Cap. 30

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— Bien, no estes tensa.
— No lo estoy.— Dije mientras el me acomodaba el pelo con un cepillo.
— Porque… solo es una cita.— Quito de nuevo unos accesorios que habia puesto, caminando de lado a lado, probándome un pañuelo, luego una vincha.
— No lo estoy.— dije tranquila.— Creo que aquí el tenso, eres tu. ¿Qué paso con el señor Dalai Lama?
— ... Lo siento, es que… de verdad quiero que te vaya bien.
Lo mire enternecida, dándole un abrazo para tranquilizarlo.
— Te lo agradezco.— Tardo en responder, pero luego, senti sus manos sobre mi espalda.
— ¿Por qué?
— Por ser como eres, por interesarte en mi… yo… sin ti…— (Y mi psicólogo).— No lo hubiese logrado, de verdad.
— ¡¿Pero que dices?!— Se volvió a mi, pero no queria que me mirara justo cuando decía algo asi. Ser tierna no era lo mio. Escondi mi rostro en su pecho.
— De no ser por ti.— (Y mi psicólogo).— Aun estaria en mi departamento, lamentándome por Ser…
— Sh… ¡El innombrable!— Corrigio, apartándose de mi.— Bien, luces genial…
Me invito a darme una vueltita, lo cual hice y me pose como toda una modelo.

¡Y el ganador es… Lean!
A riesgo de terminar viviendo en un geriátrico a temprana edad, lo hice. Al menos tenia un buen perfil, parecía alguien agradable, y Hikari me dijo que de hecho, si no me gustaba, al menos era un buen pretendiente para comenzar con esta nueva locura de las citas.
El sujeto con el pañuelo azul en el bolsillo de su camisa aparecio.
Lucia mas viejo de lo que esperaba, pero ganaba puntos por llevar un libro. Aunque no me guste leer, me llaman la atención las personas que pasan horas encimismadas en un pedazo de hoja. Lo mismo me ocurria con el arte, aunque no tuviera ni idea sobre cual era Pablo Picasso y cual era Miguel Angelo.
Pude ver el terror en sus ojos al encontrarme. El pañuelo azul sobre mi brazo, que le señalaba con una sonrisa la mesa.
El sujeto, con timides se asomo, evitando examinarme a fondo, todo lo contrario a mi, que lo habia analizado como si fuera un examen de rayos X.
Ropa algo arrugada y descolorida, sus zapatos desgastados en las puntas. Un calva, oculta en una boina escosesa, mientras que su bigote y sus lentes, lo hacían ver como Ned Flanders.
— Encantada.
— Mucho gusto.— Respondio. Senti su mano sudorosa, y lo mire ocupar el mismo pañuelo para secarse su amplia frente. Bien, admito que no era nada guapo, pero era adorable verlo tan nervioso.
— ¿has encargado?— Pregunto, ocultando su mirada en la cartilla.
— oh, no. Solo pedi un vaso de agua.
— ¿te gusta el te?— Abri la boca. Iba a decir que “si”, obligadamente, pero Hikari me habia dado ciertos consejos. Uno de ellos era no hacer o decir algo que no era verdad sobre lo que me gustaba o no. Que no fingiera ser alguien que no era… asi, la imagen desde el principio seria yo.
— No, la verdad es que no… el te me da muchísimo calor… ¿Usted lo bebe en pleno verano?— Pregunte con energía. Mi compañero quedo algo palido, ante mi cuestionamiento.
— No, bueno… lo que pasa es que pase un tiempo en Inglaterra, y me acostumbre muchísimo.
— ¿En serio? ¿Y… Como es allí? ¿Por qué viajo?
Al final de la “cita”, descubri en Lean una persona culta, cortes, amable y sumamente inhibido, pero eso se descontrastaba con mi curiosidad innata.
Era profesor de Literatura, pero habia estado estudiando lengua inglesa para poder tener una especie de doctorado. Bueno, al menos, eso entendí.
Fue agradable, amable pero en ocasiones debía obligarme a no ponerme igual de nerviosa cuando se callaba sin saber que mas decir.
— Bueno, son las siete, debo ir al trabajo.— dije poniéndome en pie.— Fue agradable conocerte, Lean.
— Lo mismo.— Dijo respetuoso, sujetando mi mano.— Y por sobre todo, lo agradezco.
— ¿Por qué?— Pregunte mientras pagaba mi parte de la cuenta.
— Ya sabe, por no irse al verme… por eso siempre cargo con algun libro… por si me dejan plantado.
— ¿Cómo?— Abri mis ojos con sorpresa, mientras el comenzaba a ponerse colorado.
— Si… yo se que no soy la persona mas animada del mundo… lo que pasa es que… desde que Stella falleció, me ha sido difícil congeniar con otras mujeres…
— Oh, lo lamento.— Dije con pena.
— No importa.— refrego sus manos y luego acomodo sus lentes.— De cualquier manera, si no llegue a gustarle, no importa. Me senti muy bien de poder hablarle, es usted una mujer muy amigable… y, si alguna vez necesita de mi ayuda, lo que sea, no importa, no dude en llamarme.— Quiso sacar su tarjeta, pero por lo tenso, se le cayo al suelo. Para evitarle mas bochornos, me apresure a tomarla del suelo por el.
— No se preocupe, Lean. Quedese tranquilo. Usted también me pareció amigable, tenga por seguro que tendremos una charla asi pronto… ¿lo promete?— Sujete su mano y sus ojos se iluminaron cuando le sonreí.
— Lo prometo.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora