El silencio que siguió duró unos minutos, al menos hasta que Aemond salió de la habitación. Val tenía la cabeza llena de pensamientos, no podía creer que no pudieran pasar un día entero sin discutir por algo. Era agotador.
Miró a Helaena dormir, abrazada a sí misma, aunque dormida seguía intranquila.
La puerta de la habitación se abrió y su esposo entró seguido de su madre, la cual se acercó a su hija.
—Bebe. Despierta. —le dijo en un tono que jamás había escuchado en ella, no la creía capaz de demostrar ternura o amor por algo... o alguien.
Helaena abrió los ojos, seguramente reconociendo la voz de su madre.
—Se irá... —comenzó pero Alicent la detuvo.
—Vamos a tu habitación. Vamos. —tomó la mano de su hija; ella obedeció, pero cuando estuvo de pie miró a Val y la abrazó; susurró en su oído. —No lo dejes caer.
Val quedó paralizada ante la frialdad de la voz de Helaena la cual acto seguido, caminó a paso tranquilo.
Detrás de su madre. Antes de abandonar la habitación, Alicent le dedicó una mirada a su hijo.—¿Por qué hiciste eso? —la joven puso los brazos en forma de jarra.
—Es su madre y lleva calmándola toda su vida. —respondió en tono seco, el mismo tono que usaba con los demás, nunca con ella.
—Yo dormí en la misma habitación que ella por años. Sé cómo calmar sus nervios. —el tono que él estaba usando la hacía sentirse ofendida.
—Para después alimentar sus fantasías. —se le acercó y se paró delante de ella. —El tema está terminado. No voy a volver a hablar de ello y no quiero que tú tampoco vuelvas a hacerlo.
Valaena lo miró con incredulidad, ese no era el hombre que había prometido quererla y creerle siempre.
Cerró los ojos por un segundo, al volver a abrirlos, sin decir más, giró sobre sus talones y salió de la habitación. No podía quedarse allí ni un segundo más.
Al bajar por las escaleras del castillo, un guardia se apresuró a interceptarla.
—Lady Valaena —dijo, inclinándose—. Su familia está por partir y desean despedirse de usted.
El corazón de la princesa dió un vuelco. Se había olvidado por completo de la inminente partida de su familia. Mientras caminaba intentaba tranquilizarse, no podía demostrarles que estaba siendo bastante infeliz, porque era así, en ese momento era completamente infeliz, con su vida y con el hombre que supuestamente iba a tener que compartirla.
Al llegar, fue recibida por su madre y hermanos. El ambiente era solemne, aunque cargado de afecto. Después de abrazar a su madre y despedirse de sus hermanos, notó que Joffrey, no la miraba, de hecho había mantenido la vista en el piso todo ese tiempo.
—¿Qué sucede, Joff? —le preguntó, agachándose para estar a su altura.
El niño la miró, sus ojos llenos de lágrimas contenidas.
—No quiero irme —dijo con la voz temblorosa—. Quiero quedarme aquí... quiero seguir entrenando con Aemond. Me gusta estar aquí con ustedes.
Valaena sintió una punzada en el corazón. Sabía cuánto significaba para Joffrey poder entrenar con Aemond, se había convertido muy rápidamente en parte de su rutina, ella jamás había visto a su hermano tan feliz. Volteó a ver a su madre, que miraba al niño con preocupación y un poco de molestia, estaba segura de que ya habían tenido esa conversación y que su madre se había negado.
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La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen
FanfictionValaena Velaryon, la primogénita de Rhaenyra Targaryen y Laenor Velaryon, segunda en su nombre. Apodada "La Flor de la Corona", podría tener lo que desee, pero lo único que la hará feliz es lo único que parecería ser lo que no le conviene... Aemond...