Capítulo 62

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Al llegar la tarde, Hitomi terminó de atender a sus últimos clientes, y al girarse para ver cómo iban los demás, se encontró con una escena caótica que sería un desastre. Kuno había sacado su katana y estaba persiguiendo a Ranma por el restaurante. La situación ya se estaba descontrolando.

Ranma esquivaba los golpes con destreza, pero cada movimiento de Kuno derribaba sillas y mesas a su paso. Los pocos clientes que quedaban se apresuraban a salir del lugar. La tensión en el aire era palpable, y Yuta, el mesero que los había recibido, ya no mostraba la sonrisa amable de antes. Ahora estaba claramente irritado, su expresión endurecida mientras observaba la destrucción que Kuno estaba causando.

—¡Ranma Saotome! —gritaba Kuno—. ¡No solo has tomado el corazón de Hitomi, sino que también te atreves a acercarte a Akane! ¡Eres un traidor despreciable!

Ranma intentaba calmar la situación mientras esquivaba otro ataque de Kuno, pero claramente no estaba logrando nada.

—¡Cálmate, Kuno! —gritó Ranma mientras saltaba sobre una mesa—. ¡Esto no tiene nada que ver conmigo!

Justo cuando parecía que Kuno iba a asestar otro golpe, Yuta intervino, sujetando a ambos por los hombros con una fuerza sorprendente. Su tono bajo y amenazante dejó claro que su paciencia se había agotado.

—Chicos... ¿quién va a pagar por todo esto?

El silencio cayó sobre el restaurante. Kuno, con la katana aún en la mano, intentó zafarse del agarre de Yuta, pero Hitomi, quien había estado observando todo desde una esquina, decidió que ya era suficiente. Si la situación se salía de control, ellos tendrían que pagar los daños, algo que no podían permitirse.

Se acercó rápidamente y habló con voz firme.

—¡Basta, Kuno! —exclamó, captando la atención de ambos.

Kuno detuvo su movimiento y giró para mirarla. Al verla, su expresión cambió. Por un instante, pareció que el mundo alrededor de Kuno se paralizaba mientras intentaba procesar la situación. La comparación entre Hitomi y Akane era inevitable. Había algo en la serenidad de Hitomi que lo desconcertaba, una madurez que jamás había notado antes.

—Hitomi Tendo... —murmuró, bajando lentamente su katana—. Pensó, ¿Cómo es posible que ambas sean tan hermosas? ¡Dos diosas bajo el mismo techo! Jamás me di cuenta de lo que tenía frente a mí.

Hitomi lo miró con severidad, pero manteniendo la calma.

—Kuno, esto ya es suficiente —le dijo, su voz tranquila pero firme—. No sé  que te provocó, pero no puedes hacer un escándalo y más cuando estamos  trabajando.

Kuno, sorprendido por la franqueza de Hitomi, guardó su katana en su funda, pero antes de que pudiera marcharse, sintió que ella tomaba su mano. Kuno se giró, expectante, pensando que tal vez Hitomi iba a confesarle algo.

—Kuno... —dijo ella, mirándolo a los ojos—. Paga los gastos.

Kuno se quedó perplejo por un momento. La sorpresa se transformó en una mezcla de incredulidad y molestia.

—¿P-pagar? —tartamudeó Kuno—. ¡Pero...!

—Esto lo empezaste tú, Kuno —interrumpió Hitomi con firmeza. Hitomi, sabía que Ranma jamás provoca a Kuno si no que es al revés.

Hitomi, sin soltar la mano de Kuno, le reclamo—. ¿Acaso tu familia no se hace responsable por los desastres que causan?

Kuno iba a protestar, pero Hitomi lo miraba de manera severa. Sabía que estaba siendo dura con él, pero si lo dejaba ir, los gastos de los daños pasarían a ellos. Juntando eso con la mitad de la cuenta del restaurante, tardarían meses en pagar todo. No podía permitírselo.

Reencarne en Ranma 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora