3.

1.1K 90 7
                                    


Esperó cerca del establo, sabía que él se quedaba hasta último momento para luego acomodar todas las espadas, era una persona muy organizada y siempre procuraba que las espadas que él utilizaba estuvieran en el mejor estado posible.

Observó como todos se alejaban, cuando estuvo solo, comenzó a hablar.

—Puede que seas muy silenciosa, pero no hay nada que se le escape a un Capa Dorada. —murmuró mirando hacia donde ella estaba escondida. —¿Sabe la princesa que algunos soldados utilizan este lugar para cambiarse? —Val se puso completamente roja. —Espero que no y solo este ahí escondida por otra razón.

Val, un poco avergonzada, aún sentía sus mejillas coloradas.

—No estaba espiando. —se apresuró a decir. —Solo quería hablar con usted a solas.

—Muy bien. Dígame.

—Necesito que me enseñe a usar la espada. —explicó con seriedad. —Mis hermanos han sido instruidos casi desde que aprendieron a caminar, pero a mí se me ha negado esto y quiero que usted me enseñe.

—Princesa... —el hombre se acercó a ella y luego se agachó para estar a su altura. —no es correcto que una mujer aprenda a utilizar la espada.

—¡Exacto! —respondió dando un pequeño salto de emoción mientras que Sir Harwin la miraba extrañado. —No soy una mujer. Al menos no aún. Puede enseñarme.

El hombre soltó una carcajada.

—No es lo que quise decir...

—Pero técnicamente lo dijo. ¿No es así?

Val se sentía poderosa, sabía que en su mente encontraría respuesta para cada una de las cosas que él podría decirle. Había ensayado miles de posibles conversaciones, miles de posibilidades y eso, en vez de hacerla sentir ansiosa, le generaba seguridad.

—Es que —se apresuró a continuar. —, me dicen que debo pasar mis días aprendiendo a tejer, leyendo o bordando. A Helaena le gusta bordar —comenzó a tirar de sus dedos, aunque quería aparentar confianza, estaba muy nerviosa. —, y todos creen que a mi también me gusta, porque hago bordados muy bonitos, pero me es terriblemente aburrido. La verdad es que mi tía los borda por mi mientras los demás no ven. —dijo en tono confidencial y el hombre rió por lo bajo. Luego ella bufó y se acomodó un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja. —. Simplemente no soporto pincharme con las agujas. Odio que me digan que debe formarse un callo y que para eso tengo que seguir pinchándome.

—Podría pedirle a su abuelo ser la copera del consejo, princesa. Estoy seguro de que él estaría feliz.

—Lo único que haría que soporte esas tediosas horas de silencio, hilos y patrones, es aprender a usar la espada, como mis hermanos.

—Val, que aprendas a usar la espada junto con tus hermanos sería otro motivo para que los demás se burlen de ti. ¿Entiendes? —Sir Harwin se sentó y le extendió la mano para que ella hiciera lo mismo junto a él. —No pongas a prueba mi paciencia, pequeña —por un momento Val creyó que la estaba regañando pero al instante se dió cuenta de que estaba hablando para sí mismo. —. Puedo controlarme un poco cuando tus hermanos son golpeados, pero si alguien llegara a reírse de ti o a lastimarte…

La niña sintió un nudo en su estómago, sin pensarlo lo abrazó.

—Sir Strong. Sé que usted nos quiere, a mí, a mis hermanos y a mi mamá... y que haría lo que sea por nosotros. Que estaría dispuesto a dar su vida por cualquiera de nosotros —se separó un poco y bajó la mirada.

—Si, eso es verdad princesa. Hice un juramento y daría mi vida por cualquier miembro de su familia.

—No me refiero a eso y usted lo sabe —lo pinchó. —. Sé que usted es mi padre.

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora