CAPITULO FINAL (NARRA HARRY).

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Pasajeros con destino a Tokio, Japón, por favor pasar a bordo.


— Bien Harry –Suspiré– aquí vamos...

Acomodé mi maleta que estaba deslizándose sobre mi hombro, me puse las gafas de sol sobre mi cabeza y verifiqué si tenia todos los papeles en orden. Pase por la cabina de requisa, otra vez, y di un largo suspiro mirando hacia atrás por última vez. Había perdido, lo había perdido todo. Mi mente comenzó a pasar todos y cada uno de los recuerdos con Emma: desde que la vi por primera vez hasta lo que me habia dicho anoche.

Recuerdo cuando la vi entrar al salón de clases; ese día me quedé estupefacto por completo mientras Liam me molestaba con el codo. Hacia caso omiso a todo a mi alrededor porque cuando la vi supe que algún día tendría que ser mi novia. Me enamoré; fue por primera vez en ese entonces cuando supe que significaba el amor, que significaba desvelarse por alguien, que significaba sufrir en silencio.
Mamá siempre había sido muy estricta conmigo y Gemma en el tema de sus antiguas creencias: llegar virgen al matrimonio, no tener novia (o novio en caso de mi hermana) hasta que acabase el bachillerato, no tatuajes, no licor, no fiestas, pero cuando conocí a Emma lo único que pensaba era complacerla y hacerle creer que no era un completo estúpido, así que me tatue, sin dejar ver la tinta en mi cuerpo para causar misterio en ella y no darle dolores de cabeza a mi madre.

Luego, llegó al instituto la persona que se suponía con la que pasaría el resto de mi vida, la persona de la que me había "enamorado" por segunda vez, pero hubo algo que pase por alto antes de llenar de mentiras a Megan cuando adolescentes: las personas solo se enamoran una vez, el resto es una ilusión tratando de convencerte a ti mismo que estas enamorado cuando no es así. 

Toda mi vida estuve engañado por Megan, por mi mismo, por la vida. Nunca entenderé porque el destino puso de nuevo a Emma en mi camino; es cierto que Dios sabe lo que tiene para ti, pero es inevitable pensar en la típica frase que mi madre me decía "si es para ti, nadie te lo quitara, porque te pertenece". Pero ya no estaba, lo había perdido todo, a tal punto que habia perdido respeto por mi mismo al dejar ir a la mujer que amo y sólo por pensar en mi egoísta vida. He aquí en el aeropuerto, apunto de coger un avión para el otro lado del mundo. Llamé a mamá, a Gemma, a Lilly, y ninguna de ellas me hizo cambiar de opinión. Lo único que quería era ver a Emma correr hacia mi.

Arrastré los pies cabizbajo y sin ganas de subir al avión, pase por la ultima inspección donde me pidieron pasaporte y documentos. Tenia ganas de voltear, pero, ¿para qué? Si no había nada allí quien me impidiera tomar el avión.


— Siga señor Styles. –Dijo el guardia de seguridad haciéndome sentir incómodo.

— No estoy casado. No soy señor aun. -Respondí serio.

— En su documento aparece su estado civil. –Frunció el ceño.

— Pues fui un idiota cuando saque mi documento de identidad.

El guardia se sintió ofendido por el tono en el que le hable, pero no tenía ganas de sonrisas, de pláticas y mucho menos de problemas, así que baje la guardia.


— No es mi asunto, joven Styles. Siga por favor. -Me apuró.

Lo miré con expresión enojada, volví acomodar mi maleta sobre hombro y apretando la mandibula di paso para caminar por la pista hasta el avión.

Tenía los ojos nublados, queria estar solo, sin que la gente me viera con lástima por la tristeza que llevaba en ellos. Queria retroceder el tiempo para arreglar las estupideces del pasado. Queria llorar, queria encerrarme, queria estar solo, por siempre.

Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora