Capítulo 63

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Hitomi salió de sus pensamientos abruptamente cuando Ukio, el nuevo compañero, comenzó a cocinar okonomiyaki frente a todos. Era sorprendente ver a alguien cocinar en medio de la clase, y aún más ver la habilidad con la que lo hacía. Uno a uno, Ukio fue entregando un okonomiyaki a cada compañero. Cuando fue el turno de Hitomi, ella aceptó el plato con curiosidad y dio un pequeño bocado. Es muy bueno —pensó, sorprendida por el sabor. No era solo bueno, era excepcional, y al parecer, todos sus compañeros estaban de acuerdo, ya que no paraban de alabar el platillo.

De repente, Ukio miró a Ranma directamente.

—Ha pasado mucho tiempo, Ranma —dijo Ukio con una voz que contenía algo más que simples palabras, un dejo de nostalgia quizás.

Ranma la observó un momento, con un leve gesto de confusión, hasta que finalmente su rostro mostró reconocimiento. Dio unos pasos hacia ella, sorprendido.

—¡Ukio! ¡Claro, del restaurante! —exclamó Ranma.

Ukio, manteniendo su fachada masculina, asintió con una leve sonrisa.

Akane, que había estado observando toda la escena, frunció el ceño, confundida.

—¿Quién es? —preguntó, dirigiendo su mirada a Ranma.

Ranma, aún algo desconcertado por el encuentro, comenzó a explicar.

—Bueno... cuando era pequeño, me quedé un tiempo en el pueblo de Ukio. Siempre iba a su puesto de comida, al carrito de okonomiyaki de su padre, para comer. Era increíble, siempre me invitaban. Hasta que un día, mi padre y yo tuvimos que irnos —contó, mientras los recuerdos de su infancia comenzaban a llenar su mente—. Me despedí de Ukio mientras estaba en el carro de comida... aunque...

Antes de que Ranma pudiera continuar, Ukio, manteniendo su voz algo fría, interrumpió.

—Se fueron con el puesto de mi padre —añadió, mirándolo intensamente, como si aquellas palabras encerraran una historia mucho más profunda.

De repente, como salido de la nada, Genma irrumpió en el salón de clases, sorprendiendo a todos los presentes.

—¡Así es! —exclamó con orgullo—. ¡El padre de Ukio me dio el carrito de comida!

Ranma se giró hacia su padre, un tanto incrédulo y avergonzado.

—¡¿Qué?! —gritó Ranma—. ¿Por qué te llevaste su carro de comida?

Genma, sin perder su habitual descaro, agregó:

—Bueno, también teníamos que llevarnos a Ukio, pero... por algunas circunstancias ya no se pudo.

Ranma se llevó una mano a la frente, claramente frustrado por las palabras de su padre.

—¡No hables así de Ukio! —le recriminó.

Ukio, viendo la escena, aprovechó para expresar su resentimiento.

—Me dejaron atrás... —dijo con un tono lleno de reproche.

Ranma la miró, genuinamente confundido.

—¿Pero por qué teníamos que llevarte? —preguntó.

Ukio se tensó ante la falta de comprensión de Ranma. Sin decir una palabra más, tomó su espátula y comenzó a preparar otro okonomiyaki. Cuando estuvo listo, lo colocó en la mesa del profesor, con un mensaje escrito con salsa: el lugar del duelo.

—Nos veremos ahí —dijo con frialdad antes de dar media vuelta y salir del salón.

El ambiente quedó tenso tras la partida de Ukio. Todos los compañeros murmuraban entre sí, conmocionados por lo que acababan de presenciar, pero nadie se atrevía a hacer una pregunta en voz alta. Mientras tanto, Ranma miraba fijamente el okonomiyaki con el mensaje, claramente confundido, mientras su padre Genma desaparecía tan misteriosamente como había llegado.

Reencarne en Ranma 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora