Cap. 9

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Di dos vuelta a la manzana, hasta que al fin, elegi entrar.
No asombraba el hecho de tener vergüenza de trabajar, me asombraba la vergüenza de tener treinta y cinco y pedir trabajo… de lo que sea.
Un sujeto, un poco estirado, reposaba sobre el mostrador, mientras que una empleada obligada a sonreir y sonar confiable y amistosa se me acerco.
— Buenas tardes, ¿Desea que le muestre algo en particular?— La vi de pies a cabeza. Estaba bien vestida, muy bien vestida.
— Eh… no, yo… vi el anuncio y… — Señale a la hoja que mostraban en la vidriera:
“SE NESECESITA VENDEDORA”
Me examino de arriba abajo, con una sonrisa, claro, pero sabia que ambas habíamos llegado a la misma conclusión: estaba muy mal vestida.
PEnse que debía vestir algo deportivo, pero tal vez erre al llevar la ropa que usaba para salir, ya que tenia algunas manchas de lavandina.
— Si… déjeme que hable con el encargado.— Ella camino hasta el sujeto detrás y hablaron un segundo, sin quitarme los ojos de encima.
Como la mujer, el también observo mi ropa, luego, ella volvió.
— ¿Me podría dejar su curriculum?
— ¿Perdon? ¿Mi que?
— Su… curriculum, para tenerla en cuenta, y la estaríamos llamando a la brevedad.
— Oh… no sabia que debía… presentar uno.
— Eh, si, es lo usual. Es para ver sus antecedentes.
— ¿Antecedentes?— Dije con una mueca.— ¿Criminales o que…?
Alce una ceja. Esta bien, no estaba a la altura del sitio, lo reconocia, pero… ¡tratarme de una ladrona! Eso si que no.
— No— Rio con nerviosismo.— Antecedentes laborales, estudios… ya sabe, información personal para analizarla.
— ¿Y no puede preguntármelo y ya?— Las cejas de la chica se subieron al mismo tiempo.
— Eh… lo siento, pero necesitaríamos el Curriculum… vuelva con el y el jefe la llamara si la selecciona.
— Bien.— Respondi a secas.
Me Sali y con el estomago rugiéndome, casi de casualidad, entre sin pensarlo demasiado al mercado de mi amigo chino.
Al verme, sonrio, haciendo una especie de reverencia. Le movi la cabeza, apenas. Estaba enojada, y no con el, sin embargo, estaba en mi estado “odia a todos” y por desgracia, el estaba allí, cobrándome unas salchichas y panes.
— seria $20,50… ¿desea algo mas?
— No, estoy bien. No quiero que me analices por lo que compro para comer.— Le entregue un billete de $50 y espere resoplando, con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
El sujeto no se inmuto, es mas, sonrio amplio.
— ¿Qué es tan gracioso?— Bufe molesta.
— ¿Cómo?
— ¿De que te ries? ¿acaso es de mi? ¿te doy gracia?
— Lo lamento… suelo sonreir cuando estoy tenso o… cuando alguien me agrada mucho.
— Disculpe, pero no entiendo.— Dije tomando el vuelto.— no tiene mucho sentido… si esta tenso, por lo general debería estar serio y cuando alguien le agrada y se rie en su cara en silencio, es molesto, ya que la otra persona podría pensar que se esta burlando de ella.
— No fue mi intención, lo siento. De ahora en adelante, me mostrare serio ante usted.— Cambio su expresion.— ¿asi esta mejor?
— De cualquier forma… ¿Por qué esta tenso?— Inquiri curiosa.
— Usted me pone tenso.— Se achico de hombros.
— ¿Yo
— Asi es… la veo pasar siempre molesta, siempre desganada, es como si llevara un espíritu maligno pegado a su hombro, robándole la vida…
— Se llama Sergio.— Dije divertida por la connotación.— Y asi es, me esta robando la vida, aun sin saberlo.
— Pues, no se lo permita.— Lo dijo con naturalidad. PArecio no entender la ironia, o comprenderla con toda sus fases. Entendia esta parte filosica de la cultura asiática, y era una de las razones por las que adoraba su continente, aunque despreciaba algunas de sus costumbres patriarcales.
— ¿Cómo lo consigo?— Dije, con sinceridad. El, se apoyo sobre el mostrador. Hizo una seña con la mano para que me acercara para decírmelo al oído.
Antes de hablarme, miro hacia ambos lados, como si tuviera un secreto de vida o muerte.
>>Olvidelo.— susurro.
— ¿eso es todo?— Repuse indignada.— ¡Si supiera hacerlo, ya lo habría hecho! ¡¿No lo cree?!
— No, usted no lo esta intentando. No de verdad. No ha hecho ni un esfuerzo, se ha tirado al abandono, retorciéndose en su autocompasión.
ME quede en silencio un segundo.
— ¿Y como debería hacerlo?
— Pues… viva su vida, deje de pensar en el y en que volverá, porque es muy probable de que no lo haga… siga adelante, inicie algo, tenga un objetivo en mente.— Señalo con seguridad, como aun guru de auto ayuda.
— Se me dificulta, jamás trabaje, no tengo experiencias, amigos o contactos. No tengo estudios… nada.
— ¿Ha intentado presentarse en algun sitio? ¿ha buscado en el periódico?
— Bueno… no… yo… siento que todos me van a rechazar.
— ¿Lo ve? No lo esta intentando. Esta inventando excusas para quedarse en su casa y sufrir. Si tuviera un trabajo, no podría sufrir por el, porque tendría su cabeza ocupada en los problemas laborales.
Asenti mirando pensativa hacia afuera. Era verdad. Me presente a un lugar de trabajo vistiendo un desastre. Era porque, la verdad, queria que me rechacen, no queria que me aceptaran. Y claro que sabia lo del curriculum. Siempre lo supe, incluso en mi época se pedia, aunque no para una tienda de ropa, pero…
Mire al sujeto, quien ahora, limpiaba unos frascos de pickles con un trapo, uno a uno.
— Tiene razón.
— Claro que la tengo.— SOnrio.
— Digame, ¿son nervios o es porque le agrado?— Señale la mueca.
— Adivinelo.— Se marcho hacia atrás, a donde supuse estaria un deposito.
Y ahora, era yo la que sonreía. Estaba aliviada, al menos, sabia a donde dirigirme.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora