Extra: Nuestra Prisión

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Tiempo Afligido: 14 días.

Seth.

La mansión es un caos, hay cojines en los suelos, juguetes esparcidos en los rincones. Noto calcetines sin par en las escaleras, incluso pequeños zapatos. Es lo primero en verse cuando uno sale de su habitación.

Los libros sin ser terminados descansan en mesas y entre los sillones, están junto a los vasos medio vacíos de líquidos que no reconozco. También hay tazas demasiado frágiles para estar al alcance de unos niños.

La mansión está empezando a verse como un hogar, siento mi cuerpo temblar ante la realización.

Esto no es un hogar, es nuestra prisión.

Están tan cómodos siendo prisioneros que se acostumbran al encierro.

—Esto es un desastre.

Tengo la necesidad de recoger cada mínimo objeto que haga ver nuestra prisión como un hogar. Se vuelve mi tarea del día, empiezo a juntar lo que está a mi alcance.

—¿Qué haces? —Elian se detiene a mi lado con su típico ceño fruncido.

—Ordeno el lugar.

Mi cuñado inspecciona el espacio familiar, está pensativo.

—¡Mikhail! —grita — ¡Deimer!

Los gemelos aparecen por el camino de la cocina y mi padre llega de otro lugar. Al escuchar Deimer imagino que creyó que le hablan a él.

—No grites —dice uno.

—A mami no le gusta.

Se pone a la altura de los niños, estos no le quitan los ojos de encima. Mi padre tampoco aparta su mirada de Elian.

—Su tío Seth no tiene que juntar su desorden.

Lo que menos deseo es que se le regañe a los niños por algo que hice porque quise, son sus cosas el único que hizo mal en tocarlas fui yo.

—Es asunto mío el querer ordenar, no de ellos. Sabes cómo soy, Elian.

Me escucha aunque no me ve a la cara, sigue atento en los niños, están igual de confundidos que mi padre.

—Ayúdenle a su tío.

Apenas se mueven unos pasos cuando papá detiene a los gemelos por sus cabezas.

—Busquen a su abuelo —les ordena papá y los niños corren en dirección contraria de donde está el desorden —. Los gemelos no tienen que pagar por la sensibilidad de Seth.

—Es su desorden, deben aprender desde pequeños que deben ordenar el desastre que hagan.

Pretende ignorarlo mientras usa su celular, Elian me mira como si tuviera idea de lo que hace. Con el tiempo que tiene en la familia debería saber que papá dejó de confiarme sus planes desde que mostré mi apoyo hacia Skyler. Con el intento de suicidio dudo que vuelva a confiar en mí.

—Dije que yo me encargaba...

—Ya me encargué —me interrumpe papá mientras se da vuelta —. Lo único que los gemelos deben aprender es el significado de su apellido, no son niños cualquiera, son mis nietos.

No es una conversación, dice la última palabra.

Regresa a lo que hacía, encerrarse en su despacho y pretender que no vivimos bajo el mismo techo hasta el almuerzo, a veces hasta la cena y en ocasiones hasta el día siguiente. Se queja de mi sensibilidad al desastre cuando él tiene que encerrarse para desestresarse de la cantidad de personas en la mansión.

Mis Víctimas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora