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Me hundí en mis pensamientos mientras seguía a la criada. ¿Por qué Lord Namgoong me estaba llamando? ¿Fue por el fiasco que había sucedido cuando salimos ayer? Pero que ese incidente se le mencionara al propio Lord Namgoong... ¿No era solo una pelea de niños? Aparte de eso, no tenía ni idea.

—Aquí estamos.

Había llegado a un espacio amplio y abierto, con algunos pabellones esparcidos. Era mi primera vez allí y la atmósfera se sentía ligeramente diferente del resto del complejo, ya que la seguridad en esta zona era bastante estricta. De uno de los pabellones salió un hombre mayor con una túnica azul, acompañado por un hombre joven.

—Hola, señorita Baengri. ¿Por casualidad se acuerda de mí?

Era la primera vez que veía al más joven, pero recordé haber visto a este anciano el día que llegué al clan Namgoong.

—¿No es el Administrados Seop?

—Qué bien, entonces sí se acuerda de mí.

Era Seop Jagang, el administrador del clan Namgoong.

—Éste es mi hijo. Me está ayudando y aprendiendo en el trabajo.

—Me alegro de conocerte —dije—. Baengri Yeon de los Baengri, a tu servicio.

—He oído mucho sobre ti.

Muchos más signos de interrogación llenaron mi cabeza mientras escuchaba al hijo del Administrador Seop presentarse. ¿Por qué estoy saludando al administrador del clan Namgoong y a su hijo...? Reprimí mis preguntas cuando terminamos de saludarnos y el Administrador Seop me condujo a uno de los pabellones. Solo cuando entré al pabellón entendí por qué la seguridad aquí era tan estricta. Esta era el área de almacenamiento del clan Namgoong.

Pronto descubrí que papá también estaba allí. Corrí directamente hacia él. —¡Padre!

—Baengri Yeon, no deberías correr en...

Ya estaba en sus brazos antes de que pudiera terminar su frase.

Padre suspiró y continuó: —Di hola primero.

Miré hacia donde él miraba y me di cuenta de que tanto el Señor Namgoong como Namgoong Wan estaban presentes. —Oh, hola.

Había estado demasiado concentrada en mi padre como para haberlos notado. Con las manos entrelazadas a la espalda, el señor Namgoong se rió magnánimo y asintió con la cabeza. El señor Wan también me hizo un gesto con la barbilla.

El Señor Namgoong me dijo gentilmente: —¿Estás bien?

—¡Sí, claro!

—Escuché que ayer saliste con Ryuchung.

—¡Lo hice!

¿Era por eso que me habían llamado aquí? ¿Qué tan curioso era que Namgoong Ryuchung hubiera dejado su casa...? Negué con la cabeza para mis adentros.

—¿Y escuché que comiste dumplings con tu padre y Wan?

—¡Sí!

Luego puso cara de decepción: —¿Por qué no le pediste a tu abuelo que te acompañara?

—¿Qué?

—A tu abuelo también le gustan los dumplings, ¿sabes?

Abrí la boca y me quedé sin palabras.

El señor Wan chasqueó la lengua con irritación y dijo: —Padre, basta de charlas. Vayamos al grano.

El señor Namgoong miró al señor Wan con una expresión que decía: "No eres divertido". —¿Por qué no echas un vistazo?, —me dijo.

YeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora