Extra: La Propuesta

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Tiempo Persuasivo: 33 segundos.

Seth.

La noticia de la chica lo vuelve una versión de César que esperaba que no volviera jamás. Cuando la seriedad se apodera de él se vuelve inhumano. Es como volver a empezar, todo mi avance hecho con la intención de descifrarlo se desvanece.

El tiempo no lo vuelve menos reservado, mi constantes intentos de derribar los muros de sus secretos son en vano. Mientras se oculte tras la máscara de indiferencia no descubriré que lo hace ser como es.

Me irrita esa máscara al mismo tiempo que me intriga, es fascinante verlo cambiar.

—Tienes prohibido relacionarte con personas sin el permiso del líder, todo Blanchard debe seguir las reglas.

Se hace tonto.

—Quiero a la chica —declaro —, es perfecta.

No encuentro rastros de molestia o disgusto, de nuevo soy un algo inanimado al que observa sin emoción. En lugar de hablarme gira la cabeza en dirección a Stanley.

—La misión era matar al jefe de la pandilla —le recuerda a Stanley —. Jamás se dijo algo sobre conocer chicas.

—Fue el percance.

—¿Y King?

—No le hemos informado el cambio de locación, él está lidiando con la mercancía, ajeno a lo sucedido.

La conversación no se vuelve una discusión, tampoco llega al punto de gritos, César habla con Stanley como si le preguntara del clima.

Ser una sombra debe ser una ventaja, desde mi liberación es lo contrario. Soy invisible, no tengo voz en nada, estoy en la categoría de inestable dentro de los Blanchard, mi estado es delicado. Se me sigue en cada paso, se analizan mis acciones, me estudian el comportamiento. Todo es anotado para llegar a manos de mi padre, así se evalúa mi estado.

Lo único impidiendo mi exclusión es la orden de Sasha, cuando se me asignó como futuro líder. Mientras no se me repudie en la familia como a Gian, mantendré el puesto. Las condiciones son las mismas, pareja e hijos para obtener el liderazgo o la muerte de mi padre, cualquiera que venga primero.

—Cavaliere —lo llamo y me ignora —. César.

Los ojos de ambos voltean en mi dirección.

—Un momento.

Prefiero mil veces su lado coqueto al de sobreprotección. Me perturba la idea de que vea en mí un niño al que debe proteger. Mi inestabilidad no me hace incompetente.

En realidad me inquieta no saber que lo tiene obsesionado conmigo.

—Habla conmigo, no soy un niño del que estás a cargo.

Incluso me hace sentir como uno cuando debo pedirle que me trate como adulto.

—Déjanos, Stanley.

César es el único que no se mueve de su lugar, no me detengo hasta que mis pies descalzos tocan sus zapatos resplandecientes.

—No eres mi maldito padre —le informo —. Si quieres un informe de lo sucedido me lo pides a mi. Tengo la capacidad mental para hacerlo, no quede mal para que necesites preguntarle a alguien más.

Mis Víctimas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora