Extra: Bum-bum

507 47 35
                                    


Tiempo Exaltado: 22 minutos.

Seth.

Existen muchos traumas en mi vida, mi hermano diría que soy más trauma que persona. Jamás creí que el fuego se volvería uno de ellos.

No es mi método favorito para quitarle la vida a las personas, de nada me sirve un cuerpo quemado. Deseo preservar los cuerpos hasta obtener sus corazones para mi colección. Una vez completado el proceso, el fuego suele ser mi mejor opción para deshacerme de los cuerpos que solo estorban.

Me aterra el fuego, me hace querer mojar mis pantalones. Me produce un pánico indescriptible aunque esté lejos de mi alcance, sin presentar un peligro.

Estoy en el bosque rodeado de fuego que me lastima.

La ropa comienza a estorbar, arrojo mi gorro lejos y mi abrigo le sigue, los guantes son los siguientes en desaparecer, no me dejan mover las manos como quiero.

No es suficiente, aún ardo.

Con la navaja que se me dio para adentrarme al bosque, rasgo el resto de mis prendas. No veo nada por las lágrimas, ni escucho nada por mi llanto, al igual que mi falta de aire.

Las manos me tiemblan, la navaja se me resbala de las manos tantas veces que lloro con enojo.

La sensación de arder no desaparece, ni siquiera cuando logro dejar mi pecho al descubierto. Las piernas me fallan haciéndome caer de rodillas. Mi llanto no cesa por más que entierre mi rostro en mis manos, con tantas fallas y siendo una soy incapaz de hacerlo.

Tal vez así tenga que morir, en llamas. Mis pecados se pagarán en este infierno.

—Seth...

Primero me cercioro que no sea la Muerte quien esté llamándome. De serlo, no sentiría que muero y sus palabras se entenderían.

Mi nombre apenas es entendible proviniendo de esa lejana voz. Algo cálido cubre mi espalda, una gruesa tela que quiero arrancarme como todo lo demás, el problema son mis manos que no responden.

Esa persona sigue hablando aunque no creo que siga dirigiéndose a mí, el tono es distinto, agresivo, un tipo de balbuceo enojado.

—Me estoy quemando —susurro para que me ayude a apagarlo —, el fuego me quema.

Voy a morir por el fuego.

—No hay fuego, solo nieve.

No puedo ver nada más que manchas por las lágrimas, aunque tiene razón, distingo lo blanco aún con una vista borrosa, es lo único a mi alrededor.

El dueño de la voz cubre con su cuerpo la blancura de la nieve, se coloca frente a mí, luciendo como una mancha oscura. Me limpia las lágrimas con manos cubiertas por guantes, lo sé por el frío material que aleja un poco el ardor que siento en mi cara.

Las manos que alejan el ardor me atraen hasta envolverme en un abrazo, al cual soy incapaz de resistirme por mi debilidad. Me hago consciente del frío, del temblar de mi cuerpo que se esfuerza en sobrevivir.

Me está dando calor, su calor.

De nuevo escucho el intento de habla, ahora más un murmullo que un balbuceo.

—No comprendo...

Hay una lucha interna entre mi corazón y mi respiración por demostrar cuál hace más ruido. No es suficiente con que las manos me tiemblen, ni que mis ojos no paren de derramar lágrimas, tampoco soy capaz de captar los sonidos a mi alrededor.

Mis Víctimas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora