Cap. 42

188 19 0
                                    

"Malo", "Maldad", "Malicia"...

¿Hikari? ¿era posible que todo ese manto de bondad encubria un interior tan o mas corroído que el mio?

Incluso, cuando yo estaba exceptica al respecto de encontrar alguien para este 14 de febrero pronto a asomarse, no pensé nunca en tomar revancha contra un hombre.

De hecho, con mis citas actuales y amigos por via online, soliamos hablar de estupideces banales para perder el tiempo cuando me aburría.

Y tenia un surtido interesante sobre charlas:

"El Mio Cid es una obra de brillante inspiración, con un matiz poetico y heroico que marcaba la época en la que la sociedad..." (Lean y sus opiniones literarias)

"Deberias ver la vista de aquí... ¡Es fenomenal! ¡el aire es puro y el verde impresionante! ¡Solo a tres horas a pie por la montaña!" (Maurice y sus obsesiones por ejercitarse de forma extrema)

"Le pones aceite de oliva y veras que la ensalada no saldrá tan pesada ni grasosa, también, te convendría tener una huerta, o en su defecto, una maceta. ¡Las especias naturales son la mejor inversión gastronómica!" (Vitto y sus comidas estrafalarias.)

Aun asi, fingía interesarme. Descubria que todos teníamos algo en común: estábamos solos y queríamos desesperadamente mantener una conversación sobre cualquier cosa... o mejor dicho, ser escuchados.

Como Lean con su depresión, Maurice con sus problemas de energía, y Vitto, el herido y cornudo por su ex loca de atar.

Todos teníamos algun problema que moríamos por hablarlo... solo yo me contenía. Porque, no queria involucrarme con ninguno de ellos. Eran agradables, pero ninguno un factible futuro novio.

Asi que... ¿Por qué Hikari se creía malo? ¿Tenia miedo de las mujeres? ¿queria alejarlas a todas?

Esperen, yo soy mujer. Tal vez, el problema no era el sexo, sino la idea en general. Y por lo menos, el asumia su responsabilidad. Su toxicidad.

Mientras me quede mirándolo, mordiendo la punta de la lapicera, con la que ponía precios en algunos productos, Hikari, desde su mostrador, tecleando sobre la calculadora dijo sin fijarse en mi.

-Nerea, deja de morder esa birome. Si tienes ganas de poner algo en tu boca, llama a alguno de tus amigos virtuales...-Pegue un salto, asombrada de la perversidad del chiste. Hikari subió la mirada haciendo una mueca juguetona.

-¿Acabas de decirme lo que creo que dijiste?

-Mis utensilios no tienen la culpa de tu abstinencia...

-¡Como si tu fueras el ejemplo a seguir! ¡Debes estar que explotas de...!-Iba a decir emoción, pero preferí burlarme en silencio.

-¿Quién te ha dicho que yo no tengo sexo?

-¿Qué? ¿y con quien? ¿contigo mismo?

-No. No soy tan miserable.

-¿Cómo tienes sexo si no tienes pareja?-Me acerque a el, mientras seguía haciendo cálculos. Se rasco la nuca, pensativo, y luego volvió a escribir numero fila tras fila.

-No es necesario tener una pareja fija... tu mejor que nadie lo sabe... ¿recuerdas a Maurice?

-¡Iugh! ¡Asco! ¡Asco!-Tape mis ojos, como si eso evitara tapar lo que realmente me habia provocado la confesión de Hikari: El, teniendo sexo desenfrenado cual animal.

Comenzaba a ponerme roja de imaginar su cuerpo sobre el de alguien. Sudado. Pero a su vez, siendo dulce, como el mejor amante de telenovela mexicana. Me imagine todo el contexto, y senti vergüenza cuando la imagen cambio al de una pareja de hombres.

Y Hikari, haciendo el papel de la mujer.

Todo deseo se cayo por el pizo.

-¿Por qué dices eso? Tu te crees que eres la única con necesidades a ser complacidas...

"Esta bien, calmate", me exigi. Era su derecho después de todo... seria un desperdicio, pero... aun asi...

-¿Por qué tienes esa mirada?-Dijo pasando su mano por delante de mis ojos.

-¿Cuál mirada?

-esa... de... lunática.-Rio por lo bajo.

-No es nada.-"...Que pueda confesarlo abiertamente.", pensé.

-Creo que acabo de darte una información que era obvia, pero que te obligabas a no pensar.

-¿Cómo?

-Que soy sexualmente activo.

-Okey, creo que es demasiada intimidad por una tarde.-Dije, poniéndome colorada al instante.

Entonces, algo extraño ocurrio.

Hikari, rompió mi espacio personal. Cruzo casi todo su cuerpo sobre el mostrador para ponerse a centímetros de mis rostro que me obligue bajar.

¿Qué me estoy ocurriendo? Actuaba como una maldita niñita.

-¿Qué? ¿acaso te perturba la idea de que tenga sexo?

-¡Claro que no!-Me obligue a mirarlo. Es decir, a ver como sus ojos estaban clavados en los mios, como su rostro, casi acariciaba el mio, y como podia sentir la fragancia de su perfume y espuma de afeitar como si me la estuviera tirando a la cara.

Mordi mi labio, con nerviosismo.

-¿entonces?-insistio. ¿Estaba probándome? ¿jugando conmigo acaso? Se que algunos gays se besan con sus amigas o seducen a otras mujeres por puro capricho.

Me obligue a fingir que no me afectaba. Inspire profundo, calmándome.

-Como tienes mas aspecto de abuelito, crei que eras un monje tibetano, con votos de celibato y asexuado.

Alce una ceja, mientras Hikari volvia a sonreír. Se alejo, haciendo que pueda respirar de nuevo tranquila, pero ahí no acababa todo.

Hikari dejo sus números, rodeo el mostrador y se posiciono frente a mi. Cerca. Demasiado, casi diría que poco falto para que me pisara los pies.

-Puedo parecer inofensivo...-dijo con tranquilidad.-pero te aseguro, que se como complacer y ser complacido.-Trague saliva, mientras el volvia a alejarse, caminando hacia la zona de refrigerios.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora