Capítulo 47: Frío y Calor.

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No podía diferenciar la realidad de lo que creía que proyectaba su mente cansada. Todo se volvía silencioso y ensordecedor en su cabeza, se perdía cualquier respiración entre sus pensamientos y se desligaba lentamente para confundirlo. Todo el contacto le parecía frío. Helado... Congelante...

Se sentía extraño, solo había bebido un par de tragos en toda la noche, pero... no era el alcohol. Toda su mente viajaba hacia él.

Dejó de pensar claramente al reaccionar y ver esos finos cabellos rojizos fuertemente agarrados en su mano.

Rojizos... ¿Rojizos...? No eran castaños... No era Lucas...

Los gemidos de perdían entre la habitación, los jadeos de parte de ambos eran opacados por la fuerte música que reinaba en ese gigantesco lugar. Su cuerpo era más pequeño que el de Lucas, su piel era ligeramente bronceada, esos ojos mieles parecían brillar en la oscuridad de la noche, toda su espalda estaba llena de mordidas y chupetones hechos por él mismo, tendía a morder, morder demasiado, y nunca le habían pedido que se detuviera, quizás con el próximo que se acostara las vería.

Tomó sin mucha dificultad su delicado cuerpo volteándolo, el chico del cual aún no sabía ni su nombre, sus mejillas tenían un color rojo intenso que combinaba de manera increíble con sus labios rosados y brillantes. Christian agarró sus piernas y las puso en sus hombros antes de seguir.

Le encantaba escuchar a la gente gritar, siempre se lo decían cuando dormía con alguien, el dolor era opacado por el placer que les lograba provocar, ni siquiera podían controlarse, se retorcían debajo de él, siempre. Justo en eso se preguntó si Lucas sería igual.

Si pudiera tener de nuevo la oportunidad... Estaba completamente seguro de que lo follaría tan fuerte que no podría escapar de él jamás.

...

—¿Lucas?

«Royer, ¿Cómo está Christian? Hace dos horas que no ve mis mensajes. Y no contesta mis llamadas.»

—Si, este Chris está... —se frenó en seco al darse cuenta de que no sabía dónde estaba. Se dió cuenta de que lo había dejado solo, quitó el teléfono de su oreja y vió la hora. Una y catorce. Más de dos horas sin siquiera mirarlo. Regresó el teléfono a su oreja cubriendo su rostro—. Te diré que te llame, aquí la música está alta y quizás no haya escuchado su teléfono.

«Vale.» y colgó. Royer miró su teléfono viendo cómo la llamada desaparecía de su pantalla principal.

—Lucas no se quedará tranquilo hasta hablar con Christian, ¿verdad?

Suspiró y regresó adentro. Había mucha gente, demasiada. Christian se la había pasado toda la noche sentado en la misma silla asustado, no puso ni un poco de atención para saber si había hablado con alguien, no sabía si siquiera alguien podría reconocerlo, o conocer su nombre. Casi todos de presentaban por su apellido y si lo buscaba por su nombre ni sabrían responderle. Se acercó a la última persona con la que lo vió hablar.

—Oye, Carl. ¿Has visto a Christian por aquí? —el hombre lo miró.

—Dime el apellido, Royer.

—El hijo de Markus.

—Ah, claro. Lo ví hablando con Clarisa hace rato.

Se dió la vuelta con otra información. Después de media hora se la había pasado dando vueltas por todo el club. Clarisa lo vio con Ana, Ana con Ricardo, Ricardo con Luz, Luz con Mitchell, Mitchell con Miranda...

—Mierda. —soltó desesperado—. Si hablaste con bastante gente Christian.

...

Llegó a contar cerca de cuarenta personas antes de terminar en la barra.

Darkness Behind The Glow. TRILOGÍA [DESPUÉS DE TÚ MUERTE].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora