«-¿Podrías resistir vivir la vida como realmente es, Christian?»
Empezar una vida desde cero después de pasar años encerrado en un psiquiátrico sería una tarea complicada.
✨Un pequeño aviso: está es la versión ordenada de la historia de Después de t...
Christian mordió el sándwich mirando sin entender nada esa carpeta que Royer le había puesto sobre la mesa. Él le sonrió levantando sus cejas y fue sacando las hojas, ordenándolas sobre la mesa.
—Te calculé todo metódicamente para que llegues a la última semana pero te eliminen. —Jim sonrió, Christian bebió un largo trago de jugo de manzana y tomó otro sándwich—. Son en total ocho pruebas, cuatro en solitario y cuatro en grupo. Aceptaron en total a treinta y dos chicos que según pueden entrar en el target al que está dirigido el programa. Entre diecinueve y veinticinco años. —Christian asintió, Royer tomó una hoja y suspiró—. Lo principal en las pruebas será su voz, como se proyecta, la respiración, rango vocal, manejo de la canción que se les asigne y dirección que se tenga en la presentación. Los evaluarán por el manejo en el escenario, la presencia escénica, conexión con el público, diseño del performance, vestuario, temática, compatibilidad en las presentaciones en grupo.
—Comienzo a verle ventajas el ser psiquiatra.
—El director te pagó varias clases con Barmon para que puedas prepararte. Lee esto, lo especifiqué todo.
—Genial, ya tengo tarea. —dijo limpiando sus manos en una servilleta.
—Será un mes vacío para tu vida de modelo, el director corrió las fechas de las sesiones que tenías programadas para este mes para que puedas centrarte en el programa.
Jim frunció el seño. ¿Este tipo de privilegios y atenciones lo tenían todos?
Después de una hora, Jim vió a Christian estudiando de lleno toda la información que Royer le había dejado. Jamás lo había visto así de comprometido con algo en su vida, si que había cambiado.
...
El siguiente día cuando ya pasaban de las diez de la mañana Christian ya estaba en el estudio de Barmon. Royer estaba hablando por teléfono mientras que él estaba escuchando atentamente cada palabra que él le decía.
Las cuestiones de cantar y tenerse confianza mientras lo hacía le daban náuseas. Le hizo levantar la cabeza.
—No mires tanto al suelo, no se ve bien. —suspiró y se levantó de la silla—. Mantén tu mirada hacia el frente. Habrá público, estarán los jueces, debes mirarlos a ellos, mirar a tus compañeros.
—Vale. —Barmon lo miró.
—Tu voz la manejas bastante bien, lo tienes en la sangre, aún debes practicar los ejercicios de respiración. Lo que tienes que mejorar es tu puesta en escena. Sueltas tus brazos. —Christian bajó sus brazos en un reflejo—. Puedes imaginar algo de tu vida. ¿Tienes algún ejemplo?
—No lo sé... quizás pueda ser como cuando tengo que hacer una presentación de algún producto en mi empresa.
—Vale... en esos momentos sabes que no puedes una presencia suave, ¿verdad? —Christian asintió—. Debes hablar con confianza, ser claro con cada palabra y que todo se entienda claramente. Eso mismo debes hacer en este caso. No puedes quedarte tan tieso que parezca que te pegaste en el suelo.
—Entiendo.
—Tienes una cara bonita y buena voz, hacer que la gente te mire es muy fácil. Seguiremos practicando.
Luego de las doce del mediodía, Royer y Christian estaban en una cafetería pidiendo cafés calientes para acompañar los pasteles de pollo que tenían hirviendo en el auto. Mientras caminaban de vuelta Royer suspiró.
—¿Estás bien con todo esto? Si no te sientes cómodo podemos cancelarlo, no firmamos ningún contrato y todavía no se han anunciado a los participantes.
—Estoy bien.
—Pareces emocionado. —Christian bebió un sorbo de café y abrió la puerta del auto.
—Puede ser. —Royer negó con la cabeza y entró en el auto, Christian le pasó la bolsa de los pasteles y Royer tomó uno.
—Será una buena experiencia. Solo hay una cosa que te voy a prohibir.
—¿Que cosa?
—No entres a internet. La gente se puede colocar muy intensa y tienden a ser muy insensibles. Creen que por tu ser una figura publica tienen derecho a opinar sobre todo lo que haces. Y si te equivocas no importa, no tiene nada de malo. Eres una persona, nadie es perfecto.
—La gente no para de decir que soy perfecto...
—No lo eres. —le dijo—. Solo haces las cosas bien y te esfuerzas. Igual que ahora, te estás esforzando con tu preparación. Eso quizás es lo que te hace diferente al resto, por eso destacas. No todos hacen eso.
Christian le dió un mordisco al pastel que tenía en sus manos y respiró profundamente. Estaba emocionado pero su cuerpo estaba a punto de desbordarse de los nervios.
Todo el resto de la semana estuvo desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde en el estudio de Barmon recibiendo clases bastante intensivas de canto que lo dejaban con cierta incomodidad en la garganta. Quizás se estaba exigiendo de más.
El domingo en la noche estaba en la sala de la casa junto con Lucas, Jim y Royer viendo el vídeo de promoción por el inicio del programa que sería al día siguiente. Treinta y dos chicos, siendo él el quinto en aparecer.
—Te ves muy lindo. —Christian sonrió y Lucas acarició su mejilla—. ¿Estás nervioso?
—Un poco.
—Te irá bien. —dijo Royer cruzándose de brazos—. Barmon dijo que tenías lo suficiente para defenderte. —se enderezó en el sofá tomando el mando del televisor deteniendo el programa, pasó sus ojos por cada uno de los chicos. Solo le llamaban la atención dos de ellos. Frunció el seño al ver a uno de ellos. ¿Que hacía el rechazado de la agencia en la que estaban en esa lista? Se suponía que ya no lo aceptaban en ningún lado por la mala fama que tenía de hablar lo que no debía. Dejó correr el programa y bajó sus ojos. Ciento cuarenta y dos mil personas estaban viendo esa transmisión. Y todavía ni siquiera empezaba.
Las primeras tres semanas no habría público presente pero para la última semana si. Según el cronograma, cada semana eliminarían a ocho chicos y la última semana se elegirían a los cuatro integrantes del grupo que se llamaría Juniorz.
Se recostó en el sofá. Christian tenía veinte años. Los otros dos tenían diecinueve y veinte. Miró teléfono y miró cada uno de sus perfiles, el único que coincidía con su teoría era un chico que acababa de cumplir los diecinueve que se llamaba Robin Clark. El resto ya pasaban de los veintitrés. Ya todo le parecía sospechoso.
Sentía que sería un largo mes.
Aunque Christian se veía bastante animado está clase de programas sacaban lo peor de las personas. De cualquier manera se aseguraría de que Christian no se metiera en ese mundo, lo mantendría alejado.
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