Cap. 2

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Mi psicólogo dijo que estaba presentando un principio de depresión y tenia que evitar caer en eso.
No quiso medicarme, para eso están los psiquiatras, pero de ser necesario lo haria… por el momento, intentábamos con la terapia.
“Levantate”, me dije mentalmente, a lo que me respondi, casi automática: “¿Qué sentido tiene? Es mejor morir en la cama”
Quede unos segundos, perdiendo el tiempo, mirando a la nada.
Pense en mi ex marido, Sergio, de seguro estaria desayunando con lujo. Facturas y café con leche, mas leche que café, porque el café lo ponia tenso y le caia mal al estomago.
Las facturas, medialunas, no le gustaba de otras. Y dulces. A el no le iban las saladas.
Me lo imagine, manchando otra camisa, con una mancha imposible de quitar ni aunque pase mil vidas fregando o poniendo toneladas de Vanish.
Lo pense, y algo dentro de mi me obligo de decirme, esta vez en voz alta, como para que las paredes oigan y sean testigos.
-Levantate, no moriras por un hombre.
Puse la mano a cuestas contra el colchon, luego la otra, inspire profundo para luego empujarme fuera del templo de sabanas en el que me había escondido.
Me quede sentada, media mareada y los ojos hinchados de tanto llorar.
De nuevo, empuje con mis brazos y me puse en pie.
Me tambalee, como si no tuviera la fuerza suficiente en mis piernas para sostenerme. Me choque contra la puerta del ropero, y me quede allí, sosteniéndome por el borde.
Quede frente a frente contra el espejo de la puerta.
Era un desastre. Otra vez, literal. Un desastre en mayores.
Recorde una vez en la que mi hermana se separo por primera vez. Todos sentían pena por ella.
Una mujer joven, bonita, con una hermosa nena, completamente destruida.
Tenia el aspecto de cansancio, de sufrimiento, de dolor.
Lloraba por los rincones, o los baños de cualquiera al que visitara.
Era horrible, ella parecía necesitar mas atenciones que su hija. Incluso, tuve que ser de su niñera un tiempo.
Me prometi que nunca me aparecería asi frente a nadie, que no queria lastima ni que piensen en mi como un bebe… pero ahora…
Suspire. Mi cabello revuelto, mis capas de ojeras, mi ropa de tres días, manchadas con mayonesa, o mostaza o chocolate.
Introduje la llave por la rendija de la puerta, con gafas de sol, una visera y mi infaltable ropa (solucionalo todo) un pantalon deportivo y un buzo canguro.
Se, perfectamente que no soy Jessica Simpson como para huir de paparazzis y que a NADIE le importa que mi nueva situación sentimental en Facebook es “VIUDA”, aun asi, queria ocultarme.
Senti vergüenza de que Sergio me hubiese dejado, y mas, como me dejo.
Lo hizo, como si ese siempre hubiese sido el plan:
“Estudio. Trabajo. Me caso. Compro un auto. Alcanzo el éxito. Me divorcio. Consigo una novia joven cero kilómetros.”
La vocecita interior me había dictado un plan de emergencias. No es que en mis planes hubiese estado divorciarme.
NUNCA EN NINGUNA DE MIS REALIDADES me imagine la vida sin Sergio.
La lista iba asi:
Evita engordar
Busca trabajo
Trabaja duro
Apúntate en un gimnacio
Reaparece genial, exitosa, y bella.
Buscate un novio diez veces mas apuesto, con mejor sueldo y con un físico envidiable
Paseate por las narices de tu ex, y regodéate para que se arrepienta de todo lo que perdió.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora