Capítulo 45.

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P.O.V Ana.

El mundo se detuvo por milésima vez en toda mi vida. ¿Acaso había escuchado bien? ¿Thomas? ¿Muerto? Si esto era una broma no era para nada graciosa. Sabía que no había escuchado hablar de él durante un buen tiempo, no podíamos localizarlo ya que Christian quería arreglar cuentas con él de las cuales nunca pregunte y no tendré oportunidad de hacerlo, Thomas había sido como si la tierra se lo hubiera tragado, nunca más fue visto y ahora sabía él porque.

-¿Estás segura de lo que dices? -pregunte.

Las lágrimas que los ojos de Mia escurrían por su rostro me decían claramente que no estuvo más segura en su vida.

-Sí -sollozo.

Me partió el alma ver a Mia así. Thomas había sido un grandísimo hijo de puta. Me había jodido la vida tantas veces que perdí la cuenta al igual que la de Christian. Él hizo cosas de las que supuestamente estaba arrepentido pero entre esas cosas no estaba Mia, él pudo ser el ser más despreciable para todos pero con ella era completamente diferente y todos lo sabíamos. Se podía ver a kilómetros el amor que él le tenía a ella y ahora él se había ido dejando a una Mia aún más destrozada. Ambas compartíamos ese sentimiento, él de perder al amor de nuestra vida.

-¿Quién te lo dijo? -pregunte nuevamente.

-Todos en la preparatoria estaban hablando de eso -la voz de Mia era casi inaudible.

-¿Tú les crees?.

Siempre puede ser un chisme que se inventan las personas sin vida social.

Ella asintió débilmente- Es decir -dio un sorbo a su chocolate caliente- no creo que alguien invente semejante cosa solo por diversión.

-Y... ¿Cómo lo llevas?.

-Si te digo que bien a la perfección se nota que miento. Pero tendré que superarlo algún día de estos.

-No será fácil -le dije.

Yo pasaba por su dolor.

-Lo sé -meneó su cabeza- pero tengo que hacerme a la idea de que ya no está.

La forma en que lo dijo parecía una insinuación, claramente directa para mí. ¿En qué les afecta a todos mi dolor? En nada. Pero sólo tal vez les afectaba el como éste me consumía completamente, el tiempo pasaba como eternidad y a mí me destruída con la facilidad de unos segundos con tan solo recordar. El peor de los sentimientos es recordar o tal vez así lo sentía yo.
No tenía idea de cómo tomarme las palabras de Mia, no sabía si lo había dicho casual o yo lo estaba tomando muy personal, tenía que aclarar esa duda se supone que es mi amiga y me debería apoyar al igual que yo a ella. Solo es una confusión me dije una y otra vez tratando de encontrar la paz que tanto necesitaba y no la encontré, así que mejor le pregunte.

-¿Estás insinuando algo? -le pregunte entrecerrando ambos ojos.

Esperaba que dudará al contestarme, no lo hizo.

-Eres una de mis mejores amigas, Ana, llegaste a ser mi cuñada y sé cómo te sientes al perder a mi hermano créeme yo me encuentro en la misma situación que tú, no te culpo el como te sientes porque sé que no es para nada bien y no te estoy pidiendo que lo superes cuando ni yo puedo hacerlo todavía.

Sus palabras eran sinceras y sobre acogedoras y como no respondí ella continuó hablando.

-¿De verdad dudas de mí? -preguntó y por su tono de voz sabía que estaba muy ofendida.

Era muy estúpido dudar de ella- Lo siento Mia -murmuré avergonzada y vaya que si lo estaba.

-No te preocupes Ana, lo comprendo.

Le di una sonrisa tímida y luego mis pensamientos me obligaron a dejar de prestarle atención a Mia y concentrarme en todo lo que habíamos hablado. Thomas murió por eso no teníamos ni idea de dónde estaba, ¿Cómo murió? Un chico de 17 años no puede tener problemas con personas peligrosas, no conocía a Thomas mucho pero no me lo imaginaba de esa manera. ¿Accidente de auto? Thomas no tenía auto así que esa posibilidad estaba descartada. ¿Motocicleta? ¿Atropellado? ¿Intoxicación? ¿Suicidio? Mia no sabe cómo murió así que sería pérdida de tiempo pedirle que me lo dijera.

Thomas, él chico que se parecía a mí Christian, él que aparentaba ser buena persona, un chico dulce, tierno igual que Christian pero solo que Christian si lo era y Thomas no, los mejores amigos que pasaron a enemigos. Él amigo con el buen disfraz de un mentiroso y traicionero. Un momento... ¿Thomas murió hace un mes? ¡Un mes! Igual que Christian ¿Cómo es posible que haya coincidencias?.

-¿Dices que Thomas murió hace un mes? -pregunté.

-Sí -dijo Mia, aseguró que mi cara es todo un poema- Dime qué piensas -quiso saber.

-¿No te parece una coincidencia?.

-¿Qué cosa? -ambas nos miramos a los ojos.

-Qué Christian y Thomas hayan muerto exactamente hace un mes.

-Dime que no estás pensando lo que creo que estás pensando... -la interrumpí.

-¿Qué tal vez Christian esté vivo y lo hayamos confundido con Thomas?.

-Ana... -trato nuevamente pero la volví a interrumpir.

-Se que es una locura -una catástrofe- pero puede que eso sea cierto. ¡Ellos se parecían demasiado! Era difícil saber quién era quién -tal vez exagere mi punto- Cualquiera los pudo haber confundido.

Los ojos de Mia me examinaron- Ana, tú viste el momento en que Christian dejó de respirar -soltó un débil gemido al pronunciar la dura verdad- tú estuviste frente a él cuando cayó y ya no existía un Christian en cuerpo y alma.

-¡Todo es posible! -exclamé.

-Todo menos eso.

No hice caso a su negatividad- ¿En dónde estará?.

-Ana él está enterrado a más de tres metros. Y si tu teoría fuera cierta ¿De quién se escondería mi hermano...? -su voz se fue apagando y sus ojos se abrieron como platos, ¿Qué sucedía?.

-¿Qué piensas?.

-Nada, es estúpido -miente.

Mia no me diría nada de lo que estuviera pasando por su cabeza y no la culpaba, todo lo que salía de mi boca no era más que una viva esperanza de creer que Christian estaba vivo e ilusionar a ella por eso se resistía rotundamente a creer en mis palabras. La esperanza de mis palabras llegaron a mi corazón y aunque fuera una mínima chispa de ella me aferraría lo más que pudiera a que lo que creía era verdad, así lo sentía, sentía que estaba cerca de eso.

-No me quieres creer para no ilusionarte -adivine.

-No, no lo quiero hacer y no lo haré.

Lo sabía. Un recuerdo muy vago paso por mi mente, el último día que fui al panteón y que Adam me abrazó él dijo algo... ¿Qué era lo que había susurrado? Joder puto cerebro  retrasado que tengo ¡Recuerda maldita sea! -cerré los ojos con fuerza- creyendo que así podría recordar con facilidad y lo hice. ¡Eso era!.

-Me tengo que ir -me levante de golpe de la silla, le di un beso a Mia en el cabello y me fui de ahí lo más rápido para evitar las protestas que ella haría por la inesperada de mi ida.

No pude evitar una sonrisilla nerviosa, mi esperanza había subido un escalón más y se sentía tan bien.






¡Hola! Aquí el nuevo capítulo y no viene sólo ¡Hay maratón!
Espero y sea de su agrado.

Instagram: r.joana.h

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