39.

166 14 1
                                    

Aemond soltó un ruido parecido a una risa, cosa que hizo que Val lo miró sin entender.

—Solo tú eres capaz de seguir preguntando y buscando respuestas —acarició el cabello de la rubia con delicadeza. —. Solo tú puedes seguir intentando y creyendo en mí cuando ni siquiera yo mismo lo hago.

Val lo miró a los ojos, sintiendo una mezcla de amor y desesperación. El hombre que tenía enfrente era el mismo que había arrebatado la vida de su hermano, pero también era el mismo que la hacía reír, con el que podía pasar horas en silencio sin que resultara incómodo, la misma persona que amaba desde que tenía 10 años.

—Porque quiero creer en ti —susurró ella. —Si realmente Aegon estaba allí alguien debe saberlo.

Aemond bajó la mirada, con su mano aún acariciando el cabello de Val, pero en ese momento tomo su cabello entre sus manos y la besó de forma desesperada, la envolvió en sus brazos atrayéndola más cerca de su cuerpo.

Ella no dijo nada. No necesitaba palabras. En ese instante, las dudas, los miedos y las heridas quedaron en suspenso, y lo único que importaba era el deseo mutuo de no perderse el uno al otro.

Aemond la sostuvo con más fuerza mientras Val se acomodaba mejor sobre sus piernas, sintiendo el calor de su cuerpo envolviéndola. Sus manos comenzaron a explorar la familiaridad de su piel, como si ambos necesitaran reconfirmar que estaban ahí, juntos, pese a todo lo que los separaba. Val sentía su corazón latiendo frenéticamente, mientras sus manos temblorosas recorrían la espalda de Aemond, buscando en ese contacto una sensación de seguridad que solo él parecía poder darle.
Se separaron brevemente, ambos respirando con dificultad. Él llevó una mano al rostro de Val, apartándole algunos mechones de cabello que se habían soltado. Sus ojos reflejaban algo más profundo que el simple deseo; había arrepentimiento, y una promesa silenciosa de estar ahí para ella, por mucho que el pasado los atormentara.

—Val... —comenzó a decir otra vez, pero ella lo interrumpió.

—No digas nada —pidió suavemente—. Solo... quédate conmigo esta noche.

Aemond asintió, sin decir palabra, y la levantó con cuidado, cargándola en sus brazos. La llevó hasta la cama y la depositó allí con ternura. Val lo observó en silencio mientras él se deshacía de su capa y botas, antes de unirse a ella.

La besaba con una intensidad casi feroz. Los suspiros de la princesa se entrelazaban con los suyos mientras sus cuerpos se acercaban más, piel contra piel, buscando en el otro una calma que solo juntos podían encontrar. Las manos de Aemond, fuertes pero cuidadosas, recorrieron cada parte de su cuerpo, trazando caminos en su piel como si quisiera memorizarla.

Val temblaba bajo su toque, no solo por el deseo que la invadía, sino por la oleada de emociones que la sobrecogían. Sentía el peso de todo lo que había sucedido entre ellos, el dolor de la pérdida, la confusión, pero también el profundo amor que todavía latía con fuerza entre ambos. Cuando los labios de Aemond se deslizaron sobre su cuello, ella no pudo evitar aferrarse a él, como si temiera que en cualquier momento todo desapareciera.

El príncipe detuvo sus caricias por un breve instante, mirándola con adoración. Se inclinó sobre ella para que sus labios se encontraran con los suyos una vez más, esta vez con una lentitud calculada.

Las manos de Aemond se detuvieron en su vientre, acariciándolo con una ternura que hizo que Val contuviera el aliento. Su mano bajó un poco más, hasta llegar hasta su intimidad que ya sentía ardiendo y palpitando. Su esposo comenzó a mover sus dedos con suavidad haciéndola morderse el labio. Enredó una de sus piernas a la cadera del rubio y tiró la cabeza hacia atrás. Los movimientos se volvieron más enfáticos, las caderas de Valaena se movían por voluntad propia mientras intentaba no hacer ningún ruido. De seguro alguien había visto entrar a Aemond y lo había reconocido; no le gustaba la idea de que alguien creyera que el principe estaba teniendo sexo con alguien que no fuera ella, su esposa.

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora