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Era junio. Las cigarras cantaban con fuerza en el verde intenso del bosque y hacia tanto calor que hasta el más mínimo movimiento hacia sudar a cualquiera.

Mas allá de una persiana traslucida había una cama con un montón de mantas y un niño pequeño sentado en el borde. Una voz tranquila resonó en la habitación silenciosa. —¿Cuándo vas a despertar?

El viento soleado se coló por la ventana y le hizo cosquillas al rostro pálido y mortal del niño. Era Jaegal Hwamu, que parecía estar durmiendo profundamente, además de estar un poco pálido.

Cuando se desplomó por primera vez, no tenia idea de que las cosas resultarían así. Estaba preocupada por él, pero naturalmente pensé que despertaría pronto. Pero ya había pasado mas de un mes y todavía no mostraba señales de despertar.

¿Y si nunca despierta...? Me sacudí el siniestro pensamiento que había logrado colarse en mi cabeza.

Aunque el jefe de su clan estaba en esa condición, ni siquiera pudimos pedirle ayuda al clan Jaegal. Dijo que no se llevaba bien con su madre y que ella estaba tratando de matarlo. Si ella descubriera que Jaegal Hwamu no se despertaba, ¿no saltaría de alegría y enviaría a potro asesino?

Por supuesto, estaría a salvo de un ataque en el clan Baengri. ¿Le pidió protección al abuelo porque sabía que esto sucedería? ¿Cuál es el secreto detrás de la habilidad del Médico Divino? ¿Y qué pasa con el veneno que cree que está afectando a Padre...? Había tantas preguntas sin respuesta, y la única persona que podía proporcionar las respuestas estaba dormida.

—Empiezo entonces —dije, aunque no podía oírme.

A mi señal, Muyeong comenzó a montar guardia. Coloqué mi mano sobre el estómago de Jaegal Hwamu, sobre su centro de qi. La fuerza natural fluyó de las puntas de mis dedos, mezclándose con su qi interior. Pronto, estaba canalizando su qi interior a través de los meridianos que atravesaban todo su cuerpo.

La primera vez que hice circular a la fuerza a Jaegal Hwamu, no me di cuenta porque la circulación por sí sola era demasiado difícil para que notara algo más, pero ahora podía ver que, por alguna razón, los meridianos que rodeaban su centro de qi superior estaban bien desarrollados y bien abiertos. A juzgar solo por el estado de su cabeza, nunca se diría que estaba sufriendo un bloqueo de meridianos.

Sin embargo, sus meridianos se estrecharon rápidamente a medida que se alejaban de su cerebro. Después de ayudar a su circulación de qi todos los días durante el último mes desde que regresé al clan Baengri, ahora podía medir la velocidad del bloqueo de sus meridianos.

Unos dos años más... Ese era el tiempo que le quedaba antes de que sus meridianos quedaran completamente bloqueados. Su condición tampoco podía considerarse buena antes, pero desde que se desplomó en la posada, había comenzado a deteriorarse significativamente.

Tampoco pude sacarle ninguna información a Muyeong. Todo lo que dijo fue que Jaegal Hwamu se había esforzado demasiado. Y de alguna manera, supe que ese esfuerzo excesivo era culpa mía.

A diferencia del pasado, una sola circulación de qi no fue suficiente para detener o romper su bloqueo de meridianos. Jaegal Hwamu no tenía suficientes reservas de qi interno, y mi fuerza natural no fue suficiente para reponerlas. Había sido suficiente antes, pero su condición había empeorado mucho esta vez... Por eso, recientemente, me había centrado en derretir las medicinas espirituales que había tomado en el pasado que se habían acumulado en sus meridianos e incorporarlas a su qi interno para aumentar sus reservas.

Abrí los ojos y observé cómo la luz dorada se disipaba de mis ojos en el espejo de bronce que había colocado antes. ¿Cuánto tiempo más podría ganar con esto? No podía decirlo. Miré a Jaegal Hwamu, cuyos ojos seguían cerrados aunque ahora tenía un poco más de color en las mejillas, y a su gato que había aparecido de repente de la nada.

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