sintió completamente diferente. La primera fue algo rara pero perfecta, en este abrazo había algo de nostalgia y cariño, o algia si, no sé.

—Ya nos veremos — Murmuró Robin mientras me miraba y cerraba la puerta tras suya.

Nos volveríamos a ver, esa era la magia de esa frase. Esas se habían convertido en mis palabras favoritas en las ultimas semanas. Aunque ahora no era solo la magia de las palabras quien nos hacía que nos juntáramos de nuevo, sino el hecho de que nosotros siempre lo buscábamos.

Cuando Robin cerró la puerta empecé a contarle todo a Sara de lo que había pasado desde el momento en que ella se separó de nosotros. Y sobre todo le conté detalladamente lo que había pasado al llegar al piso.

Pero Sara no parecía muy sorprendida o emocionada cuando se lo conté. Una vocecita me decía que Robin y ella habían estado bastante rato hablando, y quizá Robin se habría ido de la lengua contándole lo que debería haberle contado yo. Lo que decía, me estaba robando a mi mejor amiga.

—Me alegro mucho Noa — Murmuró poniéndome una mano en el hombro mientras me sonreía — Serás la mujer de un futbolista.

—Ay Sara que estas diciendo. Solo nos hemos besado.

—Sisis pero tu prométeme que me mantendrás y me dejarás vivir en el sótano de vuestra mansión de gratis.

—Digo yo que Robin también tendría que opinar — Dije mientras tiraba el zumo que había acabado a la basura.

—La opinión de ese no me preocupa — Sentenció.

Había pasado prácticamente toda la mañana durmiendo y ya la había perdido. En verdad cuando me desperté ya casi era de comer, pero es que no tenia ninguna gana de hacer nada recién levantada. Solo me quedaba toda la tarde del domingo para hacer algo, pero no valía la pena así que decidí quedarme en casa.