Un libro y un café

Los primeros dias no simpre son malos

-¿Has cogido el uniforme? -escuchaba Laura mientras acababa de desayunar en el comedor
-Sí, mamá; tranquila, que ya soy mayorcita.
Laura tenía una sensación agridulce en el cuerpo. Por fin, después de tantos currículos echados la habían llamado, pero en el fondo estaba nerviosa, ya que era su primer día, no conocía a nadie y, siendo sinceros, no era el trabajo de su vida.
-Eres Laura Monterrey, ¿verdad?
-Sí.
Al llegar la encargada, con un aire de prepotencia, le explicó
las normas de la empresa, y le explicó con más detalle sus funciones en la empresa. Laura había empezado a trabajar en una conocida fábrica de café del pueblo.
Mientras la encargada no paraba de llenarle la cabeza de normas, órdenes y cifras, Laura miraba a su alrededor, y no se sentía muy cómoda en ese ambiente; la gente era callada y seria, casi todos los trabajadores eran bastante mayores que ella y llevaban tiempo trabajando allí, así que la sensación de ser novata le hizo poner más nerviosa aún.
Por fin, después de la visita por las instalaciones y de la charla con la encargada, Laura llegó a su puesto de trabajo en la cadena: tendría que revisar las etiquetas de los paquetes de café que transportaba la cinta por si alguna estaba en mal estado, y tirarla. Cuando se disponía a trabajar, una mano le tocó el hombro y una voz la asustó:
-Hola, soy Dani, ¿¿y tú eres...??
-Yo, Laura...
Por fin, después de toda la mañana, veía una cara amable y unos ojos azules imposibles de olvidar.
-Sé lo que piensas -le dijo él-: que este trabajo es aburrido, que aquí todos parecen serios, pero no te dejes llevar por las apa- riencias, no todos somos así.
-¿Y por qué tendría que creerte?
-Porque vamos a pasar muchas horas aquí, así que mejor que nos llevemos bien. Además, somos los más jóvenes de la empresa, así que puede que tengamos más cosas en común. Además, me pareces una chica guapísima... -le dijo mientras le guiñaba un ojo, le sonreía y se alejaba para ocupar su puesto.
Ya por la tarde, al llegar a casa:
-Hija, ¿qué tal el día?
-Mamá... ¿sabes una cosa? Quizá no será el trabajo de mi vida,
pero creo que a partir de ahora me gusta más el café -contestó ella sonriendo mientras se arreglaba para tener una primera cita con Dani ojos azules...

Dragoncita