Capítulo 66

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Después de que Ranma y Hitomi se fueran, Ryoga realmente intentó descansar un rato, pero el agotamiento lo venció y terminó durmiendo todo el día hasta que las clases ya habían terminado. Al salir tarde de la escuela, recordó el obsequio que traía para Akane, pero se dio cuenta de que lo había dañado en su enfrentamiento con Ranma, lo cual lo dejó suspirando de frustración.

Mientras caminaba perdido en sus pensamientos, no notó a Ukyo frente a él y accidentalmente chocaron. Al levantar la vista, Ryoga reconoció a la chica que había visto en la enfermería. Un poco confundido, le preguntó qué hacía allí, y Ukyo, sin rodeos, sonrió y dijo:

—Vengo a ayudarte con tus penas de amor.

Ryoga la miró con sorpresa y cierta vergüenza.

—¿Penas de amor? ¿A qué te refieres?

Ukyo se cruzó de brazos y le dio una mirada astuta.

—Es obvio que estás enamorado de Tendo, ¿no? Y yo quiero ayudarte a acercarte a ella.

Por su parte, Ukyo asumía que Ryoga sentía algo profundo por Hitomi pero que ocultaba sus sentimientos bajo una capa de amistad. Sin embargo, Ryoga estaba convencido de que su amor por Akane era tan evidente que incluso una persona que apenas lo conocía podía notarlo. Sintiendo que por fin alguien entendía sus sentimientos, aceptó la oferta de ayuda de Ukyo sin sospechar de sus verdaderas intenciones.

Ukyo lo llevó a su nuevo restaurante y, una vez allí, le explicó su plan con entusiasmo. Ryoga se sentó mientras Ukyo comenzaba a cocinar un okonomiyaki con habilidad.

—Mira, esta será la mejor forma de invitar a Tendo a salir —dijo Ukyo, mientras le mostraba el okonomiyaki recién preparado—. La idea es que la invites aquí para una cita y la sorprendas con esta comida.

Ryoga, emocionado, apenas podía contener la alegría. Sin pensarlo mucho, tomó la dirección del restaurante y prometió regresar al día siguiente, creyendo que Ukyo realmente estaba siendo una amiga. Sin embargo, Ukyo sonrió para sí misma, pensando que con este plan podría lograr que Hitomi dejara de interferir en su relación con Ranma.

Desafortunadamente, el mal sentido de orientación de Ryoga hizo que pasar toda la noche deambulando sin poder encontrar el camino de regreso a casa de Hitomi hasta que finalmente amaneció. Exhausta pero determinada, llegó a la puerta de los Tendo y dejó el okonomiyaki en la entrada antes de esconderse para ver la reacción.

Momentos después, una chica abrió la puerta y recogió la caja con curiosidad. Al entrar con ella, Ukyo, observando desde lejos, asumió que el plan iba viento en popa y se marchó satisfecha, creyendo que había dado el primer paso para eliminar cualquier obstáculo entre ella y Ranma.

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Kasumi entró en la sala con una expresión amable y una pequeña caja entre las manos. Hitomi, que estaba disfrutando de un desayuno tranquilo junto a su padre, levantó la vista con curiosidad al notar a su hermana mayor en la entrada.

—Hitomi, llegó un obsequio para ti —anunció Kasumi, acercándose a ella.

—¿Para mí? —Hitomi parpadeó sorprendida mientras dejaba sus palillos a un lado y se ponía de pie para recibir el paquete. Sonrió agradecida y tomó la caja, aunque en su mente ya había una pequeña sospecha de quién podía ser el remitente.

"Seguro es de Kuno otra vez", pensó con resignación, recordando los numerosos intentos del joven Tatewaki por impresionarla con regalos y gestos grandilocuentes. Aun así, no podía evitar sentir cierta curiosidad, así que, tras darle las gracias a Kasumi, comenzó a abrir la caja.

Para su sorpresa, en lugar de alguna extravagante flor o algún poema absurdo, encontró un okonomiyaki caliente y bien preparado, con un mensaje escrito en salsa de jitomate sobre la superficie. Se detuvo unos segundos, perpleja, mientras leía el mensaje. Se trataba de una invitación, escrita de manera directa y sencilla, como si alguien la estuviera invitando a una cita. Hitomi alzó las cejas, sin saber cómo reaccionar.

Reencarne en Ranma 1/2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora