Cap. 5

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Viendo mis suministros desaparecer como si solo viviera para comer, me resisti, al menos media hora.
Pero todo me daba hambre, desde la propaganda de Burger King, hasta (la que nada tenia que ver) de Dove.
Camine hacia el mercado Chino— Koreano— Ponja o lo que fuera.
El sujeto, estaba limpiando unos estantes, y colocando nuevos precios a las mercaderías.
No pareció verme cuando lo cruce, fue algo bueno, puesto que aun tenia vergüenza. Pero había llegado a una conclusión con mi psicólogo al respecto.
“— Te hace sentir incomoda que alguien te ayude.
— No.— Negue mordiendo mis uñas.— No quiero deberle a nadie.
— Eso, es difícil en tu situación… ¿Por qué no trabajas?
— He estado buscando trabajo, pero nada me parece lo mio.
— Nada lo será, nunca trabajaste.
— Mantener una casa limpia todos los días de mi vida supongo que lo hace una empleada de limpieza. A mi me pagaban con techo y comida.— Repuse indignada.
— Pues, busca eso. Ve a una agencia de empleo y pide ese estilo de trabajo.— No me pareció mala idea, de hecho me pareció brillante.
— Lo intentare.
— Y por lo otro, si sientes que le debes algo al sujeto del mercado, ¿Por qué no lo invitas a cenar?— Deje caer mi boca horrorizada ante la sugerencia.— Llevas… ¿como cuanto separada?
— Mañana cumplo tres meses.— Lo sabia, recordaba la hora exacta, las palabras y el momento preciso. Las llevaba tatuada en mi memoria y se repetían en pesadillas en mi mente, como ecos dolorosos.
— No necesitas hacerlo algo romantico, se su amiga.
— Pero… jamás tuve un amigo hombre…— Me aterraba la sola idea de pensarme a mi, llena de hombres como esas mujeres que recién se separan y salen como gata en celo de caceria.— Siempre fue Sergio.
— Y eso redujo tu mundo… Es entonces un buen momento de intentar algo nuevo.”
Busque todo lo que le diría a cualquiera que tendría una cena… una gran cena.
Pase por la caja. Al verme, sus ojos brillaron y senti envidia. ¿Cómo un hombre podia sonreir e iluminarse? Yo, en cambio, parecía la ceniza, no, peor, la tierra manchada donde hubo una gran fogata.
La separación me estaba consumiendo y no sabia a donde ir para mantenerme con vida.
— Seria $150.— coloco las cosas dentro de la bolsa, mientras yo sacaba el dinero y se lo entregaba.— su cambio.— Dijo, sin vascilar en su sonrisa.
Lo tome y quede mirando las bolsas, y luego a mi billetera.
El, recostó sus brazos sobre el mostrador, como si asomara su rostro mas cerca.
Tenia el flequillo de puntas, despeinado, lo que lo volvia por alguna razón mas juvenil, al lado de mi atuendo desportivo. Oh, y claro, ojotas. Hacia demasiado calor para salir con pantuflas.
— ¿algo mas?— Pregunto alzando sus cejas. Supuse que por su mente estaba pensando que estaba chiflada, y tal vez lo estaba. Por algo visitaba a un psicólogo, ¿no?
— uh… yo… eh… ¿Tienes cigarrillos?
— Si.— Señalo detrás suyo, un millar de marcas se extendían como arco iris. Fingi pensar cual queria y luego señale mi marca al azar.— ¿Algo mas que desees?
Ahora había alzado solo ceja, como si supiera lo que yo queria decirle. Si lo sabia, ¿Por qué no me lo hacia fácil?
Jamas habia invitado a un hombre, bueno, es que solo Sergio fue quien me busco y ahí quedo todo. Jamas mire o intente nada con nadie mas. Por lo que no tenia ni idea de cómo debía actuar al respecto.
— Eso es todo.— Dijo el precio y le extendi la cantidad justa.
Tome las bolsas y Sali de la tienda, sintiéndome una cobarde, pero a la vez aliviada. No estaba lista para que alguien ingresara a mi vida, apenas si estaba sobrellevando que alguien se habia ido.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora