4.

603 50 27
                                    

—Val. Valaena. ¡Despierta! —la voz de Helaena sonaba demasiado aguda, claramente estaba nerviosa. La sacudía del brazo intentando que despertara de una vez. —Algo sucedió.

La niña se sentó en la cama con un poco de dificultad, era demasiado temprano como para que alguien la despertara.

—¿Qué pasa Hel? Aún no amanece. ¿Qué soñaste? —preguntó frotándose los ojos con pereza.

—Lo que debía suceder... —murmuró en tono lúgubre y salió de la habitación.

Val, un poco llevada por la curiosidad y otro por la preocupación, la siguió, pero cuando puso un pie en el pasillo no la vió, lo que si pudo notar es que había un movimiento demasiado extraño en el castillo para ser esa hora. Muchos guardias y sirvientes iban y venían como si fueran las primeras horas de la tarde. Comenzó a caminar, casi empujada por el movimiento, sin saber bien a donde la estaban llevando.

En su camino pudo escuchar algunas palabras sueltas:

Aemond. Luke. Ataque. Ojo. Daga. Vhagar.

Ninguna palabra le daba información, pero todas juntas la asustaban.

Cuando entró al salón encontró una escena que la asombro. La muchedumbre se encontraba en circulo, había leves murmullos, Val se hizo paso hasta llegar casi al centro.

—¿Va a sanar no es cierto maestre? —escuchó la voz de Alicent, parecía aterrada, la niña se acercó aún más para poder ver qué pasaba.

—La piel sanará —dijo el hombre con un tono calmo, hablaba pausadamente, como si quisiera elegir muy bien sus palabras. —. Pero me temo que ha perdido el ojo, su majestad.

En el momento en el que todos ahogaron un grito, Val logró ver quién era el herido... Aemond.

La puerta del salón volvió a abrirse y su madre entró corriendo.

—¡Jace, Luke! —gritó, claramente ya había escuchado lo que había sucedido. Corrió hacia ellos, los abrazó, luego revisó las heridas de sus hermanos y buscó con la mirada a Valaena, la cual se encontraba a algunos metros. Su madre estiró la mano pa que se acercara a ella, cosa que la niña hizo. —¿Quién hizo esto?

—¡Ellos me atacaron! —gritó en su defensa Aemond.

—¡Él atacó a Baela! —dijeron sus hermanos.

Las voces comenzaron a mezclarse. Luke gritaba que no había sido a proposito, que estaba defendiendo a Jace. Jace gritaba que Aemond iba a matarlo. Aemond se defendía de las acusaciones. Los que no habían estado presentes daban su opinión sobre lo sucedido. Mientras tanto, Rhaenyra apretaba la mano de Val con todas sus fuerzas, la niña ya casi no sentía sus dedos, pero no se animaba a decirle absolutamente nada a la mujer.

—Solo nos defendimos, te lo juro —le dijo Luke cerca del oído. —. Es un maldito. —agregó refiriéndose a Aemond.

La atención de todos se volvió hacia la puerta cuando Viserys entró cojeando, apoyado en su bastón, con el rostro pálido y la mirada severa.

—¡Silencio! —reclamó el rey, su voz resonando en el salón. —Exijo que me digan exactamente lo que ha sucedido aquí.

Alicent dio un paso adelante, sosteniendo la mano de Aemond, sus ojos llenos de lágrimas.

—Aemond fue atacado por tus nietos —dijo, con la voz quebrada. —. Mira lo que le han hecho a tu hijo.

Rhaenyra dio un paso hacia adelante, soltando la mano de Valaena por un momento.

—Eso no es cierto. Mis hijos se defendieron de Aemond. Él fue quien atacó primero a Jace.

—¿Y qué del ojo de mi hijo? —interrumpió Alicent, casi gritando. —¡Tu hijo le ha sacado un ojo, Rhaenyra! ¡Hay una deuda que saldar! ¡Tomaré el ojo de tu hijo!

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora