Cap. 18

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“¿Por qué no lo olvido?”, me pregunte.
“¿Por qué… simplemente… no puedo seguir adelante?”
Tome mi mejilla, sobre el mostrador, pensando.
— ¿Cómo acabo tu noche de tekila?— Inquirio.
— Muy mal.— Entre la reacción de mi hermana y psicólogo, me sentía confusa.
— ¿por?
— No se, crei que estaria mejor… pero al parecer, según todo el mundo, estoy algo asi como estancada. No puedo superar a Sergio… y eso, me esta destruyendo.
— Entiendo.— Hikari escribió algunos numero en un libreta.
— ¿Estas ocupado?
— Lo siento… tengo… algunas deudas.
— Ya veo… ¿quieres que te ayude? Soy buena con los números, administre mucho tiempo una casa, fingiendo tener mas de lo que teníamos.— Asome mi cara, pero de inmediato, Hikari alejo el cuaderno.
— Lo lamento.— Se disculpo.— Es que…
— No, no importa. La amistad y los negocios no deben mezclarse.
— ¿si? ¿eso piensas?
— Si, eso creo.— Mire a otro lado, sin importarme mucho las cuentas de el.
— Es una pena, planeaba contratarte hasta que consiguieras algo mejor…— Me volvi incredula.
— ¿Hablas enserio?
Hikari, con su calma acostumbrada se volvió a mi.
— Si, pero… si eso crees…
— ¡No! ¡No! ¡En absoluto! ¡Juro que no!— Se rio por mi desesperación.
— Tranquila… te contratare… necesito personal de limpieza. ¿Te interesa?

Usando un mameluco color amarillo, fregué los pisos como si no hubiera un mañana. Era gracioso, estaba agradecida por trabajar, era solo el hecho de encontrarme con algun conocido el que me aterraba… como cuando Madeleine me vio.
Claro, la vi primero, pero… no sirvió ocultarme o correr al siguiente pasillo, porque cuando crei que estaba bien oculta con mi balde y trapeador, la voz chillona me despertó y paralizo al mismo tiempo.
-¡Nerea!-Dijo con asombro. Mordi mis labios, enfadada.
¿Por qué sentía vergüenza de mi trabajo? ¿Por qué sentía vergüenza de trabajar allí?
Supuse, que se debía a que de todos nuestros allegados, siempre  fui yo, yo y Sergio quienes teníamos la mejor vida. Era ridículo. Era como si siempre estuviéramos un paso adelante, cuando los demás apenas tenían una motocicleta, yo y Sergio teníamos ya una auto.
-Hola, Madeleine.-Dije en un murmuro, fingiendo quitar la tierra de los estantes.
-¿Qué haces aquí?
-Trabajo.-Respondi sin prestarle demasiada atención.
-¿Aquí?
-Si.-asenti.
-¿Cómo empleada?-Podia oir la burla en su comentario, pero me contuve. Debia soportarlo, la primera vez era difícil.
-Asi es.
-Es ironico, ¿No lo crees?
-¿disculpa?-alce mis cejas, lo que la hizo quitar su estúpida sonrisa.
-Yo… uh… nada.
-No, anda, dimelo.-Exigi cruzándome de brazos.
-Es que… la novia de Sergio salió de un supermercado y tu, vienes a parar en uno… ¡Muy lista!-me codeo.-¡Asi cazaras uno!
Fue tal la ira que senti, que por poco la asesino con la mirada.
Iba a decirle muchas cosas, y mientras me preparaba mentalmente para no balbucear la dirección de a donde debía irse…
-Nerea.-Escuchamos venir. Hikari, con su templanza me señalo que lo acompañara. Mal momento para evitar que la mate.
Lo perseguí, con mi puños cerrados con fuerza. Una vez que se detuvo, se giro y se quedo mirándome con tranquilidad. Dios, odiaba ese estado zen que tenia.
¿Cómo lograba hacerlo?
-Estas enfadada.
-No es difícil saberlo… ¿oiste mi charla con quien era supuestamente mi amiga?
-No tuve que hacerlo, desde lejos podia ver tu cara… asi que, decidi rescatarte…-Camino hacia la caja, saco una bolsa de tela y me la entrego.
-¿Qué es?-repuse.
-Es una manta, para practicar meditación.
-¿Cómo?-Rei incrédula.-Soy católica, y aunque no lo parezca, soy muy fiel a mi religión.
Señale. Yo no me metia con su cola de caballo.
-Lo se, y no te pido que seas budista… pero pienso que necesitas descargar de una manera sana la ira que tienes dentro… hay una gran diferencia entre responder con inteligencia a los insultos, y responder con enojo.
-¿Cuál seria?
-Con la primera, siempre acabas bien, te sientes mejor contigo mismo.-Miramos a Madeleine, como toda una chismosa, esperando a que vuelva, fingiendo mirar precios.
-¿Y como hago eso?
-Acompañame.-Señalo. Volvimos hacia Madeleine, que soriente se fijo, primero en mi, luego en Hikari.-Señora, ¿Desea comprar ese envase de aceite?
Señalo la mano de Madeleine, quien se volvió y dejo el articulo en su sitio.
-Oh, no, yo… solo estaba charlando con mi amiga y…
-Entonces, le ruego, encarecidamente que no distraiga a mi empleada. No quisiera regañarla por estar siendo molestada por los clientes. Su trabajo es limpiar, no estar hablando…
La cara de Madeleine, casi se desfiguro. Pero mas me impresiono la soltura y pasividad de Hikari, y como no sono mal, sino educado y adecuado.
Quise aplaudirle, bueno, mentalmente lo estaba haciendo, lo estaba ovacionando, de pie, con todo un estrado.

Muy VIEJA para tanto DRAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora