Capitulo 67

23 4 1
                                    

Heridas abiertas.

Layla.

Me sostengo del escusado vaciando todo lo que contengo en mi estómago, las paredes que antes se movían sin parar vuelven a su sitio y respiro limpiando la boca con un poco de agua.

Limpio mis ojos que están llorosos por tantas atacadas y salgo del baño, ya casi llega el día de la misión y necesito estar preparada.

–¡Buenos días! —una Rachel feliz me aborda en el pasillo de.

–Rachi.

La estrecho en un corto abrazo.

–Me alegra verte mejor.

Hago un puchero y sonrío, en verdad me veo mejor que hace unas semanas atrás, me veía tan demacrada, incluso he aumentado algo de peso y mi apetito a vuelto.

–Hoy es noche de chicas, espero no lo hayas olvidado.

Suspiro con pesar, los mareos y nauseas se acentúan más en las noches, solo los digestivos me calman, estoy considerando ir al hospital y que me hagan un chequeo, no es normal, algo debe andar mal con mi sistema digestivo.

–No lo he olvidado, pero no me encuentro muy bien, las noches son una tortura.

–¿Sigues con las náuseas? —asiento.

–Ya se me han terminado los digestivos, pero compraré más en la enfermería.

Rachel suspira tomando mis manos.

–Nena, ¿Por qué no te haces una prueba de embarazo?

Ruedo los ojos.

–Porque no estoy embarazada Rachi, lo sé, estoy estresada, angustiada y el cuerpo reacciona y se queja.

Con la mirada recriminadora de Esteban dejo de lado la conversación con Rachel y me pongo a trabajar, revisando informes, investigando sobre los Gambinos que solo nos dejan huellas que no nos llevan a ningún lado.

Desplazo los drones, recopilo información y desplego el plano sobre la mesa, mostrando cada construcción de la edificación donde rescataremos a los rehenes.

La tropa Élite se encargará de cubrirle las espaldas a los rescatistas y mientras introducirnos al laberinto que lleva al sótano para ver si encontramos a más personas, será una misión compleja, todos estamos al tanto, nos estaremos metiendo al territorio enemigo y no sabemos aún con cuánta seguridad cuentan.

Un carraspeo me hace girar para encontrar a Daniel, justo detrás de mí con los brazos cruzados sobre el pecho, su mirada turbia cayendo en mí y mis nervios comienzan a surgir, porque desde esa conversación y su maldito consejo, no hemos vuelto a hablar con intimidad ni a recibir miradas lascivas de su parte.

–¿Desea algo Coronel? —tenso los hombros.

–Necesito el informe de esta tarde. —su voz ronca me eriza los vellos.

–Enseguida.

Busco entre mis carpetas pero tenerlo tan cerca, con toda su atención sobre mí, siendo consciente del Hugo Boss que emana de su cuerpo, los nervios se disparan, no encuentro una puta mierda y termino lanzando todo al suelo.

–Si quieres vuelvo luego. —me mira desde arriba.

–No se preocupe. —recojo los papeles del suelo. –Estoy segura que por aquí estaban.

Me pongo de pie con un resoplido, y mis ojos encuentran los suyos, bajando mi mirada a sus hinchados y rosados labios, la saliva se vuelve ligera y muero por besarlo.

Placer y Obsesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora