25. Un Ángel

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Seth.

Trataba de saber que era lo que Axel quería decirme, solo bebía lo que Stanley le había dado como si nada pasara, miraba alrededor con mucho interés. Puro silencio.

— Si que tienes un lindo hogar— finalmente habló, pero no era lo que quería escuchar— todo moderno.

— ¿Para que viniste?— le pregunté— no es que no aprecie tu presencia, eso es obvio, la aprecio y mucho pero no en mi mansión, nada en contra de ti, solo que no me gusta que mucha gente venga. Son cosas de higiene que es muy aburrido explicar, por eso apreciaría que respondieras mi pregunta.

— Oh es verdad, solo que está bebida me dejó encantado— miró a Stanley— ¿Tu la preparaste? Es deliciosa.

— Si muy talentoso, solía trabajar en un bar— respondí la pregunta por Stanley— ahora habla, se que te encanta hacerlo y tener una platica con quien sea, pero estoy impaciente en este momento.

— Bueno, tu abuelo, me refiero a Vladimir, el Blanchard, ya sabes el de ojos azules, quien tiene cara de amargado todo el tiempo que nunca se separa de su esposa, el responsable de que ahora tengamos a Sedrick con nosotros, el que puso el espermatozoide para que se hiciera, quien parece odiar a Sedrick más que todos y a sí mismo por crearlo.

— Axel...

— No habló de tu otro abuelo, el de cabello negro con ojos cafés, el no es de quien te contare mi preocupación, Adán es otra historia, adoro a ese hombre, he hablado muy pocas veces con el, pero es un gran sujeto. En la fiesta de los gemelos tenía un gran pedazo de pastel que Sedrick hizo que tirara sobre mi, Adán me dio el suyo y luego fue a hablar con Sedrick.

— No es necesario que me expliques todo, se de quien hablas, se que quieres contarme de mi abuelo Vladimir, puedes continuar.

— Es que adoro molestarte, te desesperas con facilidad y como no puedo hacerlo con algún otro Blanchard porque termino golpeado lo hago contigo— sonrió— pero bueno.

— Termina— lo único que termino fue su bebida y le entregó la copa a Stanley— que desesperante eres.

— Hazme otra y una para el que probablemente la necesitara— le pidió a Stanley— lo que te quiero decir que es Vladimir ya sabe tu secreto, sabe de tu mafia.

Hubo un gran silencio, Axel mantuvo su sonrisa mientras me veía y Stanley trajo su bebida luego noto mi gran silencio. Fue como si mi corazón hubiera parado de latir y la sangre ya no fluyera por mi cuerpo dejándome sin vida, simplemente fuera de este mundo.

— ¿Qué le pasó?— preguntó Stanley.

— Le dije que su abuelo Vladimir ya sabe de su pequeña mafia.

— Oh no.

Empecé a reaccionar lentamente, me di cuenta de lo grave que seria todo de ahora en adelante con mi abuelo, y las cientas de cosas que debería explicarle ahora que lo sabe. Axel bebió de la nueva copa que Stanley le había entregado.

— Dame tranquilizantes— le pedí amablemente a Stanley, ya no podia con tantas cosas, iba a explotar y eso no seria nada bueno— los necesito.

— No puede tomar por al menos cuarenta y ocho horas, ingirió una fuerte cantidad y no soportaría más.

Cuando menos me lo esperaba ya estaba tirando todo a mi alrededor, Stanley se mantuvo quieto y alejado esperando que terminara, sabía que sin tranquilizantes no podría hacer mucho. Tire de todo al suelo causando mucho ruido, llegué a romper muchas cosas que tenia. Pero nada me importaba en ese instante solo quería agotar todas mis fuerzas.

Mis Víctimas #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora