7.

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Una semana, ese era el tiempo que su madre le había dado para decidir su futuro. Tenía tan solo siete días para planificar una vida entera.

Val pasó toda la noche pensando, con la mirada fija en las sombras que danzaban en el techo de su habitación. Sentía un nudo en la garganta y otro en la boca del estómago; las manos le sudaban. No había estado así de nerviosa en su vida. Pero claro, tenía motivos.

No quería que su madre eligiera a su futuro esposo, ya que sabía muy bien cuál sería el seleccionado, y a ella nada le daba mayor horror que el hecho de vivir en el frío. Incluso Silverwing odiaba aquel lugar; todos conocían la historia sobre la vez que su dragona había desobedecido la orden de su Alysanne. Su dragona siempre se ponía inquieta y furiosa cuando el viento del norte les golpeaba el rostro durante sus vuelos. No iba a permitir que estuviera incómoda día y noche viviendo en aquel lugar.

De repente una idea pasó por su cabeza, se sentó en la cama y a los pocos minutos ya se encontraba caminando alrededor de su habitación, sopesando los pros y los contras de su plan.

Valaena se jactaba de ser una buena estratega, pero no quería que sus emociones e impulsos le jugaran una mala pasada. Necesitaba pensar, tener la mente fría.

Finalmente, cuando los primeros rayos del amanecer se filtraron por las ventana y completamente segura de que su plan era plausible, salió de su habitación.

El plan tenía que permitirle ganar tiempo, alejarse de las miradas vigilantes de su madre y de Daemon, y, sobre todo, tomar las riendas de su propia vida.

Sabía que sus hermanos tampoco estarían de acuerdo con su elección, pero, eso ya no le importaba.

Se dirigió hacia la cámara de su madre con pasos decididos, su mente ya estaba completamente lista para actuar; sabía que podría funcionar, que el plan tenía que funcionar.

Rhaenyra la recibió con una mirada expectante.

—Madre —comenzó Val, tratando de mantener su voz firme y serena—. He pensado en lo que dijiste y... creo que necesito alejarme un poco para aclarar mis pensamientos.

Rhaenyra la observó con cautela.

—¿Alejarte? ¿A dónde, exactamente? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Al Valle —respondió Val rápidamente—. Lady Jeyne Arryn me ha expresado en varias oportunidades que puedo ir a pasar un tiempo a Nido de Águilas cuando lo desee. Creo que este es el mejor momento para contar con su amabilidad. Me permitirá reflexionar sobre mi decisión sin la presión constante de la corte.

Rhaenyra entrecerró los ojos, evaluando las palabras de su hija.

—Nido de Águilas es un lugar seguro, lejos de los conflictos —agregó Val, anticipando las objeciones de su madre—. Además, Lady Jeyne siempre ha sido una amiga fiel de nuestra familia. Allí podré pensar con claridad. Tienen lugar adecuando para Silverwing por lo que no se verán afectados por su llegada.

Hubo un momento de silencio mientras Rhaenyra pensaba en la propuesta.

Val sabía que su madre desconfiaba, pero también que no podía rechazar una opción tan razonable sin parecer opresiva. Si se negaba podía desatar la furia de la joven y eso no le convenía a nadie.

—Está bien —dijo finalmente Rhaenyra, aunque con cierta reticencia en su voz—. Pero tendrás solo una semana. Siete días para decidir qué es lo que realmente quieres.

Val asintió, ocultando su alivio.

—Lo entiendo. Gracias, madre.

Con una inclinación de cabeza, Val salió de la habitación, sus pasos se aceleraron mientras se dirigía nuevamente a su habitación. Su plan estaba en marcha. Sabía que si quería tener una oportunidad de cambiar su destino, debía ser valiente y astuta.

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora