Cap. 23

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— ¿Ves lo importante de analizar a un sujeto antes de hablarle?
— Si.— Asenti como una alumna a su maestro.
— Pero se fijo en ti, aun con una novia tan hermosa.
— ¿Quieres decir que no estaba a la altura de la morocha?— Acuse empujándolo de lado.
— No, pero se que te sentías amenazada por ella, pero luego de estar mas tranquila, reir y divertirte, pudiste competir con aquella traba mental que tenias… ¿lo ves? La seguridad es el arma mas efectiva para atrer a un sujeto.
— Claro, ¿Y el cambio de look?— Señale mi rostro.— No pasaste tantas horas arreglándome por nada, genio.
— No lo hice por los demás, lo hice por ti. Eras tu la que no te sentías bonita.
Quede en silencio. Tenia razón.
>>No te preocupes, conforme salgas mas, notaras que la lista tiene razón… te dire una cosa, Nerea.
En eso, llegábamos a la puerta de mi edificio. Coloco ambas manos en los bolsillos, explicándome con una sonrisa en los labios. ¡Que envidia! ¡Queria sonreir como el!
— Tal vez, sea la dulzura y la manera frágil que los atrae, pero es la fortaleza y la independencia la que los obliga a quedarse.
— ¿Qué quieres decir?— Saque mis llaves, trastrabillando un poco.
— Que una mujer de carácter, es la perla de la ostra.
— Lo siento, Hikari, estoy muy tomada para entender tu filosofía.— Y cruce la entrada, caminando de lado a lado.
Toque el botón del ascensor, y volvi a mirar hacia la puerta de vidrio.
Hikari seguía de pie, con ambas manos en sus bolsillos. Cuando noto que me volvi a el, saco una y me saludo con su inmensa sonrisa. Le devolví el gesto, un poco menos reluciente, mientras las puertas del ascensor se abrían.
Mas tarde, era despertada por el portero. Me habia dormido adentro del ascensor… y si, el resto del edificio me habia visto.
¡Vergüenza, ven a mi!... oh, cierto, ya no la tengo.

Como el insomnio, la mala comida y la falta de ejercicios podían destrosar cualquier intento de Hikari de arreglarme, tome cartas en el asunto.
Mire la alfombrita… No tengo ni idea de cómo se llamaba, pero con un tutorial en Youtube, intente por todos los medios la meditación y el yoga.
“Ahora, tome aire profundamente… llenando lento sus pulmones… luego… suelte el aire, deje salir todo lo malo… ¿Ya puede sentir como… la energía negativa se esta yendo… y…?”
— ¡Y la mierda!— Me queje, cerrando el portátil con molestia.
Bien, el yoga y la meditación no era lo mio. Los deportes menos.
Es cierto, que de niña tuve mi etapa varonil, en la cual trepe arboles, corri sudada como un puerco, incluso, me interese un poco en el futbol, pero a los treinta y pico, esos lujos eran demasiado.
Despues de casi veinte años sin mover mas que mis brazos para cargar bolsas de compras, estaba claro que no seria fácil.
Intente con spinning. Jamas me aburri tanto en mi vida. Abandone la primer clase gratuita a mitad. El instructor se quedo viéndome con cara de “¿Qué demonios?”, pero no intereso. Ya no tenia tiempo para fingir que me gustaban cosas que no eran asi.
Intente con baile.
Jamas lo hagan, no vayan a una clase en la que “bailan libremente”, pero que tiene un espejo gigante en frente donde puedes ver todos tus movimientos extraños, tu falta de coordinación, y por supuesto, la simpatica pancita moverse de lado a lado.
Al final, decidi que caminar tal vez, seria lo mio.
Iba mirando algunos comercios, camino a una plazoleta donde muchas personas elegian hacer su actividad “al aire libre”, aun, cuando los bocinazos, frenos y multitud de vehículos nos rodeaban, cuando, para mi sorpresa encontré lo mio.
No sabia como no lo habia pensado antes, es decir, se notaba que estaba tan lejos de mi misma que no sabia reconocer ni lo que yo misma queria…

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora