Capítulo 35.

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P.O.V Christian.

Caminar del entrenamiento a casa es una terrible pesadilla pero por lo menos me ayuda a pensar en todo lo que a pasado, todo esto resulta tan difícil y cansado que quisiera tirar la toalla y ya jamás levantarme para luchar pero no haré eso, no ahora que por fin tengo de nuevo la confianza y el amor de Ana.

Llego a casa y busco las llaves solo quiero dormir y pensar que todo esto es solo un mal sueño pero bien sé que eso no va a ocurrir. Al entrar como de costumbre está sola la casa, no hay absolutamente nadie en ninguna de las habitaciones así que podré descansar sin problemas o eso es lo que creía hasta que escuché un sollozo en la habitación de Mia así que totalmente enfurecido me dirigí hasta allí ¿Quién cojones había echo llorar a mi hermanita menor?.

Toqué un par de veces y Mia apareció del otro lado de la puerta.

Se veía tan pequeña. Tan frágil. Ella estaba tan destrozada, tenía sus pequeños ojos rojos, su nariz roja, llevaba una caja de pañuelos en la mano, se encontraba tan mal que recordé cuando Ana tuvo esa pequeña confusión... en aquellos tiempos era lo que yo trataba de evitar, pero aún así, sucedió.

Ella no dijo absolutamente nada no hizo falta sus ojos me lo estaban pidiendo a gritos que la abrazará y lo hice. La abracé con tanta fuerza que sentí que volvíamos a ser unos chiquillos de cuando creía protegerla del mundo con un solo y simple abrazo, lo volví a creer en este momento.

Mami nos llevó al parque porque Mia y yo nos portamos muy bien ¡Nos comimos todas las verduras! Incluso también la cosa roja redonda el... el... el topate ¡no! ¡no! así no se llamaba era... era ¡tómate! Si eso era, sabe asqueroso pero me lo comí porque Mia quería venir a la plaza y yo haré lo que sea por ella.

Mia se ha subido tres veces en el resbaladero a ella le gusta jugar, le gusta jugar mucho y le divierte hacerlo.

Ella quiere subirse a los columpios pero no puede porque es muy pequeña así que la cargo para que pueda alcanzarlo y me pide que le de vuelo, y lo hago.

-Gracias titian -dice ella mientras me da una sonrisa.

Me doy la vuelta para ir al resbaladero pero de pronto un ruido hace que me detenga, volteo a ver si Mia está bien y la verdad es que no, ella fue quien provocó ese ruido feo, ella se había caído del columpio. Mamá no ha notado lo que pasó ya que habla con su amiga rubia. Corro lo más rápido que puedo para ir con Mia quien llora muy bajito. Le doy mi pequeña manita para que se pueda levantar y la checo completamente para ver si sufrió algún daño como mami suele hacerlo y resulta que ella tiene una raspadilla en su bracito, le duele, le duele mucho porque no deja de llorar. Tuve una idea, le di un beso a la cortada que tuvo así se curaría muy fácil y la abrace con todas mis fuerzas.

-Estoy aquí Mia, no pasa nada.

-Me duele titian.

-Te prometo que nadie te volverá a lastimar yo te cuidaré mejor que a una princesa ¿si?.

-Eres mi héroe titian, te quiero muchísimo.

-Yo también Mia.

Ese recuerdo es doloroso. Rompí mi promesa, no la cuide como se debía, no la cuide como se lo prometí, le falle... como a todos.

-Todo estará bien Mia -susurre en su oído y en su respuesta se aferró más a mi camisa que aunque estaba empapado de sudor a ella no le importo en absoluto.

-Todo era mentira -dijo después de un rato de tratar calmarla por fin hablo.

-¿Qué quieres decir? -le pregunte confuso.

-El me utilizó... Fingió que me quería solo para acercarse a ustedes y después vengarse cuando ya tuviera su confianza -me miró directamente a los ojos- el no me quería en realidad, es bueno fingiendo -Thomas.

-¿Quién te dijo esa mentira?.

Yo sabia completamente que Thomas era un cabrón pero el de verdad quería a Mia lo comprobaba con su mirada esa mirada que te delata cuando sabes que ya estás perdido y no hay marcha atrás.

-Él mismo -¿Qué?- El me lo dijo, se había comportado como todo un extraño los últimos días yo trataba de entender por qué era de aquella manera tan desconocida para mí y precisamente ahora me enteré del porque había sido así.

-¿El té lo dijo? -asintió- ¿Y tú estás segura de que es verdad? -no quería defender a Thomas después de todo lo que hizo pero sí a mi hermana le hacía feliz lo respetaría aunque tuviera tantas ganas de matarlo.

-Vi inseguridad en sus ojos pero aún así le creí todas sus palabras -se separó de mí y caminó hasta sentarse al filo de la cama- ¿Por qué no me lo habías dicho? Christian.

-¿Decirte que?.

-Lo que él hizo, lo que les hizo a Ana y a ti ¿Por qué me lo ocultabas?.

El muy cabrón le había contado todo, suspire y mire al suelo- Aunque no sabía que salías con él, supe que tenían una conexión y yo no quise ser el causante de su separación, solo quería que fueras feliz aunque fuera con él -me encogí de hombros.

-Me debiste de haber contando Christian, no me debiste haber mentido.

-Lo sé Mia, pero entiéndeme que solo quería tu felicidad.

-Mi felicidad -soltó una risilla incrédula- Mi felicidad no depende de él, pero lloro porque me mintió, me mintió mi hermano y una de mis mejores amigas -no tenía cara para verla, me sentía sucio, jamás le había mentido a mi hermana y esta primera vez no es grandiosa- pero sé que lo hicieron por mi y se los agradezco, hoy me di cuenta de que mi felicidad simplemente son los momentos que hemos pasado juntos -me indicó a tomar asiento a su lado, le pase la mano por encima de su hombro y la atraje hacia mi.

-Perdón por mentirte Mia -ella negó repetidamente con la cabeza.

-No importa Christian, no es tan malo como parece -fingió, Mia era mala mintiendo.

-Mientes -le aseguré.

Suspiró hondo- Lo sé, pero sé que tú me apoyarás para superarlo -y estaba en lo correcto.

Mia no era la hermana que todo el mundo deseaba pero para mí simplemente era perfecta. Ella es la persona en quien más puedo confiar y sé que jamás me defraudará, me sentía agradecido de que me hayan puesto en mi vida a las dos compañeras más fieles que pude haber deseado tener. Mia era toda una caja llena de sorpresas, era mi mejor amiga.

-¿Recuerdas la promesa que te hice de pequeños? -le pregunte.

-Me prometiste que nadie me lastimaría y que me cuidarías mejor que a una princesa -susurro- Se lo que piensas Christian pero tú bien sabes que no puedes evitar que sufra, debo aprender por mí misma ¿Si? No te atormentes más.

La abrace aún con más fuerza- Te quiero Mia, no importa lo que pasé sabes que siempre te ayudaré.

-También te quiero titian -dijo recordando cómo me decía de pequeños y me besó la mejilla.







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