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En la oscuridad, se oyó en el jardín el sonido de pasos que se acercaban.

—Se separaron antes de lo que pensaba. Pensé que hablarían un rato.

Un sirviente colocó el pájaro que estaba posado en el brazo de Seok Gayak en su jaula. Era un pájaro que se veía comúnmente en las calles y que no se criaba habitualmente como mascota.

—Dijo que tenía que volver a casa rápidamente. Ha pasado demasiado tiempo desde que se fue.

—No te desanimes. Tú también necesitas descansar. Recuerda que tu herida aún es bastante grave. —Seok Gayak parecía estar prestando poca atención. Mientras el sirviente con la jaula de pájaros desaparecía en la distancia, el médico imperial Seok continuó—: ¿Has hablado con ella?

—¿Acerca de?

—Sobre esa habilidad suya.

—No, no lo he hecho

El médico imperial Seok parecía no poder creer lo que acababa de escuchar.

—¿Debería haberlo hecho? —preguntó inocentemente Seok Gayak.

—¡Por supuesto! —empezó el médico, pero Seok Gayak lo interrumpió.

—Pero ella tampoco me preguntó nada. ¿Cómo podría hacerlo entonces?

—¿Qué?

—Ella no me preguntó nada. Ni por qué le dijiste lo que le dijiste, ni tampoco sobre cómo me hice esta herida en primer lugar.

Baengri Yeon no le había preguntado a Seok Gayak sobre su herida, por lo que no podía preguntarle sobre su habilidad, no cuando tampoco planeaba contarle el secreto detrás de su lesión. Era una promesa tácita: no preguntaré por ti, así que no preguntes por mí. Llegarían a un entendimiento sin tener que decir una palabra.

Seok Gayak sonrió levemente. —Ella solo preguntó si estaba bien que siguiéramos reuniéndonos, eso es todo.

—Y qué dijiste en respuesta? —preguntó el médico imperial Seok después de un momento.

—Dije que estaría bien. Bueno, solo le di una breve explicación. Le dije que hay alguien que no quiere que aprenda a usar la espada, alguien que quiere que me quede callado.

—¿Y eso funcionó?

—Sí. Además, ¿sabes qué dijo después?

El médico imperial Seok lo miró como instándolo a continuar.

—Ella dijo: ¿Quieres mi ayuda? —terminó, y luego se echó a reír.

El médico imperial Seok parecía no poder decidir si reír o llorar. —Esa niña es... una tonta.

De repente, Seok Gayak se puso serio. —No llames tonta a Yeon. —Después de un momento, añadió—: Pero... no te equivocas.

***

Cuando llegamos de nuevo al clan Baengri, ya era media noche.

Mi padre me bajó del caballo bajo una cascada de luz de estrellas. En cuanto mis pies tocaron el suelo, tiré de su mano. —Date prisa, date prisa.

—¿Qué ocurre?

Agarré la mano de mi padre y lo arrastré a su habitación.

Nos cruzamos con Geumswe en el camino. —¡Oh, señorita! ¿Adónde va? Tiene que lavarse...

—¡En un rato! —respondí.

Entré en la habitación de papá, cerré la puerta detrás de nosotros y me aseguré de que no hubiera nadie más antes de hablar. —Padre.

YeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora