Todos los rostros están bañados en lágrimas, mi ropa manchada de sangre, las enfermeras vienen y van, pero nadie puede decirnos algo concreto. Hace ya más de cinco horas que encontré a Nerea tirada en el cuarto de baño del instituto, inconsciente y con una grave herida en la cabeza. Mi primera reacción fue llamar a su hermano mayor, Hugo, para llevarla a la enfermería; todo lo que pasó después es un poco confuso. Ahora me encuentro en la sala de espera del hospital, esperando a que alguien nos diga cómo está Nerea. Tengo la mano de Hugo cogida, pero él está dormido, en sus mejillas se ven los rastros que han dejado las lágrimas. Levanto la mano que tengo libre y le acaricio la cara, pobrecillo, lo tiene que estar pasando fatal. En ese momento se despierta, aparto la mano rápidamente, qué vergüenza, noto que mis mejillas se enro- jecen, pero aun así, consigo hablar.
-Hola, dormilón, ¿qué tal? -le digo sonriendo.
-Un poco mejor, gracias -sonríe y me aprieta la mano, pero enseguida su expresión cambia y se acuerda de lo que ha pasado.
-¿Se sabe algo de Nerea?
-No, de momento no nos pueden decir nada -digo entristecida.
Un silencio incómodo que parece durar minutos se instala en- tre los dos. Al final decido romperlo.
-Hay un Starbucks en la calle de enfrente, si quieres podemos ir a tomar un café -le propongo.
-Y así nos despejamos.
-Bueno... -dijo él, no muy convencido.
-Hugo, aquí no podemos hacer nada más que esperar -digo intentando convencerle.
-Sí, tienes razón, vamos -se levanta y tira de mí.
Salimos del hospital, no sé si se habrá dado cuenta, pero todavía me tiene cogida de la mano. Llegamos al Starbucks, y él se sienta mientras yo voy a pedir.
-¿Qué quieres de beber? -tiene la mirada perdida hacia el hospital y no me escucha-. Hugo, que qué quieres de beber.
-Mmm, sí, perdona -dice, volviendo a la cafetería-. Un Frappuccino de café para mí.
Al rato vuelvo con su Frappuccino y mi espresso.
-Y aquí está tu café -le sonrío, y me devuelve la sonrisa, esa sonrisa que me vuelve loca. Bebe su café a sorbitos, que saborea en su boca-. Está delicioso -me dice sonriendo.
-¿Puedo probarlo?
-Por supuesto, pero no te lo vayas a beber todo, ¿eh? -bromea mientras me acerca el vaso.
Me lo llevo a los labios y le doy un sorbito, la verdad es que sí, está delicioso. Dejo otra vez el vaso en la mesa y Hugo se empieza a reír.
-¿De qué te ríes? -pregunto extrañada.
-Ja, ja, ja, tienes el bigote manchado de espuma -enseguida levanto la mano para limpiarme, avergonzada, pero él me detiene. Se inclina hacia mí mirándome a los ojos y me limpia con su mano; cuando termina, sus dedos recorren mis labios lentamente. De repente, me doy cuenta de que su cara está muy cerca de la mía y de que me está mirando fijamente. Cierro los ojos y levanto la cabeza, y en ese momento nuestros labios se encuentran. El primer beso es un beso tímido, inseguro, pero los que le siguen son cada vez más intensos. Al rato, se separa y me acaricia tiernamente la cara.
-Te quiero -esas dos simples palabras hacen que se me acelere el corazón.
-Yo también -le digo con la más dulce de mis sonrisas. Salimos del Starbucks dados de la mano, felices, dichosos, con ganas de gritarle al mundo entero que nos queremos. Una vez en la sala de espera, los ánimos se vuelven a templar, pero todo termina rápido, con unas simples palabras. La enfermera sale de la habita- ción de Nerea para decirnos la noticia...
-Se ha despertado.
Otra vez felices, nos fundimos en un beso y corremos hacia la habitación, donde nos espera una Nerea cansada, pero luchadora, que ha conseguido vivir, pero sobre todo una Nerea contenta al ver a dos de las personas que más quiere enamoradas y a su lado.Anabel
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Un libro y un café
RomanceUn libro y un café es un libro de microrrelatos organizado por Everest y Starbucks. Es un libro escrito por todos los seguidores de Canciones para Paula y amantes de la literatura juvenil romántica. Descubrirás historias divertidas, inolvidables y l...