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La habitación de Val estaba iluminada por la tenue luz cuando llegó la noticia de que Jace estaba llegando; estaba herido pero sobreviviría y eso hacía que se alegrara un poco.

Sabía que lo que estaba a punto de proponer no sería bien tomado por su madre, pero estaba segura de que era la única opción.

Tomó la mano de Aemond, que la mirada como si fuera la verdadera reina de todo aquel lugar, lo que la hacía sentirse un poco más segura y, comenzó a dirigirse a la sala en donde se encontraba su madre.

Cuando la puerta se abrió, y vió a Rhaenyra parada en medio del espacio, su mirada era intensa, revelando la carga que ambas llevaban en el corazón. Val respiró hondo, buscando las palabras adecuadas.

—Madre, necesitamos saber la verdad sobre lo que sucedió con Luke —comenzó, la determinación en su voz contrastando con la tristeza en sus ojos—. Sé que lo que ese hombre dijo es verdad, sé que Aemond no fue el responsable de su muerte. —su esposo bajó la mirada, estaba incómodo, aunque no quería demostrarlo. —Además no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras los verdes hacen lo que quieren.

Rhaenyra frunció el ceño, considerando las palabras de su hija.

—¿Qué propones? —preguntó, su voz apenas un susurro en la atmósfera tensa.

Val se acercó, su rostro estaba iluminado por la ferviente determinación.

—Regresaremos a la Fortaleza Roja  —declaró—. Debemos reunir a un grupo selecto de nuestros leales y utilizar nuestra posición para obtener información. Desde dentro, podemos socavar la influencia de los verdes.
Las ideas fluyeron entre ellas como un río crecido. Val delineó su plan con precisión, cada detalle surgiendo de su mente estratégica.

—Primero, debemos enviar espías para obtener información clave sobre los planes de los verdes.

—Yo sé quiénes son los más confiables. —agregó Aemond
Rhaenyra lo miró con desconfianza, pero luego observó a su hija.

—Y organizar reuniones secretas con aquellos que estén descontentos con el régimen actual. También es crucial unificar fuerzas y reclutar a otros nobles que deseen derrocarlos.

Su madre escuchaba atentamente, su expresión cambiaba entre la duda y la determinación.

Sin embargo, la duda la asaltó, recordando el dolor y la traición que había sufrido en la fortaleza.

—¿Y si el regreso te expone? —preguntó, la vulnerabilidad era evidente en su voz.

Val no titubeó.

—Si no actuamos ahora, cuando Aegon está herido y Aemond puede ser la cara visible, estamos condenados a vivir con miedo y sufrimiento. Necesitamos luchar por lo que es nuestro —dijo, la pasión en sus palabras despertando la chispa de la resolución en el corazón de Rhaenyra.

—¿Quién te asegura que cuando esté al mando, con el poder a su alcance no me traicione? —no miró a Val para hacer la pregunta, miró directamente a Aemond.

—No va a traicionarme. —respondió la princesa.

—¡Es un asesino, Valaena! Lo único que quiere es poder para sí mismo. —gritó Rhaenyra, y la dureza de sus palabras se sintió como un golpe en el aire, reverberando en la habitación.
Aemond, que había mantenido una expresión controlada hasta ese momento, levantó la mirada. Dio un paso adelante, encarando a Rhaenyra con una intensidad que parecía desbordarse de su cuerpo.

—¡Basta! —replicó con voz quebrada, aunque fuerte, cortando el aire con la desesperación que llevaba guardada por tanto tiempo—. Estoy harto, Rhaenyra. Sé que me odias, pero soy tu hermano, por mucho que nos pese somos familia. —suspiró y luego siguió hablando. —No tienes idea de cuánto te admiraba cuando era niño. Eras la única a la que nuestro padre parecía prestar atención, y yo... yo solo quería ser visto, ser reconocido. Pero crecí, y me di cuenta de que nunca te importamos. No te interesaba ninguno de nosotros.

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora