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Era una tarde tranquila cuando Hitomi decidió salir a comprar un libro. Ranma sabía cuánto disfrutaba ella de ir a la biblioteca, pero también sabía que cuando lo hacía, se perdía en su propio mundo y podía tardar horas eligiendo qué llevarse. Por eso, decidió adelantarse a casa.
Al llegar, Kasumi le dio la bienvenida con su habitual sonrisa.
Kasumi: —¡Hola, Hitomi! Qué bueno que llegaste. ¿Podrías hacerme un favor? Se me olvidó poner las toallas en el baño después de lavarlas esta mañana. ¿Podrías llevarlas?
Hitomi: —Claro, Kasumi. No hay problema.
Tomó las toallas y subió las escaleras. A medida que se acercaba al baño, escuchó voces. Reconoció la voz de Ranma, pero había otra más, que no logró identificar de inmediato. Recordó situaciones anteriores, como la vez que encontró a Ranma con Shampoo en una situación comprometedora, y se sintió un poco nerviosa. Decidida, tocó la puerta.
Hitomi: —Ranma, traje las toallas. No hay ninguna en el baño porque Kasumi las lavó.
Desde el otro lado, escuchó la voz de Ranma.
Ranma: —¡Está bien, entra!
Sorprendida por lo despreocupado que sonaba, abrió la puerta y entró. Colocó las toallas en su lugar y al girarse, se encontró con Ryoga, completamente sumergido en la tina, su rostro lleno de desconcierto. Parecía incapaz de procesar la situación.
Ryoga: —(En voz baja) ¿Qué... qué está pasando aquí?
Hitomi se sintió un poco aliviada al ver que era Ryoga y no otra chica como Shampoo. Sonrió y lo saludó amablemente.
Hitomi: —Hola, Ryoga. No quería interrumpirlos. Les dejo su espacio para que terminen de bañarse.
Antes de irse, Hitomi se giró nuevamente hacia Ryoga.
Hitomi: —Por cierto, compré galletas chinas de almendras. Si quieres, pasa por mi cuarto después.
Ryoga, todavía en shock, asintió torpemente.
Ryoga: —Ah... claro, gracias, Hitomi.
Ella salió del baño con calma, dejando a ambos chicos solos. Ryoga, aún con la cara enrojecida por la sorpresa, miró a Ranma, quien se levantó del agua y se puso una toalla alrededor de la cintura.
Ryoga: —¿Cómo... cómo es posible que la dejaras entrar así como si nada? ¿Acaso no tienes vergüenza o pudor?
Ranma, sin inmutarse, se encogió de hombros.
Ranma: —Con Hitomi no hay problema. Ella y yo... bueno, es diferente. No nos preocupamos por esas cosas.
Ryoga: —(Confuso) ¿Cómo que no se preocupan? ¡Ella te vio casi desnudo y tú ni te inmutaste! ¡No entiendo! ¿Están tan avanzados que ya no les da pena?
Ranma sonrió, pero con un toque de melancolía en su expresión.
Ranma: —No es eso. Es solo que... con Hitomi, siento que no tengo que pretender. Ella me conoce de verdad y me acepta como soy. No hay nada que ocultar.
Ryoga se quedó en silencio, sorprendido por la sinceridad de Ranma. Nunca había visto ese lado de él, tan abierto y vulnerable.
Ryoga: —Supongo que no lo había pensado de esa forma. Siempre creí que solo eras un tipo impulsivo y sin modales...
Ranma: —Bueno, no digo que no lo sea. Pero con Hitomi... es diferente. Es como si pudiéramos ser nosotros mismos, sin tener que preocuparnos por lo que piensen los demás.
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Reencarne en Ranma 1/2
Jugendliteratur**Mi Vida en el Mundo de Ranma** Nunca pensé que mi vida tomaría un giro tan extraño, pero aquí estoy, renacida como la hermana gemela de Akane Tendo en el alocado mundo de *Ranma ½*. Mi vida anterior, llena de éxitos en el mundo de las inversiones...