Cap. 34

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Tome el asunto en mis manos. Ya tenia todas las cartas. Analizandolo: Hikari se interesaba en mi como una amiga.

Tambien era peluquero.

Jamas respondió a mi pregunta si era gay.

E incluso, me dio el vestido que llevaba puesto para la cita con Vito.

-¿estas bien?-Inquirio mirándome de lado dentro de la furgoneta.

-eh, si... ¿Por qué?-acomode mi cabello mientras mordí mi labio inferior.

-Has estado callada... no es lo usual.-Hikari se acerco a mi, y me ayudo con el flequillo. Me quede viéndolo, mientras sus dedos entrenados desparramaban para un look casual.

Luego, volvió sus ojos a mi, con una sonrisa pintada.

Algo se sacudió. Algo me deprimió. Esa son sonrisa, que parecía la que le daba a mi hermana cuando limpiaba sus golpes del imbécil de su ex.

El me miraba como si fuese una... una amiga. Y me dolia. Me dolia su afecto.

Mire hacia abajo, para que no notara mis lagrimas creciendo en mis ojos.

-Si, bueno... es hora.-Me olbligue a darle una sonrisa, pero cuando iba a marcharme, sujeto mis dedos desde su lugar, tirándose en el asiento del acompañante.

-Oye.

-¿Qué?-Debio notarlo, debió ver alguna mini expresion, algo que enjuago mis alegría. Porque, para ser franca, no me entusiasmaba conocer a Vito, ni un poco.

-¿Qué ocurre?

-No... no es nada.-Camine sin darle tiempo a otra pregunta. No sabria como podría responder sin mostrar la ira y la estupidez que tenia.

¡La idiota que se enamora de un gay! ¡De su mejor amigo gay! ¡La mejor persona que conoció en mucho tiempo!

Con las manos hechas puño, con la mirada perdida y automaticos movimientos, espere en la mesa con paciencia, mientras bebía una te helado (recomendación de Lean).

Y mientras, me importaba un bledo quien o como era Vito, suspire mirando a los lejos las ramas de un árbol en la vereda. Como crecían, como se adornaban con la luz del sol, con el canto de los pajaros.

Entonces, me senti egoísta. ¿Por qué solo me importaba mi felicidad? ¿Qué habia de el?

Estaba solo hacia mucho tiempo, desencantado de la idea del amor... ¿Y si el...?

Quede a media interrogación cuando la voz, muy masculina, potente, me despertó.

-¿Nerea?-Y como si no fuera poco con haberme deslumbrado con el genial de Maurica-sexo-amigo-casual, aquí, Vito, con su acento español... me derritió.

-Oh, hola...-Respondi, pasándole mi mano, pero el habia pasado de largo hacia mi mejilla, besándola.

ME senti muy conmocionada.

Cai sobre mi silla, y mi universo comenzó a girar entorno a esas pestañas enormes, esa quijada marcada, esos rizos descoloridos.

Un lunar a un lado de su pomulo, y un arete de argolla pequeño en su oreja izquierda.

-Dime, ¿Qué me cuentas de ti?-Vaya, esa pregunta me saco de eje. No sabia si queria ser sincera al cien por ciento, por lo que me permiti, ciertas mentirillas.

-Bueno... yo... trabajo en un mercado y...-alzo una ceja, pero parecía seguirme la corriente.-Soy supervisora.-Menti.

-¡Que bien! ¿Manejas contabilidad?-¿Contaba recoger los centavos que se le caia a la clientela en el suelo?

-Mmm... si, aja.-Bebi el te hasta el final.

La conversación fue manejándose por caminos mas y mas alejados de la verdad. Llegado un momento, me asombro que no me habia cambiado el nombre, de hecho siempre me gusto Xena, la princesa guerrera, pero ya era tarde.

Vito era todo un caballero, es decir, modales, me escuchaba, me sonreía, me animaba.

Estaba en una empresa de renombre, haciendo mantenimiento y soporte técnico en PC's.

Ademas, debía usar traje, hacia ciclismo y running... era... ¡No sabia como decirlo! Pero... Ricky Martin en versión hetero.

Y me pidió una cita nueva. Me habia explicado que con su ritmo de vida, no podia darse el lujo de salir y perder el tiempo con mujeres casuales. Ya tenia cuarenta años, dos hijos y sin tiempo para andar jugando.

...

Me acerque a la caja, donde mi jefe, esperaba con media sonrisa. Esperen, no. No habia sonrisa alguna, se veía decepcionado y molesto... ¿Qué será...?

-Hey.-De inmediato, al notarme cambio la expresion.

-Hola. ¿Cómo estuvo?

-Muy bien. En realidad... rompió expectativas. Es... dios, es como bajado del cielo, solo para mi. Deberias verlo, el, ni siquiera me dejo pagar mi parte de la cuenta... y... ¡Es español!

-Que bueno.-No pudo crear la bella sonrisa que siempre me regalaba. ¿Estaba molesto conmigo?

-¿Qué pasa? ¿problemas con el dinero?

-Siempre es el dinero... -repuso serio.-siempre...-cerro su mano en puño y dio un golpe sobre el mostrador.

Pegue un salto, anonadada por todo aquello.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora