Capítulo 12.

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P.O.V Christian.

No podía soportar otro segundo más de mi vida viendo esa hermosa sonrisa que sus dulces labios formaban, sin poder darle un beso, tuve que poner demasiada resistencia para no hacerlo... pero... fracasé y fue el mejor fracaso que pude haber cometido jamás, por fin la bese, nunca pude saber si era normal que mi corazón se acelerará tanto con tan sólo tenerla cerca de mi, pero en estos momentos sus labios junto a los míos hablando por sí solos y dejando en claro todo lo que me hace sentir ella me siento como en el cielo, mi corazón se acelera demasiado que siento que está a punto de salirse de mi pecho, definitivamente esté momento jamás se borrará de mi mente. Un carraspeó interrumpe esté momento.

-¿Interrumpimos algo? -dice Kate con una sonrisa, a su lado se encuentran Mia que su cara irradia felicidad pura, ella siempre quizo una chica para mí pero no cualquier chica si no Ana y la insoportable de Leila que ya de plano tiene cara de pocos amigos.

Volteo a ver a Ana que se a puesto más roja que un tómate -Bastante, sí -digo solo para que Ana me escuche y eso le hace soltar una risita.

-Bueno... emmm... nosotras vamos a entrar a la casa... Hemos pedido pizza Ana, ¿Entras con nosotras? -dice Kate aparentemente entre divertida e incómoda.

-La verdad es que... ¿No tienen ningún inconveniente si me robo a Ana una hora? -les digo antes de que Ana pudiera decir cualquier palabra.

-No claro que no -dice Kate caminando hacía la entrada dónde nos encontramos Ana y yo, ella se acerca a mi oído y dice- Así se hace Christian -y sin más las tres entran a la casa.

-Siento demasiado ese beso -miento.

-¿De verdad? -dice aliviada y entre decepcionada.

-No -la veo directo a los ojos y continuó- la verdad que fue lo mejor que he echo en la vida, pero si te hace sentir mejor te mentiré diciendo que si siento haberte besado.

Ella sonríe y cuando decía que esa sonrisa es la más hermosa que había visto nunca, no mentía -Así que... ¿Me vas a robar? -asiento- Y ¿A dónde me va a llevar señor ladrón? -dice en tono juguetón.

Yo por mi parte sólo me doy la vuelta dejándola con una cara de no comprender lo que estoy haciendo y cuando menos se lo espera la tengo encima de mi hombro, ella chilla de sorpresa -Un ladrón jamás revela lo que hará con su víctima -le respondo a su anterior pregunta.

Voy caminando con Ana en mi hombro ella no se quejado aún de que la baje ya que no hay personas en la calle que pudieran mirarnos, pero creo que hable demasiado rápido.

-Señor ladrón ¿puede usted bajarme?, ya no quiero mirar al suelo -dice ella.

-Sólo si usted me da un beso con gusto la bajaré.

-Está bien le daré un beso pero ya bájeme.

La bajó con cuidado, cierro los ojos en espera de mi beso, pero la sorpresa que me llevé fue que el beso si lo recibí pero no dónde yo me lo esperaba -Nunca mencionó donde quería el beso -me susurró al oído, está era una de las cosas que más amaba de Ana, su inteligencia.

Nos encontramos en un pequeño parque que está un poco cerca de la casa de Ana, la luna está encima de nosotros y su brillo se refleja en todos lados, con ella a mi lado me di cuenta que no podía esperar a decírselo.

-Ana -ella voltea a verme con esa sonrisa tímida lo cual es muy extraño viniendo de ella.

-¿Sí? -dice nerviosa.

-Sé que tú no tienes esos mismos sentimientos que yo por ti, que tienes miedo tan sólo de intentar aceptarme más que un amigo, que tal vez tu corazón antes fue destrozado por otros hombres que te prometían sentir amor eterno hacía ti y te diste cuenta que no fueron más que mentiras, pero lo que yo quiero que sepas es que yo no soy ellos, que yo de verdad te quiero y quiero que estés junto a mí por lo que nos resta de vida, haré todo lo posible para verte feliz todos los días y si tú me entregarás tan siquiera un pequeño pedazo de tu corazón y te animaras a quererme, créeme que ese pedazo de tu corazón lo cuidaría como a mi propia vida, esto, pero -santo cielo no puedo ni siquiera decir esas palabras- si, tú, este, yo -¿Por qué es tan difícil pronunciar esas palabras?, ella solo me mira con esa mirada tan tierna que tiene- yo no te puedo obligar a que sientas algo por mí, así que umm, yo, si, tú me lo pides dejaré de molestarte, digo, este, si, tú, es... Eso lo, que -siento como unos cálidos labios se posan en los míos haciéndome callar, sin dudarlo la tomo de la cintura y la acerco más a mi, posiblemente esté sea la última vez que sentiré sus dulces labios. Ambos nos separamos por la falta de aire, cuando nuestras respiraciones se normalizan Ana se acerca a mí y yo solo me preparo para que me diga un "adiós" para siempre, segundos después tengo a Ana con sus brazos alrededor de mi cuello y yo la agarro por la cintura ¿qué rayos pasa? Mi cuerpo reaccionó por sí solo, pero ella no se a separado de mí y no desearía que lo hiciera, me mira directamente a los ojos antes de decir:

-No digas ninguna otra palabra que te atormenta ¿sí?, vamos a intentarlo Chris -dice eso último y recarga su mejilla en mi pecho.

-¿Intentarlo?, es decir que ¿Tú sientes lo mismo que yo? -mi voz no puede evitar despistar mi enorme asombro.

Ana suelta una risita -Sí, ¿Acaso no querías eso?.

La tomo de la cintura cargándola y la hago girar, Dios no puedo estar más feliz -Maldición, claro que eso era lo que quería y me haces el hombre más feliz del mundo.

Los dos reímos ella de nerviosismo y yo de felicidad, pero eso no dura mucho ya que me di cuenta que no le pedí que fuera mi novia como lo merece, ella al ver mi ceño fruncido sabe lo que pasa por mi mente.

-Tranquilo Christian mañana me lo dirás con más calma, ahora solo quiero ir a casa y dormir un poco estoy agotada -la pongo en el suelo, el doy un beso en la frente y caminamos a su casa tomados de las manos, juro por Dios que no quiero cambiar por nada este sentimiento que ella me hace sentir con tan solo entrelazar nuestras manos.

Estamos en la entrada de la casa de Ana, ella abre la puerta, esa es mi señal para irme.

-¿Acaso tú te vas sin darme un beso? -dice Ana juguetona, amo cuando es así, simplemente la amo completamente a ella.

-Claro que no, no podría dormir tranquilo sin darle un beso del último día a esta hermosura que ahora tengo como novia.

-No pensabas así antes.

-Que no te lo haga saber no significa que no piense eso, y además ponía toda mi resistencia para no robarte un beso cada vez que te veía -ella sonríe, la acerco a mí y la beso, hasta que alguien nos interrumpe, suelto un pequeño gruñido de frustración y Ana se ríe.

Mi Vida Junto A Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora