Capítulo 50.

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P.O.V Ana.

No podía lanzarme, no podía hacerlo aún me quedaba una pequeña esperanza de que Christian estaba vivo, eso era lo que me a estado sosteniendo durante todo este tiempo, no quiero aferrarme a la negatividad de que todo lo que pienso es una simple ilusión estúpida porque lo que siento no es solo una ilusión.

-No lo haré, no te preocupes -me giré para que pudiera verme, tal vez el recuerdo que tenía de mí ya se a desaparecido.

Nuestros ojos se miraron el uno al otro- ¿Ana? -no me había olvidado.

-Jackson.

-¿Estás bien? -su mirada se dirigió detrás de mí- ¿De verdad pensabas saltar de ese lugar? -no sonó como pregunta más bien fue un reproché.

-Sí estoy bien -dije ignorando la última pregunta.

Jackson frunció el ceño- No creo que estés bien.

-¿Qué haces en Seattle? Creí que vivías en México.

Trate de cambiar de tema y funcionó.

-Quise conocer nuevos lugares, ¿Cuánto tiempo a pasado desde que hemos cruzado miradas?.

-Un largo tiempo -no lo recordaba.

-Has cambiado -me miró de pies a cabeza- mírate estás más guapa pero sigues estando muy pequeña -sonrío, Jackson era una cabeza más alto que yo.

-Me sigo sintiendo igual -mentí.

Jackson fue mi primer novio y con la persona que tuve mi primera vez, era muy guapo, tierno y cariñoso pero no era exactamente lo que yo estaba buscando realmente no supe con exactitud lo que buscaba hasta que encontré a Christian fue ahí cuando me di cuenta que él era todo lo que yo quería y el porque no había funcionado con otra persona, porque yo estaba destinada a ser para él y él para mí.

Jackson se rasco la nuca eso solo lo hacía cuando ya no le quedaban palabras que decir- ¿Quieres ir a tomar un café? Estoy recorriendo las calles aún no me acostumbro bien a este lugar y no me vendría mal una ayuda.

-No me lo tomes a mal Jackson pero necesito descansar, creo que me iré a casa.

Quería olvidar todo lo que había pasado en el panteón pero sabía a la perfección que no lo lograría, esas son cosas que te marcan la vida.

-¿Puedo acompañarte? Es decir así podría saber dónde vives y si algún día te parece bien te visitaría -tanto tiempo y este hombre no cambia.

-Aunque te diga que no, insistirías -sonreí, teníamos el mismo carácter la única cosa que compartíamos.

Me regalo una sonrisa, su estúpida sonrisa egocéntrica- Me alegro que aún me recuerdes y espero que no sea la única cosa que recuerdes de mí.

Entendí su jodido doble sentido, caí en su trampa.

-Sólo acompáñame a mi casa ¿De acuerdo?.

-Lo que usted diga mi señora -seguía siendo el mismo estúpido de siempre, rodé los ojos- Hace mucho que no te veía hacer eso.

Fruncí el ceño ¿Hacer qué?- ¿A qué te refieres?.

-Rodar tus ojos -rió- cuando lo hacías te veías muy tierna.

-Sigue caminando Jackson -bien veía el lugar a donde iba nuestra conversación y para ser sincera no era mi tipo de conversación favorita.

El camino a mi casa resultó eterno y aún más largo fue con Jackson a mi lado que creí que nunca se callaría me resultaba horrible su compañía. Supe que había corrido demasiado porque cuando llegue a casa mis piernas se sentían pesadas, significado de que no soy para nada buena en deportes.

Mi Vida Junto A Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora