𝐄𝐍𝐃 𝐆𝐀𝐌𝐄 || 𝐑𝐨𝐛𝐢𝐧 𝐋𝐞 𝐍𝐨𝐫𝐦𝐚𝐧𝐝

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Aunque Robin no fuese a jugar el próximo partido todavía tenía que entrenar cada día, cosa que deseaba con todo mi corazón. Lo bien que sería que pudiésemos tener una semanita para los dos de descanso.

Pero mejor que no lo pensara mucho porque era algo que de verdad quería y que de ninguna manera podía tener.

Lo bueno es que él no estaba tan estresado, así que era todo relajadito para él.

—Hoy no te aburrirás — Dijo Robin que estaba preparándose en nuestra habitación del hotel para poder irse al entrenamiento.

—No, hoy no estaré aquí sola esperándote — Le dije mientras sacaba cosas de la maleta.

Sara me dijo el otro día que iba a venir para ver la semi final, y que si llegaban a la final se quedaría.

—¿Y Sara como ha hecho para pagarse una habitación en este hotel? — Preguntó.

—Digamos que los padres de Sara no son tan humildes como hacen parecer. Además, a Sara le ha gustado el futbol desde pequeña y sus padres siempre han estado dándole muy buenas experiencias en eso.

—¿Y sabemos algo de ese tema de Sara y tu hermano?

—No, no sabemos nada — Suspiré mientras me sentaba en el borde de la cama.

—Bueno. Ya te lo dirán cariño — Murmuró mientras se acercaba para besarme en la cabeza y despedirse — Me voy ya.

—Suerte.

 

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Sara y yo después de haber estado paseando un rato nos sentamos en el interior de una cafetería que habíamos visto muy bonita desde fuera.

No tenía ni idea de cómo podía decírselo, aunque creo que ella se dio cuenta.

—¿Estás bien Noa? — Me preguntó, estaba seria, pero no tanto como para imaginarse lo que le estaba a punto de decir.

—No — Solté con más rapidez de la que hubiera podido imaginar.

—¿Qué pasa? — Volvió a preguntar, esta vez cambiando su semblante a más seriedad.

Tragué saliva y respiré hondo.

—Llevo unos días sintiéndome rara... — Empecé mirando abajo, sin tener que mirarla a los ojos — Ya sabes que ha habido alguna que otra vez que he vomitado sin razón.

—¿Te has vuelto a enfermar estando aquí? Ya te dije que trajeras ropa más abrigadora.

—No, no es eso. Es que entre el estar enferma, la decisión de vivir con Robin, la preocupación por los partidos y también con el tema de ver a Robin... Han pasado muchas cosas, y hasta ahora no me he dado cuenta de que ha habido algo que justamente no ha pasado...

Sara intentaba encontrar sentido a lo que estaba diciendo.

Claro, ni siquiera podía imaginarse lo que estaba insinuando.

—No me ha bajado, y tendría que haberlo hecho hace una semana y media.

Enseguida Sara abrió mucho los ojos y llevándose las manos a la boca.

—¡Que dices! Madre mía, no puede ser — Exclamó.

—Shhh — Chisté yo para que se diese cuenta que no éramos las únicas que estábamos en la cafetería. Y que si se ponía a gritar así molestaría a los demás clientes, aunque no nos entendiese.