Como cada mañana, marchaba a la cafetería que me quedaba cerca del trabajo para desayunar. Todos los camareros de aquel establecimiento me conocían, excepto uno. Hoy había entrado un camarero nuevo, y a mi parecer, me llamó la atención y me picó la curiosidad. Era un chico moreno, con el pelo caído hacia abajo tapándole la frente; llegándole por encima de sus ojos azul cielo. Sus labios carnosos y su nariz pequeña y picuda me atraparon. Sus manos alargadas, siendo el cuerpo igual de delgado, me cautivó profundamente.
-Perdona, ¿me das un...?
-¿Café con leche? -terminó la pregunta con una sonrisa ensanchada.
-¿Cómo lo has sabido? -pregunté asombrada y extrañada.
-¡Secreto profesional! -susurró mientras me guiñaba un ojo. Con mi cara descompuesta y mi mente absorta, me senté en una mesa cerquita de la entrada. Poseía un nuevo libro sacado al mercado hace poco, ¿Sabes que te quiero?. La primera parte me dejó enganchada, la segunda me tenía al borde del abismo. Mientras leía, no le quitaba la vista de encima al nuevo camarero. Él no se quedaba atrás. Cuando coincidíamos y nuestros ojos se conectaban, me sonreía abruptamente. Me dejó descolocada por ser un chico muy atrevido y descarado. Tenía veintiún años y el chico no debía tener más de veinticuatro. Cuando terminé mi café, me dirigí hacia la barra y me dedicó una amplia sonrisa blanquecina. Su boca me proclamaba cualquier indicio de degustación. Me mordí inconscientemente el labio inferior en señal de deseo. Nunca pen- saba de tal manera, pero un fuego recorría mi cuerpo y mi mente se nublaba;
haciendo que pensara en escondernos detrás de la barra y quitarle el uniforme.
Sacudí la cabeza de un lado hacia otro lentamente. Le dediqué una sonrisa y salí del bar. Durante el resto de la semana, solo jugábamos con las miradas y flirteábamos con las sonrisas.
Un día, con mi café en la mesa y el libro en mis manos, una nota cayó enfrente del platito cerámico que sujetaba la taza. Antes de cogerla, miré al camarero. Su sonrisa me incitaba a que abriera aquella nota. En ella estaba escrito:
«Te cambio un café por un beso de tus labios. El beso se canjea automáticamente por una cena, esta noche, sin posibilidad de negarse. Si aceptas, ya sabes dónde estoy».
Exhalé humo de mis pulmones como una decisión. Dejé el libro encima de la mesita y me dirigí hacia el nuevo camarero. Nos sonreímos pícaramente y me acerqué al pequeño hueco que había entre la barra. Antes de que pudiese entrar, él estaba saliendo. Me agarró de la cintura y nos fundimos en un profundo y dulce beso. Con mis mejillas ruborizadas, no podía creerme que fuese capaz de aceptar una cosa así; y menos que me atreviese a acercarme a él. Al dejar de besarnos, se acercó a mi oído y me susurró:
-Si quieres citarte conmigo cada noche hasta la eternidad, vuélveme a besar.
Dicho esto, me aproximé; rozando nuestros labios y bailando al son de nuestras lenguas.
B€!T@
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Un libro y un café
RomanceUn libro y un café es un libro de microrrelatos organizado por Everest y Starbucks. Es un libro escrito por todos los seguidores de Canciones para Paula y amantes de la literatura juvenil romántica. Descubrirás historias divertidas, inolvidables y l...
