Seamos tú y yo

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**POV de Lisa**

El sonido del motor de la motocicleta resonaba en las calles mientras Lisa conducía hacia la casa de Jennie. Aunque había insistido en que Jennie la esperara, Lisa no pudo evitar sentirse nerviosa. Sus pensamientos giraban en torno a lo que había ocurrido en los últimos días: la charla con Jennie, el beso que compartieron, y la creciente tensión entre ellas que parecía cada vez más difícil de ignorar.

Finalmente, llegó a la casa de Jennie. Se estacionó y apagó el motor, sacándose el casco mientras respiraba hondo para calmar sus nervios. No podía dejar que sus emociones tomaran el control, no ahora. Subió los escalones de la entrada y tocó el timbre.

La puerta se abrió lentamente, y Jennie apareció, con una sonrisa leve y sus ojos brillando con una mezcla de emoción y algo de cautela.

—Hola, Lisa —saludó Jennie, apartándose para dejar que Lisa entrara.

—Hola, Jennie —respondió Lisa, tratando de sonar tranquila mientras entraba a la casa.

Jennie cerró la puerta tras ella, el sonido del clic resonando en el aire silencioso. La atmósfera entre ellas era palpable, cargada de algo que ninguna de las dos estaba dispuesta a nombrar en voz alta. Se miraron por un momento, cada una evaluando a la otra, intentando leer lo que no se estaba diciendo.

Jennie fue la primera en romper el silencio.

—¿Cómo te fue hoy? —preguntó, su voz suave.

—Bien, supongo. Solo... muchas cosas en la cabeza —admitió Lisa, desviando la mirada brevemente.

Jennie asintió, sabiendo exactamente a qué se refería. Se acercó un poco más a Lisa, sus pasos lentos, pero seguros. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, extendió una mano para tocar el brazo de Lisa.

—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Jennie, su voz apenas un susurro.

Lisa sintió el calor de la mano de Jennie a través de su chaqueta, y un escalofrío recorrió su cuerpo. No quería hablar, no quería racionalizar lo que estaba sintiendo. Quería dejarse llevar, aunque sabía que era peligroso.

—No quiero hablar ahora, Jennie —respondió Lisa, mirándola a los ojos, su tono más bajo y profundo.

Jennie no retiró su mano; en cambio, dejó que su toque se deslizara por el brazo de Lisa, hasta llegar a su mano. Sus dedos entrelazaron los de Lisa con una suavidad que contrastaba con la tensión que las rodeaba.

—¿Entonces qué quieres hacer? —preguntó Jennie, su tono también bajando, casi como si estuviera retando a Lisa.

Lisa no respondió con palabras. En cambio, se inclinó hacia Jennie, acercando sus labios a los de ella con lentitud, dándole la oportunidad de detenerla si quería. Pero Jennie no se movió, no retrocedió. Se quedó allí, esperando, hasta que los labios de Lisa finalmente tocaron los suyos.

El beso fue suave al principio, un simple roce, pero pronto se convirtió en algo más intenso, cargado de todo lo que ambas habían estado reprimiendo. Lisa soltó la mano de Jennie solo para envolverla en sus brazos, acercándola más a ella, profundizando el beso.

Jennie respondió con igual fervor, sus manos recorriendo la espalda de Lisa, sintiendo cada músculo bajo su ropa, su cuerpo presionándose contra el de ella. El beso, que había comenzado con una exploración lenta, se transformó en un intercambio de deseo y necesidad.

Lisa la empujó suavemente hacia la pared más cercana, sin romper el beso. Sus manos comenzaron a explorar el cuerpo de Jennie, deslizándose bajo su blusa, sintiendo la calidez de su piel. Jennie soltó un leve suspiro contra los labios de Lisa, un sonido que solo la animó a continuar.

Rivales del corazón. JENLISA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora