9.

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Las horas pasaron rápidamente mientras Val y Helaena conversaban en la cálida luz de la tarde. A medida que el sol comenzaba a descender, tiñendo la habitación con tonos anaranjados y rosados, las dos mujeres compartieron historias y recuerdos. Helaena le contó a Val sobre sus hijos y la vida en la Fortaleza Roja, mientras que Val le habló sobre sus últimos meses en Rocadragón.

—Serás su escudo. Debes serlo. Solo así se salvará.

De repente Helaena se había quedado con la mirada fija, murmuraba aquellas palabras, pero no le estaba hablando a ella o al menos eso parecía.

Justo cuando Val estaba a punto de preguntarle qué era lo que quería decir, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Aemond entró, fue como si el tiempo se detuviera para Val. La figura que se presentó ante ella era tan familiar como extrañamente desconocida. Habían pasado años desde la última vez que lo había visto, desde que compartieron su infancia juntos. Entonces, Aemond había sido un niño de ojos intensos y actitud seria, siempre cargando con una responsabilidad demasiado grande para su edad. Pero ahora... ahora era un hombre. Había crecido, su figura esbelta y alta se llenaba con la presencia de un guerrero. El rostro afilado, la mandíbula marcada, y la mirada que siempre había sido aguda ahora brillaba con una intensidad que la dejó sin aliento. Su cabello plateado caía por sus hombros, y el parche que cubría su ojo izquierdo solo acentuaba el misterio y la fuerza que emanaba de él. Pero más allá de su apariencia, había algo en su porte, en la manera en que la miraba, que despertó en Val un torrente de emociones que había creído olvidadas.

Cuando eran niños, Val siempre había sentido una extraña conexión con él, una mezcla de admiración y ternura, algo que nunca había comprendido del todo. Era el único que podía desafiarla sin miedo, el único que la hacía cuestionar sus propias decisiones.

Había sentido su ausencia cuando dejó la Fortaleza Roja, pero el tiempo y la distancia la habían ayudado a enterrar esos sentimientos, o al menos eso había creído. Sin embargo, al verlo ahora, todo volvió de golpe. Su corazón dio un vuelco, recordándole aquellas sensaciones confusas, esa mezcla de nerviosismo y curiosidad que siempre la había invadido cuando estaba cerca de él. Pero algo era diferente. El niño que había conocido se había convertido en un hombre, y la conexión que alguna vez había sido suave y amable ahora estaba teñida de algo más oscuro, más intenso.

Sus ojos se encontraron, y Val sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. En la mirada de Aemond había algo que no podía descifrar, algo que la perturbaba y la atraía al mismo tiempo. Pero en lugar de la cálida bienvenida que había esperado, o al menos una sonrisa de reconocimiento, encontró solo frialdad y desdén. Esa intensidad que una vez la había hecho sentir segura ahora la hacía sentir vulnerable.
Val sintió que su garganta se cerraba y su estómago se encogía. ¿Qué había pasado con el niño que una vez había conocido? ¿Qué había cambiado entre ellos para que la mirara así, como si fuera una extraña, o peor, como si fuera su enemiga?

Intentó sonreír, como si eso pudiera romper la tensión entre ellos, pero sus labios temblaron.

—Aemond... —murmuró, su voz casi inaudible.

Pero él no respondió, no de inmediato. En cambio, sus ojos recorrieron su rostro, como si buscara algo en ella que ya no estaba. Sintió que algo se rompía dentro de ella. ¿Había esperado demasiado tiempo para regresar? ¿Había cambiado tanto que Aemond ya no la reconocía?

Finalmente, cuando habló, su voz era fría y distante, una sombra de lo que ella recordaba.

—Valaena —dijo, y su nombre sonó casi como una acusación en sus labios-. No tenía idea de que estarías aquí, de lo contrario...

No terminó la frase, pero el mensaje estaba claro. El Aemond que había conocido se había ido, reemplazado por este hombre que la miraba con desconfianza y algo más, algo que ella no podía identificar. Y aunque una parte de ella quería acercarse, buscar el vínculo que una vez compartieron, otra parte le decía que retrocediera, que lo que había entre ellos ahora era peligroso.

La Sangre del Dragon ~ Valaena Velaryon ~ Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora