Prólogo

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Estaba callada, pero llena de sentimientos. Cuando el amor de tu vida desaparece, supongo que es inevitable estallar en mil pedazos y volverte una especie de agria total.
- ¿Y como te sentiste?- Pregunto con su aristrocracia impuesta, supongo por su carrera. Era extraño. A mi psicólogo le contaba las cosas mas intimas, y aun asi, el parecía escuchar todo desde lejos, sin involucrarse ni un gramo.
- Bueno... no se, enojada.
- Enojada... bien.- Tomo nota.- ¿Por qué crees que te enojaste?- Quizas se deba a que mi marido me había dejado a los treinta y cinco, sin ninguna carrera, sin demasiados bienes, sin ninguna meta... estaba sola.
- Porque... me dejo.
- aja.- Dijo anotando de nuevo vaya a saber dios que.- Y... ¿eso como te deja parada en tu vida?
- ¿Cómo?
- ¿Qué planes tienes?
- Existir.- Dije de forma inmediata.
El psicólogo no hizo ningún gesto, pero no hay que ser un genia para saber que cuando alguien responde de manera automática algo de esa forma, mas alla del tono ironico o el sarcasmo, sabras que esa persona la esta peleando, y la esta peleando contra viento y marea. Como era mi caso.
- Dime una cosa, Nerea... ¿Cómo reaccionaste en el momento en el que te dijo para que terminaran la relacion?
Mordi mi lengua. Era una mala costumbre, porque de pequeña era una verborrea ambulante, entonces, mi abuela me solia decir: "Antes de hablar Nerea, tienes que pensar"
Y yo, respondia con toda astucia, "Si lo pienso, no soy sincera, abuela"
Entonces, ella negando con la cabeza me reprochaba: "No a todos les gusta tu sinceridad, puede ser muy aspera... antes de hablar, piénsalo, Nerea, y si no puedes hacerlo muérdete la lengua, eso te dara el tiempo para hacerlo."
- ¿honestamente?- Mi psicólogo asintió.- ¿letra por letra?
- Si.- Repuso con tranquilidad.
- Cuando el me dijo que yo ya no era la mujer que el amo, le dije que "obviamente, no lo era, tenia veinte kilos menos de cuando el me conoció... kilos que gane por culpa de sus celos, porque no me dejaba ir al gimnasio o hacer deportes, además, el siempre me decía que le gustaba como era... no comprendi que quiso decir, pero entonces, el prosiguió, casi en tono de burla que: "Yo era gorda, fea y que el merecía una mujer mejor."
- ¿Qué le dijiste a eso?- Me movi en mi lugar, casi recordando mi estallido de furia.
- Le dije que el merecía menos que una mujer gorda y fea... - Sonrei.- Entonces, el dijo que podría estar con quien quisiera, el ya era gerente en su trabajo. Tenia estabilidad económica, dinero y buen físico a pesar de su edad... el, era un sujeto deseado.... ¡Y el muy hijo de puta me solto eso! ¡¿Puede creerlo, doctor?!- Dije como si se lo narrara a una amiga.
- ¿Qué hiciste luego?- continuo indiferente a mi estallido, mezclado entre ira y burla.
- Le dije que se podia meter su estabilidad económica, dinero y buen físico por el orto.
Ahora si, el hombre me miro sorpresivo. No se si mi respuesta sincera lo asombro, pero de alguna forma me encanto, por fin, sacarlo de su eje.
- Mire doctor, yo no queria ni dinero, ni un adonis, ni ser la mujer del presidente... solo queria envejecer a su lado, criar nietos juntos, ver el atardecer en alguna playa... soportar miserias juntos si era necesario... habría soportado todo aquello, todos estos años hice a un lado mis sueños para que el creciera... y ahora... ahora me dice que no le soy suficiente...
Las lagrimas en mis ojos comenzaron a estallar sin control alguno. Odiaba llorar, por ello, ni bien senti el calor sobre mis mejillas, me seque de inmediato con la manga para recobrar el control en mis emociones.
- Creo que ha sido todo por hoy, Nerea... Hemos tenido una buena sesión... te espero la próxima semana a la misma hora.
El sujeto, con toda la parsimonia del mundo, se puso en pie, me guio hasta la puerta y me la abrio.
Cuando estuve afuera, limpie mis anteojos de sol, saque un cigarrillo (ese asqueroso habito que molestaba a mi marido) y fume largo y tendido bajo la luz de un árbol, esperando a que llegara el colectivo a la parada.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora